Capítulo 50

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Samarie

La vida a menudo es incierta, por lo cual nos sorprende tanto. No es lo mismo decir "quiero" a decir "lo haré" así como no es lo mismo soñarlo que vivirlo.

En este momento todo lo que he visto suceder a mi alrededor parece una gran actuación o una mentira. Han sucedido tantas cosas que me han tomado por sorpresa que si hubiese tenido un diario en donde escribir aquellos sucesos podría haberse convertido en un gran libro.

Suspiro y me relajo mientras terminan de peinar mi cabello. Estar tan quieta sentada en una silla cómoda a la vez que te peinan hace que te de sueño. Pero yo no puedo dormirme, no hoy, no ahora.

— ¡Eh prima, no te duermas! — aparece Darwin de la nada.

— Procura darme conversación por favor por que estoy a punto de roncar. — contesto con una risilla adormilada.

— Está b... — la voz de mi primo es opacada por otra voz menos grave.

Toc, toc alguien se ha hecho popó de nuevo. — anuncia Carla desde la puerta con mi pequeño en brazos.

Sonrío apenada — Creo que deberás cambiarlo tía Carla, mi estilista no me deja moverme de aquí. — lo señalo encogiéndome de hombros.

— Valeee — contesta alargando la última vocal.

Río un poco. Dirijo mis ojos hasta Darwin quien está muy concentrado mirando el camino por donde se ha ido mi mejor amiga.

— Límpiate las babas. — digo burlona.

El chico reacciona negando con la cabeza. — Juro que jamás me había sentido así.

— ¿Así cómo? — curioseo.

— Así de mal por el hecho de parecer invisible ante Carla.

Suspiro — Eso te pasa por creer que ella siempre iba a estar para ti.

— Lo sé, lo sé. Fue un grave error. Nunca me detuve a pensar en lo que ella sentía, fui un egoísta que siempre pensó en sí mismo. Aunque ahora me doy cuenta de que en realidad quien siempre estuvo para mi es esa misma chica que me trae vuelto loco, aunque me haya tardado en reconocerlo.

— Es triste escuchar eso. — me mantengo dubitativa por unos largos segundos.

— Al menos sé que Roberto la hace feliz. Lo que yo jamás pude hacer. — interrumpe mis pensamientos.

— Basta por favor. Hoy se supone que es un día alegre. No te agobies más con ese tema. Solo déjala ir, Darwin. Si en algún punto de la vida el destino los vuelve a unir, entonces, su corazón te pertenece. Así de sencillo. — sonrío.

Me devuelve la sonrisa. — Tienes razón. Además la vida da tantas vueltas inesperadas que nunca se sabe qué podrá pasar. Imagínate, ahora mismo estás vestida de esta manera en un día tan especial. ¿Quién diría que hoy te casarías con Sebastián?

— Ay ya sé. — digo emocionada — No sé cómo me he dejado convencer para llegar hasta aquí.

Ríe — Nadie se lo esperaba.

¿Quién es Sam? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora