Michelle
Estaba muy nerviosa, de verdad, jamás había hecho algo como esto. Bueno, en realidad sí, me habían sometido a psicólogos antes, pero digamos que no fueron experiencias que me gustarían repetir, además de que se lo contaban todo a mis padres. ¿Dónde estaba el secreto de profesión? Ugh. Por suerte, nunca fue por mis cortes, ya que no sabían que practicaba autolesión, solo por mis cambios de humor que, los psicólogos definieron como una etapa normal de mi adolescencia. Já, si solo supieran lo diva que era... Lo máximo que podría cambiar era a pija, no a este extremo tan heavy. Vic apretó mi mano, intentando relajarme y me rodeó con su brazo, atrayéndome a él.
—Verás como os llevaréis bien, confía en mí. —Pidió con su característica sonrisa, yo solo me limité a asentir. No podía decir nada. —Eh... —Murmuró. —No estás sola esta vez, no va a ser igual que las demás, no están tus padres. —Añadió con delicadeza. Posó su mano sobre mi mejilla con suavidad y la acarició con su pulgar. —Ahora todo va a cambiar, por favor, creeme. —Cerró los ojos, pegando su frente a la mía. Unió sus labios a los míos, dejándolos así, sin moverlos, solo manteniendo el contacto. Tomé su rostro en mis manos y los presioné más, necesitándolo como nunca.
—Te creo. —Respondí contra su boca antes de besarle como era debido.
Solo duró un par de segundos y volví a esconderme en su cuello, pasando un brazo por detrás de este y subiendo mi otra mano para entrelazarla con la primera. Cerré los ojos para poder sentir esa paz que me transmitía estar con él y suspiré, sintiendo que me faltaba el aire. Si me paraba a pensar en el recorrido de mi vida desde que nos conocimos, había pocos momentos en los que no estaba a mi lado, apoyándome para que pudiera salir adelante. Realmente, nunca había visto a Vic como un amigo, siempre ha habido algo más, incluso cuando solo nos habíamos cruzado en el pasillo. Entre nosotros existía una conexión inexplicable que jamás experimenté con nadie y me daba miedo, muchísimo miedo descubrir qué sentía al verlo, qué era ese vértigo en mi estómago cuando nos tocábamos y por qué mi felicidad dependía de él. Quizá estaba enamorándome sin querer, cayendo poco a poco por alguien que podía hacerme sonreír con tan solo hacerlo primero. Por alguien que aparecía en mi camino en el momento oportuno, cuando más necesito ayuda, alguien con quien no tengo la necesidad de pedir que me de la mano porque ya la tiene entrelazada con la mía. Era tan malditamente agradable y mágico cada segundo que pasaba a su lado que me costaba creer que era real. Me sentía en un sueño que parecía la realidad. Todos los días me preguntaba cómo sería despertarme y ver que nada es real, que sigo viviendo con mis padres y siendo atormentada por mis miedos y culpas. ¿Culpa de qué? Ni yo lo sabía. Llevaba tanto tiempo sufriendo que no era capaz de reconocer el principio de todo esto. ¿Cómo podría recomponerme? ¿Cómo volvería a ser yo si ya ni siquiera sentía nada? ¿Cómo recuperaría la sensibilidad de mi piel acostumbrada a los cortes? Literalmente, no sentía el más mínimo dolor cuando pasaba la cuchilla sobre mi brazo derecho, por eso, a pesar de ser zurda, había comenzado a cortarme con la otra mano, solo para poder sentir dolor físico de nuevo y librarme del emocional. Me sentía completamente devastada y derrotada. Creía que lo que me afectaba eran mis padres, pero ya no estaban. Creía que lo que me afectaba era el bullying que me hacían en el instituto, el rechazo completamente abierto que ni se molestaban en esconder, pero Tony, Vic, Kellin, Mike y Jaime se habían ocupado de acallar los murmurios cuando yo pasaba y los insultos. Incluso habían conseguido parar las bromas pesadas. Y fue entonces cuando tuve verdadero miedo, porque aún que todo fuera "bien" seguía cortándome y provocándome dolor. Seguía sintiéndome menos que cualquiera y eso significaba que yo era mi propia enemiga, que había llegado al punto de estar rota en un millón de pedazos de manera que nada ni nadie pudiera recomponerlos. Y eso me asustaba de un modo jodidamente anormal. No debería temerme a mí misma, pero lo hacía. Oí la puerta de mi derecha abriéndose, sacándome de mis pensamientos, no miré hacia ella, no quería entrar allí y tenía la esperanza de que no fuera mi turno. Pero cuando Vic se movió y tocó mi hombro, supe que no podía librarme.
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Saving You {Vic Fuentes}
Fanfiction-¿Quién eres? -Pregunté confusa. -Solo soy Vic. -Se encogió de hombros.