Llevo casi una semana sin saber nada de Aldo, no se si Evan lo alejó de mi, o simplemente vio que yo no quería nada con el. Cualquier cosa que sea, parece que funcionó y eso me hace tremendamente feliz. No puedo decir que no doblo por las esquinas con mucho cuidado, o que me lo pienso dos veces antes de salir sola por algún café. Pero me niego a dejar que Aldo controle mi vida, el miedo no puede ahogarme, así que pretendo que todo está bien y camino con toda la seguridad que soy capaz de fingir.
Evan me ha escrito un par de textos a mi teléfono, al parecer Nicolas le facilito mi número, según Kayla, así que yo tengo el suyo, ya que asumo que me escribió de su teléfono.
Yo solo me limito a responder sencillos "Bien gracias. Saludos para tu familia" en caso de que Estela esté con el. No quiero ser la pobre ex enamorada de la estrella casada y que hablan con lástima de mi, puede ser que tenga demasiada imaginación, pero por si acaso, prefiero mantener simples los mensajes con Evan.
Estoy en mi oficina trabajando en unas compras de antigüedades que pienso ver personalmente en los proximos dias, por lo que agendo cada destino para que mi viaje sea productivo. Eso me da algo de paz, ya que significa estar mucho más lejos de Aldo. Un golpe en la puerta seguido de Ela abriendola, interrumpe mi trabajo, lo cual ella sabe que detesto, por lo que imagino, debe ser algo importante.
-Tienes que salir a la sala de ventas-. Me dice en un tono algo extraño.
-¿Por?.
-Mejor miralo tu misma-. Me dice misteriosamente mientras desaparece tras la puerta.
Decido salir a averiguar que está pasando, a pesar de que no me hace gracia dejar las cosas a la mitad, para encontrarme a Evan, en todo su esplendor, con su séquito de cuatro personas rodeándolo, atentos a todos sus movimientos.
Inconscientemente, arreglo mi pelo en un intento de verme mejor, no lo puedo evitar, a pesar de que no hará ninguna diferencia como me vea. Como si sintiera mi presencia, Evan, deja a sus asistentes hablando solos para acercarse a mi con su sonrisa patentada.
Afortunadamente, no hay nadie más en la tienda, porque es más fácil evitar algún tipo de fan descontrolado al verlo.
-Evan, que sorpresa-. Le digo con ensayada naturalidad.
-Cassi, te veo mejor, me alegra-. Dice mientras me abraza, cuando su boca esta peligrosamente cerca de mi oreja decide susurrarme -¿No sabes nada de Aldo?.
Yo niego sonriente, ya que no saber de Aldo me hace felíz. Evan me sonríe también satisfecho, veo que la preocupación se desvanece de su rostro con mi respuesta.
-¿Y tu espalda?-. Dice todavía en un medio susurro.
-Mejor, ya casi no me duele-. Añado un poco incómoda.
-¿Te estas poniendo la crema?.
Yo decido ignorar su interrogatorio y en vez de contestarle, decido yo misma ser la que hace las preguntas.
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Todo lo que pudo ser
RomanceA los ojos del mundo, soy una chica despreocupada, que no tienen solución. Me acuesto con con quien quiero y nunca repito, no tengo relaciones y poca gente entra en mi vida privada. No se porque vivo en un proceso de autodestrucción, algunos me tach...