01.Eres un animal.

4.3K 399 48
                                    

01

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

01. Eres un animal.

  La puerta se abrió y ni siquiera saqué el brazo que cubría mis ojos, ya sabía quién era. Su asqueroso aroma le delataba además de su pesada respiración.

— ¿Tomando una siesta? —Le escuché hablar, pasé la lengua por mis labios sonriendo con sorna.

— Ya quisieras, viejo estúpido. Para que puedas hacerme más pruebas de mi sangre —Escupí para luego acostarme boca abajo en la cama apoyando mi cabeza en mis manos—. ¿Algo más para lo que haya venido aquí? Además de para amargarme la existencia, claro.

— Quiero que entiendas, Malia... —Solté un gruñido alto al oírlo decir mi nombre. Me miró—. Quiero saber qué eres en realidad, no somos los malos. Te traemos comida ¿Qué más quieres de nosotros?

— Que me dejen salir de esta mierda —Respondí.

— Lo haremos —Le miré seria—. Cuando nos digas qué eres.

— Soy un animal —Respondí con una sonrisa burlona—. Ahora su problema es averiguar cuál.

— Sabemos que eres un animal. Nuestros científicos no tienen lo necesario todavía para saber cuál. Ayúdamos, Malia. Facilitanos las cosas.

— Esto ya se volvió una rutina... —Murmuré—. Usted viene, pregunta qué soy, yo no le digo nada y luego se va. Así desde que llegué aquí.

— Así es pero... Esta vez cambiaremos un poco las cosas —Sacó algo de su bolsillo y luego tomó el vaso que estaba sobre la mesa—. Bebe esto.

— ¿Y si no quiero?

— No me obligues, Malia —Bufé y tomé bruscamente el vaso que me tendió.

  Le olfatee primero para luego mirarle mal y beberlo. No sentí nada a lo que me paré y me crucé de brazos.

— ¿Y? —Me miró expectante en momento en el que me tambalee, solté un gruñido al sentir mis garras salir.

Caí al piso golpeándome la cabeza haciéndome cerrar los ojos, no podía moverme, no podía hacer nada sólo mover mis ojos.

  Abrí mis ojos y le miré, tenía una estúpida sonrisa plasmada en su rostro. Tenía una inmensas ganas de arrancársela con mis garras.

— ¿Qué vas a hacer ahora? —Gruñí desde el piso—. ¿Obligarme a hablar?

— Voy a enseñarte mi nuevo método a partir de ahora.

  Desvíe la mirada de él tratando de encontrar algo pero si así lo fuera, no podría alcanzarlo, no ahora. En el momento en el que estaba por mirarle de nuevo, algo traspasó mi cuello haciéndome soltar un fuerte rugido terminando con algo como si lloriqueando estuviera.

Parecía un maldito perro asustado.

  Miré hacía abajo logrando ver un pequeño pedazo de hierro parecido a una aguja pero mucho más grande traspasando la piel de mi cuello.

  No me impedía respirar, para nada, hasta creo que tampoco me impedía hablar. Pero si dolía y mucho.

— ¿Qué es esto? —Murmuré con señales de dolor en mi voz.

— Mi nuevo método. Y veo que está siendo eficiente —Él no dejaba de mirarme con atención—. Mis científicos tenían razón, esto no puede matarte. No un piquete en el cuello.

— ¿A esto le llamas piquete? —Gruñí.

— Para ti, lo es —Y luego de eso, sólo se dio la vuelta a punto de irse. Hablé.

— ¿Cuánto a pasado desde que Clarke se fue? —Se detuvo en su lugar—. ¿Una? ¿Dos semanas? Puede haber mucho ruido aquí pero logro oír los chismes. ¿Qué dijeron los demás?

— Clarke no se fue. Ella todavía está aquí.

— Ni siquiera tu te lo crees.

  Sonreí con sorna desde el piso a lo que él sólo me miró una vez más antes de irse cerrando aquélla puerta blanca detrás de él, dejándome completamente encerrada de nuevo.

  Solté un bufido al ver que ni siquiera los dedos de los pies podía mover, estaba completamente inmóvil. Me sentía inútil.

Odiaba estar así.

  Ya no sabía cuánto tiempo había pasado, creo que unos 20 minutos o más. Ya me estaba cansando.

  Mis garras seguían fuera por lo que con mucho esfuerzo logré enterrarlas en las palmas de mis manos apretando cada vez más. Ya sentía la mitad de mi cuerpo.

  Llevé una mano a mi cuello y toqué lo que él había enterrado que seguía allí. Lo toqué sólo un poco lo que me hizo jadear. Me dolía.

  No podía levantarme del piso sin quitarme eso, tenía que hacerlo o me quedaba pegada allí. No quería eso, me quería largar de ese lugar.

Quería encontrar a Bellamy.

  Imágenes suyas pasaron por mi cabeza haciéndome sonreír inconscientemente. Le extrañaba, lo extrañaba mucho. No tenía idea de dónde estaba. No había oído su voz entre todo el ruido de aquí.

  Agradecía de que no estuviera aquí, estaría encerrado y quizá hasta torturándolo como estaban comenzando a hacer conmigo. Quizá le torturaban para decirles qué era yo.

Lo extrañaba mucho, a todos en realidad.

  Cuando desperté aquí pude ver sólo a Jasper por un momento pero luego ya no estaba, se lo habían llevado pero todos modos, su voz se escuchaba a través de las paredes.

  Al igual que a Monty, pero no escuchaba a O, Finn, Raven o Bellamy. No escuchaba a ninguno.

  Saqué esos pensamientos de mi cabeza y tomé la gran aguja de allí jadeando levemente. Solté un suspiro y la saqué de un tirón provocando un rugido.

Mierda.

  No me moví por unos minutos mientras sentía la herida cerrarse y cuando lo hizo me levanté en la aguja en mi mano.

  Miré hacía la cámara colgada en aquella esquina antes de tomar la sabana que cubría la almohada y taparla con ella.

Pase mechones de no cabello detrás de mi oreja y suspire.

— Bien —Murmuré—. Vas a salir de aquí, Malia. No te quedarás a pudrirte.

𝗠𝗮𝗹𝗶𝗮 |𝖡𝖾𝗅𝗅𝖺𝗆𝗒 𝖡𝗅𝖺𝗄𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora