Capítulo 2

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Los cuerpos de todos los pacientes que hasta ahora siguen en cuidados intensivos están despiertos y siendo atendidos por enfermeros. Pero los tres cuerpos más importantes para mí ni se mueven. Llevan dos semanas inconscientes. La única que a veces despierta es Aleena, pero gracias al dolor es vuelta a dormir. Los mantenemos a base de suero que fue donado por hospitales (claro, antes de que todas las instalaciones de todo Estados Unidos fueran saqueadas por Rusos y China), algo de caldo y más nada. No les hemos puesto más drogas para que despierten, pero no lo hacen, y estoy comenzando a asustarme.

"Juraría que están muertos de no ser porque aún le conseguimos pulso", dijo Andrew la última vez que vino.

Nadie sabe qué son, claro, todos menos yo. Tienen guardias militares con grandes armas cuidando la puerta de la carpa donde ellos descansan.

- Revisión rutinaria – digo hacia uno de los guardias para que me deje entrar a verlos.

- Pasa – dice uno de los guardias, abriendo la cortina de la carpa.

Apenas entro veo las tres camillas, pero una de estas está vacía. Aleena está inclinada sobre la camilla vecina a la de ella y acaricia el cabello rubio platino de quien se encuentra aquí. Parece hablar con ella.

- Ya deberías despertar – le susurra. – Mira, como yo. Tienes que despertar y despertar al tío también.

Me acerco un poco con la intensión de consolar a Aleena, pero apenas veo el rostro de Sopphie dormido y lleno de cicatrices por el accidente que sea que hayan tenido hace que el corazón me dé un vuelco. Su cuerpo está pálido, justo como la recordaba (¿pero ella me recordará a mí?), sus pestañas largas y espesas que le rozan los pómulos regordetes, que en estos momentos no tienen mucho color y sus hermosos labios rosados apenas abiertos. No puedo evitar sentir una punzada de culpabilidad. Debí buscarla más, debí haber hecho algo al respecto.

- No deberías estar aquí – murmura Aleena, sin voltear.

- Es mi trabajo asegurarme que estén bien – digo acercándome a la cama, sentándome del lado opuesto de Aleena. – Tu madre es muy guapa. – se escapa de mis labios.

Aleena me dá una mirada de malos amigos. Dios, si las miradas mataran...

- ¿Qué quieres? – espeta con repugnancia. ¿Pero qué le sucedió a mi dulce y tierna hija?

- Que ustedes estén bien y cómodos – respondo, extrañado por su nueva actitud. –. Aunque, si quieres responder, ¿puedo hacerte unas preguntas?

Aleena suspira, deja de mirarme y dirige toda su atención a Sopphie y su cabello. – Mi madre me prohibió hablar, dijo que si decía algo equivocado nos iba a costar todo lo que hemos hecho hasta ahora.

- ¿Pero qué es eso que han hecho hasta ahora? – pregunto, acercándome más al cuerpo de Sopphie y por ende a ella. Me pica la mano de tocar a Sopphie, pero si tan solo hablar de ella hace que Aleena me asesine con los ojos, no quiero saber que sería capaz de hacer si la toco.

Aleena abre la boca y vuelve a mirarme, como si me fuese a decir todo, pero luego vuelve a cerrarla de golpe. – Eso es información clasificada, justo de la que no puedo hablar.

- ¿Al menos me darías una pista? – Aleena no responde, solo me mira y luego vuelve su atención al cabello oro de Sopphie. Suspiro, rendido. – ¿Sabes? Yo conocía a tu madre.

- ¿Qué? – dice Aleena, atónita.

- ¿No me recuerdas Alee? – "Soy tu padre", estuve tentado a decir, pero mantuve la boca callada.

Aleena ladea la cabeza. – Jamás viví aquí en la Tierra. – Eso me dejó con más preguntas que respuestas – Esta es la primera vez que vengo y mira como termina todo. – dice con una mirada triste. – Soy un objeto de mala suerte. – susurra, casi inaudible.

Y eso me deja un mal sabor en la boca, al revivir un recuerdo de Ashley (la verdadera madre de Aleena... mi exnovia... persona que intentó matar a Sopphie... varias veces) y yo, cuando un día los dos nos caímos de una moto que yo conducía, lo cual nos dejó en el hospital, ella se culpaba una y otra vez, tuve el breve presentimiento de que lo decía para que yo la consolara, pero veía culpabilidad en sus ojos.

"Me dijiste que irías solo", sollozó una vez que nos quedamos sin enfermeras en la sala de emergencias "debí hacerte caso. Soy una estúpida, un objeto de mala suerte".

- No lo eres, peque... Alee – me corregí al ver su mirada – Solo fue... ¿qué fue exactamente?

Aleena suspiró, necesitaba desahogarse. – Mi mamá y el tío querían venir hasta acá para acabar de inmediato con el asunto de la guerra...

- ¿Guerra? – le interrumpo.

- Sí, ¿qué no te has enterado de nada? – pregunta incrédula – Los humanos nos declararon la guerra desde hace cinco años, pero nosotros no queremos luchar solo queremos salvarlos, pero ¿cómo podremos hacerlo si ni siquiera nos dejan movilizarnos por aquí? Si supiesen que debajo de ustedes está la fuentes de nuestros problemas y un arma para ustedes, ese estúpido Clubst... – y de pronto se calla llevándose la mano a la boca y abriendo mucho lo ojos. – Yo... no debí decir eso. Oh no, no, no, no. Mi madre me matará, me asesinará. – se lleva las manos a la cabeza y comienza a dar vueltas por toda la habitación, y cuando menos me doy cuenta está comenzando a hablar en francés.

"Las malas mañas quedan", dice algo en el interior de mi cabeza. Se parece demasiado a Ashley, la forma de su rostro, el color de piel, la forma de sus ojos, su forma de ser, su malgenio, su interés en el francés.

- Ella no te hará eso – digo levantándome y posándome frente a ella, queriéndola abrazar, pero deteniéndome por la forma en la que pueda reaccionar. – Tu madre es la persona más bondadosa y amable que pueda existir en este universo, no te hará daño por más estúpido que sea lo que hiciste.

Aleena asiente y luego mira hacia abajo para secarse unas lágrimas disimuladamente. – Ven acá – le incentivo – Un abrazo.

Parece vacilar, solo un poco, bueno no, un montón. – Estoy bien, gracias. – susurra y luego se da media vuelta y se sienta otra vez en la camilla.

Cuando de pronto un movimiento llama mi atención, en la otra camilla el tercer cuerpo se mueve. Había intentado ignorarlo durante estas semanas, pero ahora que está despertando será inevitable.

El cuerpo de la tercera camilla abre los ojos, son marrones pero alrededor de las pupilas hay verde que después se fusiona con el marrón, su piel es tan pálida como la de Sopphie, la forma de sus ojos es igual a la de Sopphie, su cabello es rojizo pudiendo confundirse claramente con marrón y su cuerpo es delgado, pero eso no puede evitar que tal vez sea fuerte. Apenas llegaron mandé a hacer una prueba de ADN con los dos, y si no hubiese sido un éxito hacerlo bajo tierra diría que es casualidad que se parezcan tanto (a excepción de unas pecas casi transparentes de parte del chico), tengan el mismo tipo de sangre y que Aleena le llame tío.

Pero, no, es real.

- ¡Tío! – gritó Aleena, corriendo a abrazarlo, y este le abrió los brazos y la apretó a él. De inmediato me invadió una envidia.

Matías tenía razón, él es Rubén Kitane... el verdadero hermano de Sopphie.

Revolution - Descendientes de Steven Universe #3 [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora