3 años después...

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Emma dejó sus cosas sobre la cama, estaba preocupada y tenía ganas de llorar

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Emma dejó sus cosas sobre la cama, estaba preocupada y tenía ganas de llorar. El trabajo que tenía en el profeta cada vez se hacía más y más difícil, pero ella quería ser la jefa del lugar. Tenía que trabajar más y más fuerte. Tenía que lograrlo, limpiar el nombre de ese periódico que tantas veces habían pisoteado muchas personas.

Suspiró sintiendo un pequeño nudo en su garganta, y no pasó mucho para que ella saliera corriendo al baño para vomitar.

Por el otro lado, Draco venía entrando a la casa cuando escuchó a alguien correr hacia al baño. Inmediatamente supo que era Emma así que subió las escaleras y entró al baño. Emma estaba sosteniéndose del borde del inodoro expulsando todo lo que había comido durante el día.

A Draco se le encogió el corazón al verla así, se arrodilló a su lado y acarició su espalda mientas recogía el cabello de ella para que no lo ensuciara.

— Lo siento — Dijo Emma sollozando y bajando el interruptor y dejando que todo el vomito se fuera por el drenaje,

Se levantó y Draco la ayudó a lavarse la cara y cepillarse.

— ¿Estás bien? — Preguntó cuando ya iban a dormir.

Emma asintió y se acercó más a Draco.

— Me preocupa mucho que pierda mi puesto en El Profeta, y no pueda limpiar su nombre como quería desde un principio — Dijo Emma viendo directamente a los ojos de su esposo.

Draco recogió un mechón del cabello de Emma y lo pasó detrás de su oreja, con sus pulgares acarició su mejilla y besó sus labios tiernamente.

— Eres la mejor reportera que he visto en mi vida, Em. Sin duda lo lograrás, si no, siempre se puede comprar la compañía.

Emma rió un poco y se pegó al pecho de Draco, escuchar sus latidos hacía que ella se sintiera tranquila, querida, protegida.

— ¿Ves? Te hice reír. — Emma asintió y sonrió.

— Por eso te amo, siempre me haces reír.

— Que decirte... es un don.

— Te amo Hurón.

— Yo a ti, princesa.

(...)

A la mañana siguiente, ambos dejaron la casa temprano en la mañana para ir a sus respectivos trabajos.

Emma se sentía un poco mal, y las cosas empeoraron cuando durante de su descanso se sintió mareada y se desmayó en el pasillo. Gracias a Merlin otro trabajador la vio y apresuró a llevarla a San Mungo.

Draco había tenido un mal día, sus negocios habían ido de mal en peor, si quería expandirse hasta el mundo Muggle debía esforzarse más. Pero su día empeoró cuando recibió una llamada de San Mungo diciéndole que Emma se había desmayado en su horario de trabajo.

Draco se apareció en San Mungo y corrió hasta la recepción.

— Emma, Emma Potter.

— Piso dos, habitación doscientos veinte. — Respondió la chica sin dejar de ver el teléfono muggle que tenía al frente.

Draco subió por las escaleras y llegó a la habitación.

Emma estaba en la camilla, había un pequeño rastro de sangre en su nariz y tenía algo conectado a su brazo, pero lo demás estaba bien.

Draco se acercó y acarició la mejilla derecha de Emma con sumo cuidado, temiendo hacerle daño.

Esperó a que el medi-mago llegara, luego de un rato Emma despertó y Draco se emocionó, juntos esperaron hasta que el medi-mago por fin dio paso hacia la habitación con una gran sonrisa a su rostro y una explicación.

Una explicación que no le gustaría para nada a Emma.











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Creo que ustedes ya saben qué pasará, bueno, al menos sabrán más o menos lo que pasará.

¿Quieren que empiece a hacer preguntas en cada capítulo? Esta historia ya se está acabando... pero la de Lis está apenad comenzando.

¡Yey eso rimó!

Bueno, besos!

(2/5)

Mellizos (2) ( Trilogía Generaciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora