Revolution - Descendientes de Steven Universe #3 [Terminada]

Capítulo 7

Sopphie parece entrar en un trance, está en shock, sus ojos miran el rostro de Edgar con mucha sorpresa, obviamente no se esperaba eso. Rubén mira a todas partes, creo que está haciendo cuentas rápidas. Mientras Aleena mira asustada a su madre.

- Te dejé sin habla, preciosa – murmura mi tío. Joder, ¿qué no entiende que nadie le puede decir así menos yo? – Lamento tener que ser así de rudo, pero no me dejan de otro. Estoy contra la espada y la pared.

- ¿En serio nos está pidiendo tres millones cuatros cincuenta mil gemas para enviar a pelear? – dice Rubén, confundido. – Con eso haría una ciudad, ¿para qué malgastarlo en pelear?

- Sr. Kitane – dice Edgar – Estamos en guerra, tengo tres países y siete bases militares en mi contra, y no tengo más de cinco mil hombres para enviar a pelear.

- Haga lo que nosotros. – dice Sopphie, saliendo de su trance finalmente – Cree alianzas.

- Creo que está dudando de mi manera de ejercer mi autoridad, Srta. Blanca – comenta Edgar con un toque de diversión asquerosa en su mirada y tono.

- Siendo sincera, no es la única cosa que cuestiono de usted. – Edgar ensancha una sonrisa lentamente, él piensa que Sopphie está coqueteando con él. Pero no lo está haciendo, idiota. – Hasta ahora, solo llevo cinco años en el Planeta Hogar y he creado cuatro alianzas con planetas vecinos.

- Eso es lo que yo estoy intentando hacer con usted, majestad Blanca – dice Edgar – Quiero una alianza con usted.

- Usted no quiere una alianza, - dice Sopphie poniéndose de pie, ahora parece enfurecida – usted quiere una recompensa por haberse dado cuenta que seres de otro mundo habitan en el planeta que usted cree suyo. Pero déjeme abrirle los ojos ante el mundo. La Tierra está en conflicto por problemas sin sentido: petróleo, comida, importación y exportación, fama, potencias mundiales. Y sabe que es lo más tonto: ustedes solo deciden usar la fuerza y no la cabeza. Le daré una idea y espero que usted la use bien: nominen a un líder de amnistía y reúnanse para llegar a un limpio acuerdo, no más muertes, no más peleas, no necesitará cinco millones de mi gente. Sin embargo, sé que usted, un simple humano con basura envés de cerebro, no hará nada. – Sopphie parece muy enfadada ahora.

- Déjeme que le detenga ahí. – dice mi tío, ahora el también parece molesto. – Nadie en mi instalación, ni en mi cara me dirá qué hacer o qué no hacer. Como veo que este trato no va a ningún lado mi ley cobrará vida. Las aproximadamente 80 gemas que tengo encarceladas se irán inmediatamente con el resto del ejército que se fue ayer y se les aplicará justicia a ustedes tres...

Al terminar de decir eso, Aleena, Rubén y Sopphie son detenidos por dos guardias cada uno. Inclusive yo fui detenido. Intento liberarme, al igual que Aleena y Rubén, de los guardias. En cambio Sopphie mira con una sonrisa a Edgar.

- ¿Usted en serio piensa que eso sucederá? – pregunta Sopphie cínica hacia mi tío.

- Pues, creo que soy el líder aquí y yo pongo la reglas. Así que, creo que sí. – responde con simplicidad mi tío. Luego se acerca a Sopphie y le agarra el mentón. – Amenos que estés dispuesta a negociar. – dice pasando su inmunda mano por el cuello y los hombros de Sopphie.

- No, no lo estoy. – dice Sopphie, con el mismo tono de voz. – Tú no quieres nada, no quieres gemas, no nos quieres a nosotros y no quieres más peleas. – dice ahora con un tono más duro.

- ¿Qué? – dice mi tío, y ahora su voz suena como si estuviese drogado.

- Jamás quisiste esto. Nos dejarás libres y dejarás de batallar.

- Sí... – dice mi tío.

- Coerción – nos aclara Rubén a Aleena y a mí.

- Suéltenlos. – demanda mi tío a los guardias. – Déjenlos irse. – los guardias, confundidos, nos liberan.