Capitulo 53

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Con un esfuerzo sobrehumano logré abrir mis ojos a la realidad y ver frente a mí algo que jamás creí ser posible. Frente una figura exuberante y llena de luz que jamás había visto
en mi vida crecía y crecía, hasta haber adoptado la forma de una persona de más de cinco metros de alto, más, aún brillando, comenzó a encogerse hasta estar a la altura de una supermodelo de esas de dos metros. Lo único que en ese momento yo sentía era dolor, y hubiese dado lo que sea porque fuera físico, pero no, era emocional. Era por la pérdida inoportuna de Rubén.

Intentaba desviar mi mirada para ver a Rubén, comprobar si estaba vivo o muerto, pero el mero recuerdo de cómo lo apuñalaban era una condena que me obligaba a cerrar los ojos y dormirme hasta no volver a despertar, por lo que me decidí después a solo mirar la figura que ahora, se veía más radiante, pero solo lo suficiente como para poder verle sin entrecerrar los ojos. Quede en shock completo al verla frente a mí.

- D-diamante…

- Blanco. – culminó esta, con sus vestiduras completamente blancas y sus ojos grises, era todo un shock verla. – Y supongo que tú debes ser una de mi bando también, ¿verdad? – solo pude asentir. – No pareces
encontrarte muy bien. ¿Sucedió algo?

Qué no sucedió, debería ser la pregunta.

- Una guerra. – murmuré,
encontrando mi voz ahogada, mientras limpiaba mis lágrimas, en vano ya que después de esas, vinieron más a reemplazarlas. – Muchos
murieron… mi…. – sollocé – Murió…

- Ya, está bien. Todos tienen que morir algún día, ¿no? En especial los humanos, ellos mueren muy rápido, supongo que es algo inevitable entre ellos, así que no te sientas mal. Después de todo esa persona ya está en algún lugar mejor en donde no te debe ni extrañar. – me tranquilizó la gema, mirando a su alrededor, más dio un pequeño sonido de sorpresa al encontrar su gemela en el suelo, sin vida ni luz, contrario a ella. - ¿Esta es?
¿Mi gemelo? – preguntó, me miró sorprendida y exaltada a la vez, yo solo podía morderme el labio y dejar las lágrimas correr, ya no tenía sentido de que las contuviera. – Esto es sorpréndete. ¿Qué puedo hacer para recompensarte por encontrarla?

- Y-yo… - tartamudeé. – No fui la que la encontró. Fue él… - dije señalando a Edward, bueno, su cuerpo tieso y muerto. – Pero está muerto.

- Es una lástima. – dijo Diamante Blanco, mientras negaba. – Le debiese
mi felicidad, pero dime, ¿quién me ha encontrado y sanado a mí? Que yo recuerde, me he merecido la muerte.

- ¿Merecido?

- Sí. – murmuró esta. – No sé si sabes mi historia completa, pero, cuando presencié a mi hermano morir, enloquecí. Me fui en contra de todo el mundo, quería culpar a alguien por su muerte, pero no encontraba a más nadie que a mí misma por haberle obligado a abandonar su bando, sin percatarme que al hacerlo se debía una gran pena de muerte por ello, y seguirme a mí. Y eso fue lo que le pasó: lo mataron por vergüenza al abandonar su bando. Yo no quería culparme, por lo que culpé a todas las demás gemas y las hice pagar, pero me di cuenta, muy al final, que la que debía pagar fui yo. Y también cumplí eso. Después de que se creara Diamante Rosa, les ordené a mis gemas, o bueno, las que quedaban, que me matasen, me hiciesen polvo y me enviaran a lo más incognito del
planeta, pero aún así me has conseguido. Y te debo eso, a ti o a quien sea que me haya conseguido. 

- Mi madre te encontró. – murmuré. – Ella también te sanó, pero no está aquí, ni siquiera sé dónde está o si está bien.

- ¿No crees que esté bien? – preguntó la gema, dando un paso hacia mí. – ¿Piensas que debe estar muerta?

- Ya no estoy segura de nada. – dije. – Cuando regrese a la nave puede que haya perdido a todas las personas que ame y yo también muera. Cualquier cosa, ya estoy preparada para
ello.

Revolution - Descendientes de Steven Universe #3 [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora