02. La Masacre de Texas.

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02. La masacre de Texas.

Gruñí.

Me apegue a la pared reuniendo todas mis fuerzas, tenía un maldito plan para poder salir de aquí de una vez por todas.

Solté un gruñido antes de correr y empujar con todas mis fuerzas la puerta blanca de aquella habitación. Se hizo para atras soltando un crujido pero no cayó. Maldije y me apegue a la pared de nuevo.

Ésta vez con mucha más fuerzas, tenía que tirarla sí o sí. La empuje y caí al piso con ella debajo de mi, funcionó.

Miré rápidamente a mi alrededor viendo un pasillo blanco vacío con sólo puertas y cosas escritas en las paredes como Área de cuarentena de Monte Weather pero en el extremo del pasillo había una gran puerta redonda de metal. Parecida a una compuerta.

Me levanté rápidamente y corrí hacía la puerta.

Presa de Monte Weather. Se encontraba escrito a un lado.

Traté de abrirla comenzando a escuchar las sirenas que anunciaban mi escape. Tendía que apurarme o sino me encontrarían.

Intenté de nuevo y chilló comenzando a abrirse, cuando pude pasar cerré la puerta detrás de mi y comencé a correr por aquél pasillo oscuro.

No se podía ver nada, absolutamente nada por lo que sólo me guiaba por los sonidos que escuchaba, agua. Maldije por estar descalza, pude haber buscado algo antes de salir así.

Vi una luz mientras que el sonido comenzaba a hacerse más fuerte y comenzaba a hacerse cada vez más grande mientras más me acercaba, me detuve en seco a punto de caer. Era algo parecido a una cascada, una malditamente grande y alta.

Todavía escuchaba las sirenas sonar y no me lo pensé. Solamente salté esperando el choque del agua contra mi cuerpo.

Y así fue, abrí los ojos cuando pude sacar la cabeza del agua viendo el lugar de donde salté y todo lo que era. Malditos hombres montañeses.

Comencé a nadar acercándome a la orilla y una vez allí, me permití descansar por un momento.

Sabía que iban a salir de allí y vendrían a buscarme, no se darían por vencidos hasta saber qué soy lo cual nunca les diré.

— ¡Allí está!

Mierda.

Me levanté rápidamente del piso buscando al proveedor de esa voz, estaban en lo alto de aquella presa de donde yo había saltado. Eran los guardias de Wallace, el viejo estúpido.

Me miraban desde allí arriba con sus trajes amarillos que los protegían de la radiación, todos apuntando con sus armas en el momento en el que uno disparó.

No me dio, pero quedó a un lado de mi. Un dardo tranquilizante.

Comencé a correr pasando entre árboles, troncos caídos, arbustos y cosas demás. No podía dejar que me atraparán de nuevo. No podía dejar de me encerraran de nuevo.

A lo largo de uno minutos comencé a oír sus pisadas, me estaban siguiendo y no entendía como sabían por iba estaba yendo.

Caí en la cuenta de que no me estaban siguiendo. Me estaban rastreando.

Busqué por mis brazos y piernas tratando de encontrar algo que se parezca a un chip o algo así hasta que miré en mi muñeca, tenía puntos y un pequeño bulto.

Saqué mis garras y solté un suspiro antes de rasgar mi piel y sacar eso de allí dejándolo tirado en el piso.

Olfatee el aire y escuché atentamente a mi alrededor, estaban cerca.

Busqué a mi alrededor un lugar para poder esconderme pero no había nada más que árboles y árboles.

Los árboles.

Volví a sacar mis garras y comencé a escalar un árbol sin detenerme hasta que estuve en una rama muy alta en donde podía ver todo desde allí pero ellos no me verían a mi.

Escuché una rama quebrarse para luego ver como aparecieron uno por uno, los conté. Eran seis.

Veía como buscaban a su alrededor mientras uno tenía una pequeña computadora en manos, por donde me rastreaban.

— Miren esto —Habló uno de ellos agachándose para recoger el chip que me había quitado—. Se lo arrancó.

— No debe estar lejos, miren el suelo. No hay más pisadas.

Gruñí levemente comenzando a sacar mis colmillos sintiendo mi visión cambiar, mis garras ya se encontraban fuera por lo que sólo faltaba una cosa. Saltar.

Caí detrás de uno sin hacer ruido por completo, me le acerqué y tape su boca con mi mano mientras incrustaba mis garras en su cuello desgarrándolo viendo la sangre caer.

Lo dejé tirado en el piso antes de mirar a todos que seguían de espaldas a mi sin enterarse de lo sucedido. Solté un rugido antes de saltar sobre ellos.

  Empezaron a disparar pero yo lograba esquivarlos, mordí la pierna de uno comenzando a arrastrarlo por el piso, lo solté y me dirigí hacía otro clavando mis garras en su estomago y comenzando a rasgar hacía arriba abriéndolo por completo

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Empezaron a disparar pero yo lograba esquivarlos, mordí la pierna de uno comenzando a arrastrarlo por el piso, lo solté y me dirigí hacía otro clavando mis garras en su estomago y comenzando a rasgar hacía arriba abriéndolo por completo.

Me volteé y le di una patada en el rostro a otro quitando el casco de traje amarillo anti-radición comenzando a ver como comenzaba a gritar.

Le quebré el brazo a uno para luego cortar su cuello, a otro rasgue su traje para luego abrirle el pecho y sólo quedó el que le había mordido la pierna.

Me acerqué lentamente antes de tomar de nuevo su pierna sangrando y arrancarla escuchando su grito, me acerqué a su rostro y le rompí el cuello.

Solté un suspiro y me alejé para ver. Todo se parecía a una película que recuerdo haber visto, La Masacre de Texas.

Sin detenerme seguí caminando tratando de encontrar el camino a la nave, estaba perdida aunque odiase admitirlo. No tenía idea alguna de dónde se encontraba, así que sólo seguí caminando estando atenta a todo a mi alrededor.

La noche ya había caído y yo seguía internada en el bosque hasta que voces comenzaron a oírse y no eran de terrestres.

Comencé a acelerar mi paso hasta que encontré de qué se trataba. Y quiénes se encontraban allí.

Había vuelto, todos estaban allí.

𝗠𝗮𝗹𝗶𝗮 |𝖡𝖾𝗅𝗅𝖺𝗆𝗒 𝖡𝗅𝖺𝗄𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora