El taxi atraviesa la impresionante entrada de mi casa, que asemeja un castillo europeo, mi familia no se mide a la hora de ser ostentosos.
No puedo negar que al bajarme del taxi y abrir la puerta de casa, el aroma me trae buenos recuerdos y unas ganas inmensas de llorar me invaden.
-Mi pequeña rebelde- suena la voz de papa detrás.
Me doy la vuelta y me lanzo a sus brazos, un par de lagrimas corren por mis mejillas.
-¡Hey! Que buen saludo- me dice divertido- si hubiera sabido que ibas a venir tan nostalgia te hubiera esperado en el aeropuerto.
-No papá, así es mejor, me encantó verte en casa. Es bueno verte... ¿estás más delgado?
-Si, tu madre... tiene una dieta...
-Nuevo estilo de vida- aclara mi madre entrando al corredor de la entrada de casa.
Se ve impecable como siempre, sin una arruga, con el cabello en su lugar y con un estilo que cualquiera envidiaría al vestir.
-Si, nuevo estilo de vida- repite papa poniendo los ojos en blanco.
Me hacen reir. Es cierto que no son los más amorosos o cercanos, pero los amo.
Papa me ayuda a subir mi pequeña maleta al cuarto, y por supuesto, mama me recomienda que me "refresque para la cena".
Por lo que casi una hora después, me encuentro con la ropa que siempre dejo en casa, recién bañada y con una copa de vino caro en mis manos.
3 de mis 4 hermanos, se encuentran en la sala disparando preguntas sobreprotectoras.
Por fortuna tengo 3 cuñadas que se encargan de apaciguar los impulsos trogloditas de ellos.
No me llevo mal con ellos, claro, no es la relación que tengo con Samuel, pero se que me aman y que se preocupan por mi.
Saul es el mayor, lleva el nombre de papá, por supuesto es abogado, y sin duda alguna exitoso. Su esposa es una especie de esposa trofeo, pero nos toleramos, ella respeta mi espacio y yo tolero sus comentarios.
Morice es justo un año menor que Saúl, también abogado, sorpresa sorpresa, pero su mujer es cirujana, muy seca pero muy inteligente, no tienen mucha paciencia par la charla cotidiana, por lo que no hemos logrado conocernos más allá de mis enfermedades o cirugías... si, es raro pero eso es de lo único que hablamos.
Thomas es el que mejor se lleva con Samuel y por supuesto conmigo. Si Samuel no fuera tan increíble, probablemente Thomas sería mi favorito. Es trabajador social, está comprometido en ayudar a niños sin familia para reubicarlos en hogares estables, es su pasión y realmente quiere hacer un cambio en el mundo.
Su mujer, Theresa, es psicóloga infantil, se conocieron en un centro donde Thomas trabajaba y fue amor a primera vista. Viven modestamente, pero raramente los vemos, porque básicamente viven para ayudar y eso les toma todo su tiempo. Lo bueno es que están aquí y eso me da muchos motivos para evitar a mis otras dos cuñadas.
La cena transcurre tranquila, sin muchos temas escabrosos, no se me pasa por alto que no tocamos el tema de Samuel.
Papá y mamá no pueden lidiar con el tema delante de mis cuñadas, es como si el comportamiento de Samuel los pusiera en evidencia como malos padres. Así que vamos sorteando temas que nos puedan a llevar a mencionarlo, como anécdotas de la infancia, motos... y por supuesto cárcel. En fin... una noche más en mi hogar.
Casi al final de postre, meticulosamente orquestado por mis padres. Al teléfono de Thomas suena, haciendo que se excuse para contestar.
Theresa está inquieta mientras lo observa caminar de un lado al otro de la terraza, no podemos oir su conversación, pero está bastante alterado.
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Todo lo que pudo ser
RomanceA los ojos del mundo, soy una chica despreocupada, que no tienen solución. Me acuesto con con quien quiero y nunca repito, no tengo relaciones y poca gente entra en mi vida privada. No se porque vivo en un proceso de autodestrucción, algunos me tach...