Capítulo 5

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Miro a través de la gran ventana de la cafetería mientras limpio una de las tantas mesas de la cafetería, maldigo cuando torpemente me lastimó el hematoma que ha dejado el cabrón de me creo todo poderoso

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Miro a través de la gran ventana de la cafetería mientras limpio una de las tantas mesas de la cafetería, maldigo cuando torpemente me lastimó el hematoma que ha dejado el cabrón de me creo todo poderoso.

IDIOTA, esa seria la definición perfecta para aquel chico de hermoso ojos avellanas, escucho la campanita de la puerta del local sonar avisando la llegada de algún nuevo cliente, saliendo de mis pensamientos camino hasta el cuarto de limpieza y dejo allí los utensilios de limpieza que e usado.

Salgo de allí cerrando la puerta y veo a Jess atender a la persona que ha llegado al local, respiro profundo un poco cansada camino al baño y lavo  mis manos para seguir con mi trabajo.

El supervisor mira atento cada cosa que hago, su mirada es un poco intimidante y acosadora lo que me tiene un poco nerviosa, me coloco unos guantes y empiezo a preparar una de las bebidas que a pedido la mesa ocho, una vez que sirvo el batido noto que no hay ninguno de los vasos de cristales en donde solemos servir las malteadas, camino más atrás de la cocina en donde ya se encuentran todos los vasos limpios.

Los tomo del lugar en donde se escurren y termino de secar con un pañuelo limpio empiezo a pasarlo a una bandeja para llevarlos a donde se preparan las bebidas, Carla quien es la encargada de lavar los platós se despide de mi, puesto que su turno ha terminado, cuando Carla sale me quedo sola y allí noto como después de algunos segundos entra el supervisor.

—¿Necesitas ayuda pequeña? —Pregunta con un tono demasiado dulce y una cercanía que resulta un poco aterradora. NO!! alto ahí!! No se imaginen a un sugar daddy buenísimo pues este señor era lo contrario era como un gordo daddy.. su barriga era grande podría jurar que cabía ahí dentro. Tenía un horrendo bigote que lo hacia ver mas viejo y su ¿cabello?... esperen no tenía cabello.

—No señor, puedo hacerlo perfectamente bien sola. —Respondo con una sonrisa un tanto falsa, toma la bandeja en dónde he puesto algunos de los vasos que he secado para seguir con mi trabajo.

—Oh cariño, puedes llamarme Marcos.— Responde colocándose delante de mí impidiendo el paso, retrocedo dos paso y lo miro con expresión seria.

—Mire Marcos, con todo respeto le pido que por favor se quite de mi camino para poder seguir con mi trabajo, de lo contrario puede hacerlo usted, ya que insiste tanto en ayudar, permiso. -Respondo fríamente mientras lo rodeo para seguir avanzando, siento sus manos en mis caderas las cuales me hacen retroceder, pierdo un poco el equilibrio por su rápido y brusco agarre.

Solo escucho como el cristal cae al suelo rompiéndose y siento como caigo al suelo, miro hacia donde están las vasos rotos y maldigo mientras intento recoger

— estas sangrando. -Escucho la voz de una de mis compañeras y ni siquiera soy consciente de que algunas de ellas se encuentran allí.

Dejo de de recoger los pedazos rotos de cristal y mira mi mano la cual esta sangrando un poco y poniéndome de pie observo al supervisor que ahora mira desde lejos, me acerco hasta donde se encuentra e ignora mi presencia.

Imbécil

-Esto ha sido su culpa, y quiero que sepa que si se vuelve acercar a mi les contare a todo que es un asqueroso acosador, ahora con todo respeto me tomaré lo que me queda de mi turno libre y más le vale que acepte porque esta vez no iré a la policía a denunciarlo por acoso laboral y siendo solidaria  lo dejaré como un mal entendido, pero si se vuelve acerca a mi o algunas de mis compañeras me va a conocer. —Respiro profundo y salgo de allí, mis ojos se vuelve un poco acuosos cuando la pequeña herida empieza arder. No era idiota solidaria y la mierda!! Pero tenia que conservar mi trabajo no era buen momento para dejarlo.

Camino hasta el cuarto con algunos estantes en donde nos dejan guardar nuestras cosas, al abrir la puerta veo a Jess allí tomando sus cosas me ve y camina rápido hasta mi.

—Pero ¿que ha pasado koala? —Pregunta mirándome un poco preocupada al ver mi mano y no se a que se refiere, si al hecho que está sangrando o a los hematomas que tengo en mis muñecas.

—Podemos ir a casa, hoy no ha sido un buen día.

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