Samarie
Frunso el ceño y hago una mueca a causa de algo molestoso en mi nariz. Abro los ojos poco a poco encontrándome con una luz blanca bastante potente. Me siento un poco adormilada y cansada, esta vez abro los ojos con éxito logrando ver una aburrida habitación de hospital, una que otra máquina incluída la del suero que tengo en mi mano derecha y a ¿Sebastián? que recién entra a la habitación.
Vuelvo a sentir la molestia de hace un segundo atrás, entonces me percato de que tengo tengo las dichosas mangas de oxígeno.
- Despertaste - dice con ¿alegría? y alivio al verme.
No, aún sigo dormida...pero con los ojos abiertos, tonto.
Contemplo por unos segundos la contestación que le daría, sin embargo creo que no ayudará en nada.
- ¿Qué me pasó? - opto por preguntar.
Se acerca a mi manteniéndose de pie justo al lado de la camilla.
- Todo fue emocional, ibas a confesarme algo y te quedaste sin aire. Intentabas respirar pero no podías, así que te desmayaste. - explica.
Alzo las cejas logrando recordar solo parte de lo que acaba de contar. - ...¿Está todo bien? - me levanto de golpe quedando casi sentada, claro, con la ayuda de Sebastián. Reviso mi barriga como si a través de ella pudiera ver al bebé. De momento me he preocupado demasiado. - Mierda. - susurro ante el dolor en mi espalda.
- ¡Con cuidado! - ríe ante mi arranque - Todo está bien, estabas conmigo cuando te desmayaste.¿Crees que iba a dejar que les pasara algo a alguno de los dos?
Sonrío ante sus palabras sintiéndome un poco incómoda. Para pasar el momento decido subir la parte de arriba de la cama y así de una vez sentirme mucho más cómoda.
- ¿Qué ibas a confesa... - interrumpo a Sebastián sabiendo qué es lo que preguntará.
- ¿No me veo muy mal? - doy cachetaditas en mis mejillas "preocupada" por el color papel extra blanco que puedan tener.
- La verdad te ves horrible. - dice sin más.
Abro los ojos demasiado grande. ¿Quién se cree para decirme que me veo horrible?
Ríe mientras pasa sus manos por mi cabello despeinándolo. - Así está mucho mejor. - se burla.
Entrecierro los ojos - Idiota - ruedo los ojos aún con una pequeña sonrisita en mis labios. Paso mis dedos por mi cabello intentando peinarlo y verme presentable.
- Sam. - me llama
- ¿Mjm? - lo miro directo a los ojos. A los dos segundos capto todo, así que vuelvo a mirar a la nada.
- ¿Qué ibas a confesarme anoche? - inquiere una vez más a lo que yo suspiro.
Es momento de actuar con prudencia, ayer tenía las agallas suficientes para decirle, aunque suene ilógico...Pero hoy no estoy precisamente dispuesta y confiada a confesarle la verdad.
- Sam. - insiste.
- Me-gustas-demasiado...creo-que-me-estoy-enamorando-de-ti. - digo tan rápido que siento que me fatigo.
Sus cejas hacen una especie de movimiento que envido, justo cuando su ceño se frunce. Éste no ha entendido ni papa.
- ¿Qué? -inquiere
Deslizo mis dedos sobre mi cuello rascando levemente en esa zona. Estoy nerviosa...
- Que...me-gustas - vuelvo a instalar un cohete en mis cuerdas vocales.
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¿Quién es Sam?
RomanceSiempre es lo mismo ¿no? El jefe se enamora de su secretaria. ¿Pero que pasa cuando la jefa se enamora de su nuevo empleado, de su mano derecha? Todos conocían a Sam Miller como un gran empresario lleno de muchas influencias, lo que no sabían era qu...