Capítulo 37

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Sebastián

Dicen que siempre hay que decir la verdad, que más vale decir las cosas como son. Que el dolor de una verdad se afronta, pero que el dolor de una mentira hiere y te hace sentir tan mal que es difícil de olvidar.

Mi noche no había sido tan fácil. El celular de Sam, que había sido confiscado por Perla, y luego pasó a mis manos, tuvo que ser apagado para no recibir más llamadas.

Me comuniqué con los agentes a cargo de la investigación del asesinato de Dominic para que dejaran fuera a Sam de todo esto. Ellos aceptaron cuando fueron a altas horas de la noche a buscarla a su casa, por suerte ella estaba dormida y no se enteró de nada. Pero alguien se tenía que hacer cargo de todo lo que conlleva la muerte del menor de los Miller. Así que sin importar la hora llamé a Carla para que se comunicara con los únicos familiares de Sam y así lo hizo.

A pesar de mis intentos, solo la propia Samarie es quien puede hacerse cargo del cuerpo de su hermano. Así que temprano en la mañana me encuentro en la empresa, específicamente en la oficina de Carla y junto a nosotros se encuentra Darwin.

- ¡Pobre Sam! - exclama su mejor amiga por enésima vez.

- Samarie no se puede enterar de nada. - digo terminando de redactar en la computadora un supuesto documento en el que la misma Sam deja todo el proceso y la toma de desición con respecto a su hermano en mi poder por la obvia situación de su embarazo.

- Por eso nuestra tía está con ella. - me recuerda Darwin.

Asiento. Imprimo el documento y salgo de la oficina sin decir qué es lo que voy a hacer. De lo contrario, ninguno de los dos lo permitiría. Sé que estoy haciendo las cosas a mi manera pero es por el bien de Sam.

Al llegar hasta su casa subo hasta su habitación en donde la encuentro aburridísima con las historias de su tía.

— ¡Sam! — las interrumpo, su tía me da una mala mirada mientras que la rubia sonríe en agradecimiento.

— ¿Ya nos vamos? — hace un gesto para que le siga la corriente.

Lo siento, Sam. Esta vez no voy a ayudarte con tu tía.

— Eh...¿no? — finjo confusión — De hecho, vine para que firmes este contrato con los...Evans. — miento.

— ¡¿Los Evans?! — abre los ojos con gran asombro — ¿Cómo los lograste convencer? — su tono de voz resulta ser bastante alegre y emocionado.

Balbuceo un rato. Sebastián no es hora de joderlo.

— A veces uno se tiene que sacrificar, como con la hija del señor Liu. — bromeo para salir del paso, aunque tal vez no sea eso un gran acierto.

Su boca se abre totalmente indignada, firma los papeles y me los entrega de mala gana.

— ¡Ojalá te cague un pájaro cuando vayas caminando! ¡O mejor aún, que te atragantes con el almuerzo! — dice molesta a lo que yo río.

— ¿Cómo es que firmas sin antes leer? — se entromete su tía. ¡Mierda! ¿Por qué tenía que hablar?

Doy varios pasos atrás aprovechando que ambas se miran a los ojos analizando la situación.

¿Quién es Sam? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora