-Deja de alisarte la falda- me reclama Ela-vas a llenarla de sudor. Además, no hay nada malo que pueda pasar, los niños vienen para quedarse, lo conseguiste.
Sonrio nerviosa y repaso mentalmente todo lo que debia tener listo. La ropa nueva en los armarios, cada cuarto con sus camas listas. Comida en el refrigerador. Peliculas listas. Varda de seguridad en las escalera y la piscina y tapones en cada enchufe al que Maya se pueda acercar.
Si, creo que lo tengo todo controlado. Han pasado tres meses, tres largos meses, 4 semanas más de lo esperado, hasta que obtengo el permiso para ser hogar de acogida para Caleb, Miranda y Maya.
Hubo algún momento en el que dudé si me los darían, porque las cosas se paralizaban o me hacían demasiadas preguntas. Pero Thomas me aseguraba que no veía el por qué no me los darían, así que sólo me llenaba de paciencia y trataba de verlo de una manera positiva.
La casa que tenemos no es excesivamente grande, pero está en un excelente lugar para los colegios de los niños y tienen 4 cuartos. Es una casa de suelos de madera, paredes blancas y con una gran chimenea y un patio amplio con árboles columpios y una piscina. Tiene todas las características de hogar, por lo que espero que los niños así lo vean.
Aguanto la respiración, cuando un auto para en la entrada de la casa. Pronto, veo a Thomas salir del asiento del conductor junto con mi trabajadora social. Abren la puerta de atrás, para hacer salir a un anonadado Caleb, que mira a todos lados confundidos. Maya está en los brazos de Thomas y Miranda, para variar, no suelta la mano de su hermano que la acerca hacia él protector.
Nadie les dijo quien era su nueva cuidadora, solo les hicieron tomar el auto hacia su nueva casa, donde alguien muy amoroso, quería cuidar de ellos tres hasta que consiguieran una familia definitiva sin que los separaran.
Aquello hizo infinitamente feliz a Caleb, que preguntó nombres, edad y miles de cosas sin que nadie le diera información. Lo solicité, porque quería darles la sorpresa personalmente. Por lo que estoy mordiéndome los labios mientras Thomas abre la puerta de la casa.
Frente a un cartel que dice "Bienvenidos a casa" junto las manos y practico mi sonrisa relajada mientras la puerta descubre el rostro de los niños que me han robado el corazón.
Todo sucede muy rápido, ni yo misma estoy preparada para la reacción. Caleb, se lanza a correr a mis brazos mientras Miranda da un grito de alegría y salta tratando de alcanzar mi cuello para bajarme a su altura. Maya, se asusta y empieza a llorar, por lo que Thomas la sostiene con su rostro rojo e inflamado mientras me mira asustada. Por suerte ella se calma y me da el tiempo para agacharme y abrazar a Caleb y Miranda. Se que Caleb está llorando, pero no quiero que sepa que lo noto, porque para él es muy importante aparecer fuerte ante sus hermanas.
-¿Por qué no nos dijiste?- dice refugiado en mi cuello.
-Quería que fuera una sorpresa, y antes, no estaba segura que me iban a permitir ser un hogar de acogida, así que no quería prometer nada que no podía cumplir.
-Pero lo lograste- me dice mirandome con los ojos rojos.
-Lo logramos- le digo sonriente- y ahora si, te prometo, que nunca más vas a separarte de tu familia mientras yo esté viva. Este es tu hogar, aquí estas seguro y nada malo te sucederá, a ninguno, nunca más.
Esa es una promesa muy grande, pero la hice consciente, porque Caleb necesita sentir que llegó a un hogar y que puede ser niño otra vez. Debe sentir que su mayor preocupación es, que película elegir o que quiere para cenar.
Estoy determinada a cumplir mi promesa, y nada ni nadie va a apartarme de esto. Renuncié a mucho por ellos, renuncié a Evan, a mi apartamento, a mi estilo de vida, y apenas a unos minutos con ellos en mi vida, ya siento que vale la pena todo lo que he dejado atrás. Lo volvería a hacer un y mil veces más.
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Todo lo que pudo ser
RomantizmA los ojos del mundo, soy una chica despreocupada, que no tienen solución. Me acuesto con con quien quiero y nunca repito, no tengo relaciones y poca gente entra en mi vida privada. No se porque vivo en un proceso de autodestrucción, algunos me tach...