Reino de ciudades libres de Sukavati, Bosques Eternos, año 115 de la "Nueva era".
Habían pasado nueve años desde la primera vez que se encontraron en el bosque. Y cada vez estaban más convencidos de que la casualidad no había jugado un papel preponderante en dicho encuentro. En todo ese tiempo ambos continuaron viéndose dentro de los Bosques Eternos, y la pasaban de maravilla juntos. Inventaban juegos, hacían promesas al viento y le contaban sus secretos al gran sefirots.
—Este árbol es mágico. —Afirmó Uneg. Selket rió como todas las veces. Ya no era una niña y no tenía intensiones de visitar árboles mágicos, sino de ver desnudo a su amigo. En su cuerpo estaba aflorando la mujer en la que se convertiría. Lo tomó del brazo con ambas manos y acomodó la mejilla contra su hombro.
Selket iba acercando la mano lentamente a la de Uneg, cuando sintió que la tocaba, él la quitó con brusquedad y luego se arrepintió y la tomó lentamente. Ella se enfadó por haber sido rechazada y esta vez fue quien quitó la mano cruzando luego los brazos. De modo que Uneg se puso de pie y la enfrentó, agachó su cabeza a la de ella y la besó en la boca de un arrebato. Selket abrió la boca lentamente, dejando entrar la lengua húmeda de ese muchacho al que amaba, sus brazos lo envolvieron con fuerza y sus dedos lo acariciaron con ternura. Comenzaron a quitarse las prendas uno al otro y en un momento se sintieron observados por el viejo sefirots. Ambos sonrieron.
—Es solo un árbol. —Dijo ella cuidando de que nada alterase ese momento con el que había estado soñando. Los dos estaban desnudos y se dejaron caer sobre el colchón de hojas aterciopeladas del sefirots. Selket lo dejó entrar en ella al tiempo que abría lentamente la boca, expirando un suspiro que le hizo erizar los pezones rosados.
El sefirots de hojas blancas era realmente imponente. A estos árboles se los marcaba con trazos verticales de una pulgada por cada invierno que pasaran, este era tan viejo que los primeros trazos estaban muy altos para contarlos, pero por la cantidad que se veían abajo, eran más de dos mil. Por alguna razón, la tradición se había cortado y ya nadie venía a marcar sus nuevos años, no podían imaginar la cantidad de tiempo que hacía que nadie lo marcaba, por eso sería aun más difícil determinar la edad del árbol.
—No había visto nunca uno tan grande como este. —Aseguró la muchacha—. ¿Cómo sabes qué es mágico?
—¿En serio? No es tan grande... pero sí que es mágico —Aseguró el muchacho mirándose la entrepierna. Y dejando escapar una sonrisa.
—Estoy hablando del árbol, tonto —río animadamente, estaba completamente enamorada. Había pasado el mejor momento de toda su vida. No podía dejar de sonreír, no podía dejar de mirarlo.
—No lo sé, pero el tiempo es más pesado cerca de él. Cierta vez estuve toda una tarde aquí sentado y cuando regresé al poblado parecía que no solo había pasado una tarde sino días enteros. —Sostuvo Uneg.
—Eso no puede ser...
Terminaron de bañarse en un bodón y regresaron humedeciendo las ropas con el cuerpo mojado. Tuvieron que esquivar a unos soldados jóvenes que entrenaban con armas corteses en el bosque. No se habían dado cuenta que al buscar donde bañarse se acercaron demasiado a la zona de alquerías donde los muchachos que querían convertirse en escuderos eran contratados como protección, a precios mucho menores que el de los caballeros o soldados de verdad.
Llegaron nuevamente al sefirots, allí se sentían guarecidos.
—Pasemos la noche aquí. Juntos. Mi padre se enojará, pero no por mucho tiempo. —Sugirió Selket.
—Pasaría mi vida aquí, junto a ti... —Respondió Uneg.
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Lágrimas que caen en el corazón del mundo - (Libro 1)
Fantasia(COMPLETADA)-El heredero al trono ha sido desterrado a un reino lejano y deberá regresar a reclamar lo que le pertenece mientras se enciende la montaña y se inicia las cacerías de dragones de las cuales nunca nadie ha regresado en los últimos mil añ...