Capítulo 1

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Samarie

Paso mis manos por mi cabello rubio, ¡esto no puede ser posible! Estoy estresada y necesito con urgencia un día entero de relajación en un spa. Simplemente es inconcebible lo que acaba de suceder.

- ¿Sam? - escucho la voz extrañada de Carla, mi mejor amiga.

- ¿Qué sucede? - inquiero aún con la cabeza entre mis manos apoyada en la mesa de cristal.

- Mas bien ¿qué sucede contigo? - pregunta preocupada resonando sus tacones por todo el suelo.

Suspiro frustrada y la miro a los ojos.

- Mira esto. - le extiendo una carta la cual ella toma sin chistar.

- No puede ser....¿renunció? - sus ojos están abiertos de par en par.

- Así es...mi mano derecha acaba de renunciar. Sabes que ahora mismo está muy pesado el trabajo, ¡necesito a alguien que me ayude!

- Lo sé, lo sé...tendrás que anunciar en los periódicos y en la página de la empresa que hay un empleo disponible.

- Créeme, hasta en los baños habrán carteles. - río por no llorar. Debo contratar a una persona de confianza para este puesto.

Tal vez piensen que puedo subir de puesto a alguien pero no. Algo me dice que debo buscar a alguien de afuera para este puesto, pero claro, alguien a quien primero investigue y sea de confianza.

- Vine a traerte este informe que me dejó Jared. - me pasa unos documentos.

- Bien, lo reviso luego...ahora debo ocuparme de otras cosas como por ejemplo encontrar a una mano derecha. - recuesto la espalda a la silla giratoria soltando un poco de aire.

- Ya verás que encontrarás a alguien. - dice antes de marcharse.

Necesito música así que eso es lo que hago, sumergirme en buena música. Yo puedo ser la jefa en propiedad pero también soy una persona joven y necesito relajarme y vivir como cualquier otra mujer de veintiséis años.

Envio un comunicado anunciando la plaza de empleo disponible en Miller Inc. Necesito con urgencia una buena mano derecha pero debe de ser hombre. Porque una mujer es la peor enemiga de otra mujer.

Solo espero encontrar a alguien capaz y confiable lo más pronto posible...

Sebastián

- ¡Estás loco papá! No pienso ocupar tu puesto. - mi mandíbula está tan tensa como es posible.

- ¿A caso no has querido eso toda la vida, Sebastián? - ataca.

- ¿Ser dueño de una empresa? Sí, pero no de una empresa que me herede la persona que ha hecho de mi vida un asco. - escupo con odio.

- ¡No le hables así a tu padre! - mi madre alza la voz.

- ¿Cómo no quieres que le hable de esa manera? Él ha sido el que siempre me ha echado en cara todo. ¡Hasta la muerte de mi hermano! ¿Saben qué? Me voy a mi departamento, no sé para qué vine a esta casa.

- ¡Sebastián! - grita mi padre pero yo solo lo ignoro ¡que se vaya a la mierda!

Subo a mi auto y me largo furioso de allí. En mis veintisiete años mi padre o mas bien, el que se dice llamar mi padre ha estado culpándome de todo y echándome en cara todo lo que supuestamente él hace por mi.

Siempre he querido ser el jefe de una empresa, de mi propia empresa la cual pueda levantar desde cero y no de la que mi padre me esté culpando por lo que haga o deje de hacer con la que siempre ha sido la empresa de la familia.

¿Quién es Sam? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora