Capítulo 3

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- Woah – murmura Aleena, cambiando la mirada desde su tío, a quien sigue abrazando, y luego a mí. – En serio que se parecen mucho.

El hermano de Sopphie me mira y luego deja a Aleena en el suelo, mientras él se queda sentando en la esquina de su camilla.

- Esto es hipotéticamente imposible – murmura mientras busca sus gafas (destruidas, por cierto), que estabas en una mesita a su lado llena de medicamentos. Frunzo el ceño. –.Se dice que hay aproximadamente más de siete mil personas en el mundo que se parecen a ti ya sea física o mentalmente. Pero que justamente sea el esposo de tu hermana rompe las probabilidades de las estadísticas.

El otro Rubén se levanta de la camilla y hace una mueca de dolor, pero se reincorpora y se acomoda su nueva ropa.

- Rubén Kitane – se presenta extendiendo su mano frente a mí, pero sigo tan en shock que no soy capaz de estrechársela a tiempo. – No recuerdo muy bien las costumbres de la tierra, pero seáis quien seáis, llévame con vuestro líder.

- ¿Mi líder? – pregunto confuso. ¿Qué haría él con mi líder?

- Síp, ya me oísteis, humano. Llévame con quien sea que es vuestra raza dominante y nos haya amenazado a nosotros a guerra. – dice Rubén Kitane, con un acento que jamás había oído. Era un acento como español, pero francés y británico, todo a la vez.

- Oh, lo lamento, pero no puedo llevarte – digo.

- ¿Y eso por qué es? – pregunta, ahora, alterado.

- Él piensa que están muertos – miento. O si los llevo a él lo estarán pronto.

- ¿Muertos? ¿Pero qué clase de ofensa es esta?

Al escuchar el alboroto, uno de los guardias entra y al ver a Aleena y Rubén de pie les apunta con su arma, pero ninguno de los se inmuta, yo en cambio me tenso de inmediato.

- Eh, tú... – dice Rubén Kitane – Demando que me lleves con tu superior.

- Estoy autorizado para llevarlos apenas despierten, en efecto. – dice el guardia, aún sin dejar de apuntarle – Pero en estos momentos él está ocupado.

- Pero, ¿es qué todo en la Tierra es igual de ineficiente? – exclama frustrado, llevando las manos al aire. – Decidle a ese jefecito vuestro que debo hablar con él y que no tengo mis aproximadamente doscientos años de vida para esperar. – el guardia pone cara de extrañado. – ¿Qué esperas? ¡Anda!

El guardia me da una mirada, luego vuelve a mirar a Rubén, repite la acción con los ojos entrecerrados. Yo me encojo de hombros. El guardia asiente en forma de despedida a los dos, y luego sale por la cortina que hace de puerta.

Rubén suspira y luego se deja caer sentado en la camilla, Aleena (que no abrió la boca en ningún momento) se sienta junto a él.

- Mamá nos matará si hablamos sin ella – riñe Aleena.

- Tú madre podrá ser Majestad Blanca allá en el Homeworld – ¿Majestad qué? – Pero aquí no tiene títulos, ella será quien decida despertar a tiempo o no.

Miro hacia Sopphie y me doy cuenta que la he tenido agarrada de la mano y no me había dado de cuenta. Miro otra vez hacia su hermano e hija y veo que Rubén me fulmina con la mirada, él se dio cuenta, pero Alee no. Finjo no haber visto la expresión de Rubén y me fijo nuevamente en Sopp.

Recuerdo las historias de Rubí y Zafiro, acerca de la dinastía de las cuatro Diamantes, supongo que al matarlas hace ya tiempo, el Homeworld (o Planeta madre, para no hacerlo tan complicado) quedó sin nadie a la disposición de dominar. Entonces, todo este tiempo, ¿Sopphie estuvo allá? ¿Reinando?

Revolution - Descendientes de Steven Universe #3 [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora