Cap. 45

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La brisa de la noche ondea su pelo. Puede estar presenciando el renacimiento de una Reina, y eso no se lo iba a perder por nada del mundo. Como su entrenador durante tantos años e incluso segundo padre,  está en la obligación de apoyar a esa chica a pesar de que ella no sepa que está allí, detrás de unos árboles, a pesar de que le odia con todo su corazón. Pero eso no le afecta en absoluto, prácticamente le da igual que es lo que piense la gente de él, quien le odie y quien le idolatre. Con el tiempo había aprendido a librarse de esos sentimientos que solo consumían a las personas. Había aprendido a dejar todo lo que tuviera que ver con la emociones aun lado, o por lo menos, eso pensaba, eso intentaba. Cuidar de esa niña había sido todo un suplicio, pero como amigo de sus padres no le había quedado mas remedio. Recuerda que su mejor amigo en el pasado estaba encontra de todos sus métodos, no creía en ellos y solo pensaba que algo iba a salir mala de todo ello. No se equivocaba, las cosas habían salido mal y todo era por su culpa. En cierto modo, su implicación en su muerte era más que obvia si se analizaba la situación y el por qué había pasado todo. Pero eso solo lo sabría él y se lo llevaría a la tumba si hacía falta, no estaba preparado para que el mundo supiera la verdad. 

Salió de sus pensamientos cuando la chica cogió el balón. Se notaba su nerviosismo a leguas, casi podía sentir los latidos de su corazón retumnbar en su pecho. Verla coger el balón con sus propias manos era todo un avance. Una chispa de orgullo se encendió en el pecho. 

Crístal deja el balón frente de la portería. No quiere saber que mierdas le está impulsando a hacer esa locura, pero ver los ojos emocionados de sus compañeros la hace sacar fuerzas de donde no las tiene. Respira hondo, con los nervios desbondandose por sus poros y con las lagrimas preparadas para cualquier resultado que pudiera darse esa noche en ese campo. Está asustada, muerta de miedo, algo le dice que salga corriendo de allí ahora que está a tiempo, otra parte le dice que salga corriendo, pero en dirección al balón, que recupere parte de su vida. Mira hacia sus chicos recibiendo sonrisas comprensivas de su parte, no joder ella no quería eso, ella quería... Mira a Paolo, a su capitán de equipo y de algo mucho más importante. Su mirada no transmite pena, ni comprensión, su mirada transmite ilusión y algo de miedo sí, pero sobretodo ilusión. Asiente con la cabeza, afirmando que ya es hora de volver a vivir su vida. La chica devuelve la sonrisa como puede y con determinación mira al frente. Bien, solo tiene que patear ese balón y no morir en el intento, fácil. Cierra los ojos concentrándose, o simplemente intentando alargar lo evidente. Sabe que después de esto se va a derrumbar y posiblemente vuelva a encerrarse en si misma pero, ¿que mas da todo ya? Y con ese pensamiento, vuelve a tomar aire y sale corriendo en dirección al balón. El balón sale despedido hacia la portería con fuerza, rompiendo la red y dejando marca en el árbol con el que choca a continuación. 

Para Crístal todo va a cámara lenta. El balón, el sonido, los saltos de alegría de sus compañeros, su respiración, incluso hasta un simple pensamiento. Todo se detiene como si alguien le hubiera dado al botón de pausa de la vida. Miles de pensamientos cruzan por su mente a una velocidad de vértigo que es incapaz de procesarlos todos como es debido. Su corazón va a mil por ahora, como si acabara de correr mil metros en una cantidad de tiempo sumamente pequeña. Su estómago esta siendo colapsado por una manada de animales que lo único que hacen es que los nervios anteriores se intensifiquen más aún, sin una pizca de piedad. Cierra los ojos con fuerza, intentando que todas esas emociones desaparezcan, aunque sea un único instante, para volver a respirar con tranquilidad, pero aunque lo desee con todas sus fuerzas esto no ocurre. Pasan segundos, que a ella se le convierten en horas, en el que su cabeza da vueltas trayendo consigo muchos recuerdos dolorosos  y otros hermosos. Una imagen se congela en su mente provocando que su corazón se pare por un momento. 

La chica contempla la bonita tarde de verano sentada junto a su mejor amigo en una de las praderas del campo de la ribera. Siempre había sido su lugar favorito y después de la fatídica noticia que acababa de recibir nunca viene mal ir a lugares donde encuentras la paz. El chico le está contando algo acerca de los principios del club de fútbol y ella lo único que hace es escucharle embobada. Esta descubriendo cosas que nunca se hubiera imaginado. 

Dejame decirte un último te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora