Capítulo 47

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Sebastián

Mi padre increíblemente me ha estado ayudando a dar con el paradero de Flex, mientras que yo estoy desde hace algunas horas revisando las cintas de la cámara de seguridad del despacho de Sam. Hasta ahora no he encontrado nada, todo sería más fácil si ella recordara la fecha exacta en la cual firmó ese acuerdo.

Tomando un poco de café le doy "play" a una nueva grabación mientras aburrido me pregunto qué estará haciendo Samarie en estos momentos, sola en mi apartamento.

+¿Qué haces?

Envío el mensaje volviendo la vista al video. Al ver que no pasa nada importante lo voy adelantando poco a poco hasta que escucho mi celular sonar.

- Samarie
+ Estoy con Alan

Gruño molesto propinándole un golpe al escritorio con el puño. ¡¿Qué mierda hace ese imbécil en mi departamento y encima, con Sam?!

— Relájate, Sebastián. — me digo a mi mismo sujetando con fuerza el puente de la nariz.

+¿Y qué mierda hace él ahí contigo?

Reclino la cabeza hacia atrás moviendola de un lado a otro. No soporto la idea de que él se le acerque a ella. Sé que deben conocerse de algún lugar por que se les nota cierta confianza que me desagrada.

-Samarie

+ ¿A ti qué te importa? Mejor no nos interrumpas.  ; )

Aprieto los puños con fuerza al recibir su respuesta. Me imagino demasiados escenarios molestos que solo hacen que me desespere. ¿Por eso ella quería que yo viniera a su casa a recuperar el video? ¡Si es que existe un video! ¡Maldición! Mientras ella estará haciendo no-sé-qué con aquel imbécil yo estoy aquí sin poder hacer nada.

— Debes calmarte Sebastián, debes calmarte. — me repito una y otra vez.

Carla

Termino de ojear los documentos que acabo de imprimir, los ordeno haciéndolos chocar contra el escritorio una y otra vez hasta que todos queden derechos. Abro un sobre color blanco y los acomodó dentro para que ninguno se doble. Cuando ya estoy a punto de guardar el sobre escucho como tocan la puerta de mi oficina. Suspiro llena de estrés, desde que sucedió todo el asunto de Samarie llevar la oficina se ha vuelto más pesado.

— Adelante. — digo en tono monótono, tal y como no me gusta.

— ¿Y ese tono tan aburrido? — miro rápidamente hasta la puerta con una sonrisa, esa voz la conozco.

— ¡Roberto! — me levanto de mi asiento saludándolo con un abrazo que a ambos termina por sorprendernos.

— Si hubiese sabido que venir hasta acá causa que me recibas de esta manera, hubiese venido desde antes. — ríe.

Sonrío avergonzada deshaciendo el abrazo y alejándome de él.

— ¿Qué haces aquí? — curioseo en busca de ocultar mi vergüenza.

— Desde que inauguré la heladería haz ido fielmente cada semana y me extrañó no verte por allí, así que pensé en visitarte. — confiesa con las manos en los bolsillos.

¿Quién es Sam? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora