Miro el cartel pegado en mi pizarra de anuncios breves y siento que me falta la respiración, los latidos de mi corazón, estoy segura han alcanzado un ritmo no recomendable para mi edad, no es que sea una anciana, pero ya a mis treinta, sospecho que mi corazón no puede resistir estos arrebatos.
Sigo analizando el cartel que tengo enfrente. Para ojos ajenos a mi vida o a mi pasado, es un simple cartel que anuncia el estreno de una gran producción: "20 noches en Arabia", una obra de teatro musical protagonizado por estrellas de fama mundial, entre ellas Evan Carucci, mi Evan. Una foto de él, sujetando entre sus brazos a la co protagonista de la obra, me mira y me regala una sonrisa descarada. No ha perdido su encanto, es más, como muchas mujeres aseguran, los años le han servido para que su belleza sea más madura y si es posible, más desconcertante. Su ojos, de un gélido gris, están llenos de enigmática melancolía, es como si algo siempre lo estuviera fastidiando, aunque yo sabía que realmente era así, no era una postura, todo lo fastidiaba siempre un poco, no tanto como para hacerlo enojar, pero lo suficiente para no ser 100% feliz. El me solía decir, "¿no sientes que hay días en los que te levantas y simplemente algo no marcha bien, pero no sabes lo que es?" A mi afirmación, el proseguía," pues bien, esa es mi vida, siempre hay algo que simplemente no termina de encajar, como si algo sobrara o faltara."
El nunca se puso a pensar cuánto daño me hacían sus palabras, porque yo era parte de su vida y si aun teniéndome a su lado sentía esa constante melancolía, en algo le estaba fallando.
El hecho de que el cartel me perturbe tanto, no es por ver una foto de él, internet está plagada de ellas, y hablo con total honestidad al confesar que las he visto todas. Es el hecho de saber que está cerca es lo que me pone nerviosa, hace más de 8 años que no lo tengo cerca, que no estoy en la misma habitación con él y mucho menos que cruzamos palabra.
Vivo en una ciudad inmensa, una ciudad que nunca duerme, cerca de la calle plagada de teatros, por lo que un encuentro fortuito no es improbable, eso es lo que me tiene aterrorizada, es así de sencillo: No lo he superado.
Debo ser honesta conmigo misma y si algo me caracteriza, es que soy tan honesta que a veces rayo la autoflagelación, por lo que el hecho de confesar que no lo he superado es acertado hasta tal punto que duele.
Me sigue doliendo el estómago cuando amigos en común mencionan su nombre, sigo vistiéndome para él, maquillándome para él e incluso, todas las fotos que subo a mis redes sociales las subo pensando en que pensaría Evan en caso de que las viera, lo sé, es deprimente y no lo confesaría en voz alta ni aunque me torturaran por días seguidos, pero es verdad, no lo he superado y se con certeza absoluta que nunca lo haré.
Evan y yo fuimos novios en la universidad, un flechazo, diría yo, cosas de la vida, diría él.
Yo era joven y demasiado idealista, creía en el amor, en el hombre indicado esperando por mí y elegí a Evan como el objeto de mis fantasías.
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Todo lo que pudo ser
RomanceA los ojos del mundo, soy una chica despreocupada, que no tienen solución. Me acuesto con con quien quiero y nunca repito, no tengo relaciones y poca gente entra en mi vida privada. No se porque vivo en un proceso de autodestrucción, algunos me tach...