Sebastián
La furia que recorre por mis venas es indescriptible. Por más que lo intento no puedo dejar de maldecir una y otra vez. Samarie ha llegado al límite del egoísmo. ¿Cómo alguien puede llegar a ser tan mala?
Casi golpeo el elevador ante su lentitud. Mi madre está en la primera planta y no sé con certeza qué ha sucedido como para que esté en el hospital. Me siento al borde del colapso, aún así me armo de fuerzas.
Tan pronto las barras de metal se abren, camino a pasos rápidos hasta la sala de urgencias donde veo a "mi padre" un café en mano.
— Oscar, ¿qué le pasó a mi madre? — hablo tan pronto llego a su lado.
Su rostro cabizbajo se levanta logrando verme a los ojos con una triste expresión que me preocupa al instante.
— No lo sé, yo estaba cerrando un negocio por teléfono cuando escuché el grito de una de las sirvientas que encontró a tu madre inconsciente en el piso. — cierro los ojos al mismo tiempo que dejo caer la cabeza hacia atrás. — ¿Cómo está Sam? ¿Todo bien con tu hijo? — lo miro con rabia al escuchar sus palabras. No sé cómo estará Sam justo ahora pero no me interesa. Lo que sí me tiene en este estado es mi hijo el cual la egoísta de su madre regaló. — ¿Por qué me miras de ese modo? — inquiere con extrañeza.
Suspiro, no le daré otra preocupación a Oscar. Además, si le contara lo que pasó de seguro armaría más bronca de la que ya tengo.
— Nada. — contesto seco. — ¿Cuánto más tardarán en decirnos algo? — digo desesperado.
Necesito ver a mi madre, saber qué fue lo que le pasó y asegurarme de que está y estará bien. Pero por otro lado tengo a mi hijo, de quien no tengo una idea de lo pasará. Aprieto mis puños con gran frustración. Necesito hacer algo ya. Por un instante pasa por mi mente la idea de llamar a Carla para que se encargue de mantener a Flex lejos de mi hijo. Luego recuerdo que ella es la mejor amiga de Samarie. ¿Ella sabría todo desde el principio? ¿Puedo confiar aún en ella? Sé que no se lleva para nada bien con Keenan, de todas maneras no sé si deba confiar. Para ser amiga de Samarie Miller debe ser tan podrida como ella, ¿no? ¿A quién podría acudir? En la única persona que puedo confiar es en Gerald y él no está aquí. Ahora mismo debe estar en alguna reunión importante o algo así.
— ¿Familiares de Elena Giordano? — escucho decir a un doctor mayor.
En seguida me levanto acercándome junto al esposo de mi madre.
— ¿Qué tiene mi madre, doctor? ¿Cómo se encuentra? — me apresuro a hablar.
— Dígame que tiene mi esposa, doctor. — habla Oscar a la misma vez que yo.
— Tranquilos, tranquilos. — intenta calmarnos el señor de bata blanca haciendo ademánes. — Al parecer la Señora Elena sufre de problemas del corazón. ¿Tenían algún conocimiento sobre esto?
— ¡¿Qué?! — volvemos a hablar a la vez. — No, no, Elena siempre ha gozado de buena salud. — asegura Oscar
— ¡Pues tal parece que ya no! ¡¿Por qué no la cuidas bien?! — levanto el tono de mi voz.
¿Podría pasarme algo más?
— Tú eres el menos que puede hablar. ¡De seguro está así de mal por tu culpa! — contraataca
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¿Quién es Sam?
RomanceSiempre es lo mismo ¿no? El jefe se enamora de su secretaria. ¿Pero que pasa cuando la jefa se enamora de su nuevo empleado, de su mano derecha? Todos conocían a Sam Miller como un gran empresario lleno de muchas influencias, lo que no sabían era qu...