Capítulo 31

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Samarie


Mi opinión sobre mi propia vida siempre fue la misma; que estaba llena de sucesos inesperados, así como una montaña rusa. Si bien cada cual es dueño de su propio destino, hay fichas en este juego que se mueven por si solas...y otras que nosotros movemos creyendo que estarán a nuestro favor justo cuando alguien más nos hace jaque mate.

- ¿Podrías responderme ahora por que has dejado entrar ayer a la consulta a Giordano en vez de haberme dejado a mi? - despego la vista de la mañana lluviosa posándola a Flex, quien ya se cree que puede entrar cuando le de la gana a mi casa.

- ¿Por qué debería decirte? ¿A caso debo darte cuenta de todo lo que haga? - escudriño sus ojos - Ayer explotaste mi celular con llamadas y mensajes cuando me fui con Sebastián.

- Solo recuerda nuestro trat... - dice en tono de advertencia ignorado lo último que he dicho.

- No lo he olvidado. - respondo tajante.

- Sam, tienes una visita. - se apresura a decir Libbie, otra de las empleadas domésticas, apareciendo de la nada.

- ¿Quién es? - frunso el ceño

- Sebastián Giordano - trago con dificultad.

No me hace demasiada gracia tenerlo cerca luego de lo de ayer, lo cual fue demasiado extraño.

- ¿Qué hace él aquí? - inquiere el intento de detective, pero lo ignoro.

- Ya voy. - le sonrío a Libbie.

Suspiro obligando a mis piernas a andar hasta la sala junto a mi nuevo e indeseado guardaespaldas.

- No es necesario que me sigas. - ruedo los ojos hacia Flex.

- Sí que lo es. Voy a decirle sobre nuestro trato, porque no se lo has dicho aún, ¿verdad? - me detengo de golpe.

- Ya le diré...a su tiempo. - respondo insegura - Solo no le digas tú. - alza una ceja - Ustedes no se llevan bien y empeorarán las cosas. - explico, él asiente no muy convencido.

Mientras más lejos pueda mantener a Flex de Sebastián, mejor.

Me apresuro hasta llegar a la sala encontrándome a Giordano sentado en el sofá, esperando por mi. Se levanta en cuanto sus ojos chocan con los míos sonriendo levemente.

¿Se supone que deba sonreírle?

- Espero que no te moleste que haya venido sin avisar.

- No - digo sin pensar, frunso el ceño y aclaro mi garganta. - Es decir...la próxima vez avisa. - mi pie derecho comienza a hacer algun tipo de ritmo contra el suelo  advirtiendo lo nerviosa que me encuentro.

¿Qué me pasa?

- ¿Keenan? - suspiro ante el rostro de pura confusión de Sebastián.

- ¡Giordano que gusto verte! - Flex sale de su escondite sonriendo falsamente, me rodea por la cintura dejando un beso en mis labios.

¿Qué? Permanezco tiesa en mi lugar incapaz de hacer o decir nada. ¿A qué viene todo este comportamiento tan repentinamente extraño por parte de Flex?

No paso desapercibido la cara que ha puesto Giordano, como si le molestara o algo así...¡Tonterías!

- Ya me voy amor. - vuelve a besar mis labios con una sonrisa de victoria.

La tensión creada es demasiada, el silencio se vuelve el dueño de cada rincón, mientras yo intento hablar sin éxito alguno. Quizás sea el clima, el embarazo o el momento lo que me hace ver el rostro de mi ex empleado como si realmente le afectara lo que vio. Y yo me siento mal, como si me hubiese besado con otro hombre frente a alguien demasiado importante para mi. Quizás el chico que me gusta pero eso no podría ser así. ¿Verdad?

¿Quién es Sam? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora