Una adolescente de 17 años que fue encarcelada solo por el simple hecho de ser particularmente extraña a los demás.
El Arca manda a 100 prisioneros a la Tierra para poder probar si es habitable de nuevo, ella formará parte de esos 100.
El problema e...
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Esa mañana la pareja se había despertado muy temprano, hoy salía el grupo de caza y tanto Malia como Bellamy irían en el grupo. Bellamy aprontaba las mochilas mientras Malia trataba de contactarse con Kane, su padre.
Se había quedado en la ciudad junto a Octavia, con la intención de supervisar todo aquello que tuviera que ver con Arkadia y ayudar al rey en los problemas que se presentaban allí. Como por ejemplo, el robo de la llama.
Sin embargo Malia jamás obtuvo respuestas así que terminó por prepararse junto a Bellamy.
La mayoría de las personas se hallaban despiertas y trabajando en la reparación de la nave, minutos antes de que ellos salieran Raven junto a Abby y Luna salieron en busca del laboratorio de ALIE para poder modificar la sangre común a sangre negra, ya que eso sería lo que los salvaría de la radiación.
—Muy bien —murmuró Bellamy, el era el líder del grupo—. Separémonos pero no mucho. Tengan cuidado
Aquello último lo dijo observando a Malia quien asintió y le advirtió hacer lo mismo. Cuando ya el grupo se había dispersado Malia comenzó a desnudarse guardando su ropa en la mochila y temblando ante el frío de la mañana, minutos más tarde se hallaba en forma de coyote recorriendo un tramo del bosque.
Sus pasos era sigilosos y lentos, aguardaba a la par que su olfato y oído trabaja por ella. Podía oír a los demás en diferentes direcciones y sentir el aroma de Bellamy un tanto lejos de ella. Sabía dónde estaba cada uno.
En eso escuchó un fuerte golpe, como algo cayendo al piso y se alarmó. No era el típico sonido que hacía el cuerpo de un animal al caer al piso, eso sonó como un objeto. Seguido oyó el sonido de algo filoso cortar al aire y se alarmó. Sus orejas se pusieron puntiagudas mientras observaba a su alrededor con cautela.
Oyó otro sonido, ninguno estaba cerca de ella sino que por donde se suponía que el resto se encontraba. Casi involuntariamente soltó un aullido pensando en que Bellamy podría estar en peligro.
Su aullido fue interrumpió por un golpe a un costado de su torso haciéndola caer de costado sorprendiéndola. La coyote se recompuso rápidamente mostrando los colmillos y gruñendo en su dirección.
—Átenla pero no pueden matarla —masculló Echo observándola con desprecio—. Aún no tengo permitido tomar su pelaje.
Malia tembló levemente y vio como detrás de ellos uno de los terrestres que acompañaba a Echo tenía a Bellamy del cuello con una mordaza y las muñecas vendadas.
Se dejó hacer, sin oponer resistencia o algo parecido cosa que asombro hasta al propio Bellamy. Los encaminaron hacia la ciudad para después meterlos en la prisión que habían visitado más de una vez.
