Imperio de Kyoga, ciudad de Kyoga, año 127 de la "Nueva era".
Se miraba el brazo marcado y miraba la alcantarilla que corría hacia el Itr-âa. Allí había sido desmembrado su honor. No muchos lo sabían y podía casarse con cualquier hombre del reino. Después de todo era una Princesa. Pero lo sabía ella y la sola idea de que ese animal estuviera vivo, la enloquecía. Caminó por la plaza principal, atravesó la calle de las curtiembres y se dirigió a la taberna donde los soldados lo habían dejado escapar, si su padre no los hubiera ejecutado, ella todavía los estaría torturando por ineptos. Miró con desdén a las prostitutas que se escurrían dentro del callejón, por su culpa los guardias le perdieron el rastro.
Desde que ella escapó tras aquel niño con el que solo quería jugar y al que no volvió a ver nunca más y perdió las ganas de volver a jugar para siempre, hasta este mismo momento en que estaba recordando cada detalle, todo siempre le pareció un sueño, una pesadilla, una vida prestada que en algún momento debía devolver. Luego de rumiar por todos esos pensamientos, las palabras de su hermano le hicieron eco: si ella hubiera hecho caso una sola vez en su vida, nada de eso le hubiera sucedido.
Skadi llevaba una pluma y un tintero en su talega de cuero con fondo recto, muy similar a un carcaj, pero de forma rectangular. Disponía también de un compartimento para el papel. Se sentaba y escribía durante largo tiempo, trataba de recordar los pensamientos que había tenido cuando estaba siendo violada, era como si el tiempo se hubiera detenido y arrastraba los momentos como un carro de ruedas cuadradas. Cada embestida que Xolotl daba, empujando su tronco dentro de ella, la hacía ver las estrellas, también recordó que entre todo ese dolor y vergüenza hubo placer, un pequeño girón de placer que cada tanto la transportaba haciéndole el momento no tan asqueroso como en realidad era, primero pensó que era su cabeza que lo había hecho para permitirle conservar la cordura, pero luego se dio cuenta de que si ella eligiera a quien la embistiera en lugar de ser arrebatada por un ser horrible, seguramente disfrutaría mucho de eso. Intentó dejar de pensar en esas cosas, «No eran propias de una Princesa, su madre estaría avergonzada» las palabras de las cuidadoras le retumbaban desde dentro de las orejas, como si ellas le hablaran en lugar de oír.
—Si hubieran hecho su trabajo y me hubieran protegido en lugar de estar coqueteando, nada me hubiera pasado —Dijo en voz alta, aunque estaba sola.
Desde niña aprendió mil historias de venganzas que siempre eran llevadas a cabo, de hombres y mujeres pacientes que aguardaban el momento preciso para dar muerte a aquel que los había humillado o asesinado a su familia. Todas esas historias terminaban en una justicia casi mágica que ahora a ella le costaba creer. «Un sajmet nunca olvida, un sajmet nunca olvida». —Se repetía todo el tiempo, como si el solo hecho de pronunciar esa frase estúpida invocara a alguna especie de Dios que la ayudara a encontrar a ese engendro.
*
Entró en el laberinto acompañada del último Mago que salió de él. Se llamaba Anguira y lo había descifrado una veintena de veces. Aseguraba que era tan difícil para él perderse dentro, como para un hombre común salir vivo de allí.
Una sombra reflejada por las rocas tenía un aura brillante, de pronto su cabeza entró en una confusión que la ensordeció. Skadi Trató de encontrar con la mano, la manga larga del cortesano y la apretó con fuerza hasta que finalmente se calmó.
El aroma del laberinto era espeso y húmedo, aunque el lugar era tan seco y áspero como el mismo desierto que comenzaba inmediatamente después de que el laberinto terminara. Los rayos del sol se perdían entre los muros tan altos como montañas, intentando escurrirse entre las hendiduras de la roca desprolija, y cuando lo hacían, eran como latigazos de fuego que provocaban ardor en la piel de la niña, blanca como la de su madre.
Algo había pasado allí, algo fuera de su comprensión. Lo que estaba viendo en ese instante desapareció, se esfumó y en su lugar quedó una secuencia de imágenes sucesivas que visitaron sus ojos cargando algún vestigio de tiempo de otro momento, uno impreciso, pero que ella conocía. Ese tiempo pasado estaba allí, cerca de este presente, presionando contra lo que ahora estaba transcurriendo, arañándole las espaldas, queriendo ser parte de los momentos que estaban fuera de su alcance.
Lo reconoció, era él y un montón de pinturas horrorosas, pero en él se veía ella ¿Cómo podía ser? La había llevado consigo, esa parte que le había robado de niña.
—Quiero irme de aquí. —Solicitó Skadi. Anguira la miró comprendiendo sus deseos.
—Vamos, salgamos. Tome mi mano. —Contestó el Mago.
Se fue a dormir intranquila, otra vez soñó con ella misma reflejada en él, se veía de frente, pero esta vez prestó atención de verdad. Detrás de ella había un paisaje inusual, como si fuesen praderas; y delante, una playa de arenas blancas. No era el Musspell, había estado en Carahue junto a su padre algunos años atrás y era un llano desértico. Lo que aquí veía eran valles y praderas verdes.
—Valles y praderas. —Se despertó diciendo.
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Lágrimas que caen en el corazón del mundo - (Libro 1)
Fantasía(COMPLETADA)-El heredero al trono ha sido desterrado a un reino lejano y deberá regresar a reclamar lo que le pertenece mientras se enciende la montaña y se inicia las cacerías de dragones de las cuales nunca nadie ha regresado en los últimos mil añ...