Samarie
Luego de recibir aquella extraña llamada le exigí a quienes nos acompañaban en aquel lugar que me llevaran hasta la vivienda de Flex. Ellos no comprendían nada, así que les expliqué la razón por la cual quería ir a aquel lugar. Sebastián, naturalmente quiso ir conmigo. Los demás se quedaron en la escena intendando pensar qué harían.
Durante el camino, no hubo palabra alguna que rompiera el silencio que se había instalado en el auto. Yo solo quería llegar, al igual que mi acompañante. Cuando estuvimos frente al domicilio, aparcamos y nos bajamos inmediatamente, claro Sebastián tuvo que ayudarme pues dejé el sillón de ruedas. Notificamos nuestra llegada con ansiedad y esperamos a que abrieran para así poder pasar de una vez y por todas.
Justo ahora nos encontramos caminando hasta donde está mi hijo según la señora que me llamó. Mis piernas tiemblan al igual que mis manos. Cada paso que doy es incierto. Miro a Sebastián quien se encuentra con la vista fija al frente viendo a la nada mientras camina como zombie.
— Es aquí. — la voz de la ama de llaves de Flex nos hace reaccionar.
Suspiro tomando de la mano al rubio quien se sorprende por mi gesto, aún así sostiene mi mano con fuerza. La señora abre la puerta poco a poco haciendo que mis nervios se disparen de manera violenta. Comienza a caminar hasta una cuna, por lo cual decidimos seguirla. En solo segundos logramos observar como ella levanta en brazos a un pequeño bebé tan hermoso como aquel del cual me apartaron. Luce más grande y redondito, pero igualmente logro distinguirlo. Suelto la mano de Sebastián cubriendo mi boca por un corto lapso de tiempo pues extiendo mis brazos para cargar a mi hijo sin pensarlo demasiado. La empleada doméstica sonríe con tristeza y lástima entregándome a mi bebé con delicadeza.
Lo cargo con sumo cuidado intentando ver con claridad su hermosa carita, más mis lágrimas hacen que mi visión se afecte. Abrazo a mi hijo y beso su pequeña cabeza una y otra vez. Respiro su aroma sintiendo demasiada alegría. Sinceramente en algún momento pensé que este momento no llegaría.
Sebastián
Seco mis lágrimas al ver tan hermosa escena. Jamás pude ver a Sam en plan maternal y ahora, al verla tan alegre con nuestro hijo en brazos no puedo evitar que las lágrimas salgan de mis ojos. Además de que el momento que tanto anhelé está frente a mi. No logro contenerme, así que abrazo a Sam y a nuestro hijo con todas mis fuerzas. Ella acomoda su cabeza en mi pecho teniendo cuidado de no hacerle daño al pequeño. Sonrío al ver que no se queja ni se hace a un lado.
— Los dejaré a solas. — dice la señora.
A pesar de que ella nos puede ser de gran ayuda en cualquier asunto legal, la dejo ir, pues había querido estar de esta manera con Samarie desde hace mucho.
Deslizo mis dedos a través de la suave piel del bebé quien duerme plácidamente. Sonrío, es tan perfecto.
— ¿Quieres cargarlo? — me vuelve a sorprender.
— ¿En serio? — inquiero extrañado.
Sonríe — También es tu hijo.
Le devuelvo la sonrisa asintiendo. Sam me entrega con cautela al pequeño a quien sostengo de inmediato con cariño. Vuelvo a sonreír, pero esta vez con más fuerza que antes. Tener mi hijo en mis brazos se siente tan increíble que jamás querré soltarlo.
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¿Quién es Sam?
RomanceSiempre es lo mismo ¿no? El jefe se enamora de su secretaria. ¿Pero que pasa cuando la jefa se enamora de su nuevo empleado, de su mano derecha? Todos conocían a Sam Miller como un gran empresario lleno de muchas influencias, lo que no sabían era qu...