Capítulo 4 {San Diego}

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Michelle

Cuando salí del instituto, Kells estaba esperándome en la puerta. Una sonrisa enorme se dibujó en mi cara al recordar que volvía a tener a mi primo conmigo. Corrí hasta él y nos fundimos en un largo abrazo.

—¿Todo bien? —Preguntó con algo de preocupación.

—Claro, todo bien.

—¿Y esa efusividad en abrazarme?

—Hey, ¿No puedo abrazar a mi primo favorito? —Bromeé divertida.

—Soy tu único primo, idiota. —Rió brevemente y le sonreí.

—Bueno, pero podría odiarte. —Me encogí de hombros replicándole.

—Pero me amas. —Me sacó la lengua, burlón.

—Pero te amo. —Afirmé riendo.

Comenzamos a andar de vuelta a casa cogidos de la mano. Kellin hacía cualquier cosa para hacerme reír, aunque no hacía falta porque solo el hecho de que estuviera conmigo me alegraba el día. Teníamos que ponernos al día con estos últimos dos años en los que las visitas han sido demasiado escasas, por no decir nulas.

—Bueno, Elle... ¿Y qué tal ha ido... Tu día? —Preguntó con delicadeza. Já, si supiera lo acostumbrada que estaba a todo esto...

—Mejor que ayer. He estado en todas las clases con una chica, es muy amable. Y por cierto, no dejaba de preguntarme por ti. —Le empujé con mi hombro en broma, haciéndole reír.

—Ya bueno, es el efecto Quinn, ya sabes. —Se hizo el engreído y reí.

—A mí el "efecto Quinn" no me funciona. —Le saqué la lengua.

—Lo usarás mal, enana. Porque nadie se resiste a esto. —Se señaló a sí mismo.

—Excepto Laia. —Recordé a la chica que le gustó por tres años y jamás consiguió.

—Cállate, Taller.

—No quiero, Bostwick. —Reí descaradamente y Kell me miró mal. —¿Sabes qué, Kelloggs? Creo que le gustas a mi amiga...

—Obvio.

—Aún que no le gustaras a Laia. —Estallé en carcajadas al ver su cara. De repente, me cogió de la cintura y me puso en su hombro para comenzar a correr.

—¡Para, Kellin, vamos a caernos! ¡Para! ¡Déjame en el suelo! —Comencé a gritar como una loca, intentando que me soltara, pero no me hizo caso, siguió corriendo mientras se reía de mi desesperación y mis golpes. Cuando se cansó, me bajó de su hombro y nada más tocar el suelo, golpeé su cabeza.

—¡Auch! ¿¡Qué te pasa!? —Se quejó molesto.

—¡Qué te pasa a ti, idiota! ¡Podríamos haber caído! —Eché mis brazos al aire, expresando mi enfado. Kellin frunció el ceño.

—Vamos, Mich. Ni siquiera pesas, era imposible que no pudiera contigo... —Su voz se apagó y me miró serio. —No estás haciendo ninguna tontería, ¿Verdad? —Preguntó acercándose a mí, examinándome de arriba a abajo.

—Hey, hey, hey, para el carro Bostwick, por mucho que me insulten no voy a dejar la comida, soy una adicta, ¿Recuerdas? —Intenté bajar la tensión de su preocupación con una pequeña broma.

—Más te vale, Michelle, eso sería lo último que te falta. —Suspiró apenado. Fruncí el ceño.

—¿Qué estás insinuando?

—Que ya te haces el suficiente daño como para encima autodesnutrirte. —Dijo serio. Arreglé mi camiseta y mi mochila, colocándola mejor en mis hombros.

Saving You {Vic Fuentes}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora