parte 10

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El rubio deja la servilleta sobre su regazo y se regocija por la fabulosa cena, mientras se sirve el último vaso de jugo de uva.

Hermione escucha la radio de fondo mientras apenas prueba bocado, la cena fue muy extraña la noche de hoy, primero porque todos estaban muy nerviosos en que los hubieran seguido o podido rastrear, si bien, la poca conversación qué hubo entre los tres, fue pura y exclusivamente, de que la copa era un trasladador, cosa que le trajo varios viejos y escalofriantes recuerdos al morocho, luego de eso no volvieron a dirigirse la palabra ninguno de los tres, la castaña se sentía muy incómoda con Draco estando en su carpa...

Pero tenía una cadena de sentimientos encontrados por dentro, la primera contravención que Hermione tenía, era que no entendía el porqué, pero se sentía confiada y segura estando junto a él, es por eso que no tuvo ningún inconveniente en ofrecer su casa para que se pudieran cambiar y transportar desde allí e incluso en esta última oportunidad para que se puedan resguardar luego de escapar de los terrenos de bellatrix...

Pero después seguía estando aquí el rechazo que él mismo se había ganado por parte de ella durante todos los años anteriores en hogwarts...

—La verdad hermione es que cada vez te superas más cocinando.— Harry se convirtió en Ron y no deja plato sucio en su segunda porción servida.

—La verdad es que sí.— Admite ronco.

—Me alegro...— Se remueve incómoda en la silla.

—Estoy hasta para un tercer plato.— Bromea Harry para que ella se ríe.

—La pequeña Weasley te va a cortar la cabeza de cuajo, Potter si te convertis en la versión 2.0 de su hermano.— Bromea Draco, ganándose una risotada por parte de Harry.

En cambio la castaña se extraña de que sepa del significado del 2.0 ya que es un termino muggle.

—Voy por más jugo de uva...— Se levanta dejando su servilleta sobre la mesa y se aleja a la pequeña cocina necesitando tomar un poco de aire y salir de aquella mirada tan penetrante de Draco.

—Debemos irnos a más tardar en tres horas, Potter, no es seguro que nos quedemos acá...— Sisea.

Harry asiente sirviéndose su tercera porción.

—¿Hay algo que no me estés diciendo? Te noto muy tenso.— Aprieta sus labios intentando analizarlo detrás de sus gafas.

—No podemos quedarnos acá, Potter, de ningúna manera... De todos modos, ya volví a reforzar las salvaguardas pero no me da buena espina que estemos por acá... No por nada mí tía hizo que el horrocruxe sea un trasportador.— Pasa su mano por su barbilla pensativo.

El horrocruxe había sido eliminado, gracias a Draco, cuatro horas antes, quién era el afortunado de llevar el colmillo de basilisco en su mochila que ya había destruido el diario de Tom Riddle en manos de Harry en segundo año.

No quiso mostrarlo delante de la castaña ya que ellos dos fueron el año pasado a fines del curso  quienes ingresaron a la camara de los secretos en busca del mismo.

Harry agradeció el gesto, ya que si la castaña observaba el colmillo sus engranajes comenzarían a pensar y quizás eso la llevaría a deducir que tiene lagunas en su cabeza.

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—¡¡Draco!! No te dejaré hacerlo solo...— Se coloca frente a la puerta de la antigua habitación del rubio en las mazmorras.

—¡Hermione! Por favor tengo que ir.— Se queja apretando sus labios y quedándose perdido en sus perfectas pecas casi invisible.

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