Michelle
Mi cálido, maravilloso y perfecto sueño fue interrumpido por unos golpes en la puerta que no me molesté en responder. Me acomodé entre las sábanas, decidida a ignorar quien quiera que fuera el que me molestaba. Un par de segundos después, los golpes cesaron y volví a estar sumida en un cómodo silencio que me permitió tocar de nuevo a Morfeo con la punta de mis dedos, pero, de repente, alguien tiró de la sábana que me tapaba, dejándome completamente desprotegida y provocando que el aire frío de la habitación me agrediera vilmente. Gruñí aún casi dormida y no habría hecho caso de quien me quería despertar si no fuera porque unas fuertes manos tiraron de mis tobillos, haciendo que la camiseta de Kellin con la que dormía, se levantara dejando ver por completo mi ropa interior. Abrí los ojos de golpe, en parte por el miedo que me entró al recordar esa misma escena pero en películas de terror y en parte porque no sabía quién la había provocado. Una vez comprobado que era el estúpido de mi primo, rodé los ojos con otro gruñido de desagrado.
—Me caes mal. —Gruñí matándole con la mirada.
—Sabes que no es cierto. —Rodó los ojos. —Y ya es hora de que te levantes, llevas tres días sin salir de casa, incluso ayer rechazaste que Vic viniera a verte otra vez. ¡Vic! —Exclamó abriendo más los ojos, dando a entender que era una locura haber rechazado al chico que me gus... A Vic.
—¿Y qué? No estoy de humor para salir y me cansa que vengan a verme, me hace sentir enferma. —Me quejé bajando su camiseta para volver a taparme y me libré del agarre de sus manos para poder abrazarme a mis rodillas aún tumbada, sintiéndome más pequeña y aceptando lo insignificante e inútil que era.
—No puedes seguir así, Mich, eres fuerte y...
—¡Dejad de decir eso, joder! ¡Cada puta persona que me conoce repite lo mismo y creo que ya he demostrado lo suficiente que no lo soy! ¡No soy fuerte, Kellin, por mucho que me lo repitáis! ¡Si lo fuera no me dolería tanto que ni siquiera mis propios padres me aceptan! —Le interrumpí, gritando con toda la potencia de mi garganta.
Las lágrimas volvieron y escondí mi cabeza debajo de la almohada, apretándola fuerte entre mis manos porque, creedme, lo que sentía por dentro era muchísimo peor que mil agujas clavándose en tu cuerpo o que una bala te atravesara y eso es porque jamás, ni en un millón de años, pase lo que pase, nunca, nunca el dolor físico superará el psicológico. Si te cortas, te pones una tirita, si te hieren, te vendan, si te rompes un hueso, te escayolan, pero cuando el problema son las voces que hay dentro de tu cabeza todo el tiempo, repitiéndote lo poco que vales y lo nada que importas a la gente, ¿Qué haces? ¿Cómo mierdas se cura eso? Porque, de verdad, necesito estar sana del todo. Necesito poder sonreír de verdad sin depender de nadie, sentirme segura aún estando sola y ser capaz de hacer las cosas por mí misma, sin necesidad de que alguien me empuje a ello. Pero estoy tan rota, tan jodidamente rota por dentro que era como un virus que me consumía poco a poco de la manera más dolorosa posible y sin descanso. Mordí la almohada para no sollozar, estaba cansada de parecer débil, de sentirme débil, de ser débil. Estaba cansada de este puto mundo que era malditamente injusto con todos, que le daba la felicidad a algunos y se la arrancaba sin anestesia a otros. Necesitaba irme de aquí, dejar de ser un estorbo para Kellin, para Vic, para todos. Desaparecer sin dejar rastro y saber que nadie preguntaría por mí, eso era mi esperanza y mi necesidad.
—Michelle. —Oí el murmuro delicado de mi primo y seguidamente, sentí cómo se movía sobre la cama para tumbarse a mi lado y abrazarme con suavidad. —Eh. —Habló con voz pausada y tranquila, apartando lentamente el objeto que tapaba mi rostro. —Escúchame. Sé que no nos crees cuando te lo decimos, pero es cierto, Mich. Puedes hacerlo, cree en ti. ¿De verdad dos personas con las que casi no tenías relación importan tanto? —Preguntó acariciando mi hombro.
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Saving You {Vic Fuentes}
Fanfic-¿Quién eres? -Pregunté confusa. -Solo soy Vic. -Se encogió de hombros.