05. Straiheda

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05

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05. Straiheda.

Venía siguiendo el aroma de Clarke hace ya unos 20 minutos, estábamos metidos en mas profundo del bosque y el aroma aun no cesaba. Al llegar a un descampado el rastro jamás se detuvo. podía escuchar a los demás hablar detrás de mí y de un momento a otro un aroma me llegó al igual que un sonido.

Me detuve en mi lugar levantando mis orejas prestando atención a mi alrededor, los demás se detuvieron atrás de mi.

— Silencio —Ordenó Indra, le agradecí con la mirada—. Escuchen.

— Tambores de guerra.

— Azgeda...—Murmuro Indra mirando hacia la misma dirección que yo.

— ¿Reconoces Nación Hielo por el sonido de los tambores? —Pude escuchar preguntar a Monty sorprendido.

— No, mira lo que está viendo Malia —Explicó—. A ellos.

Y así era, tres cuerpos de Nación Hielo se encontraban a unos pocos metros de nosotros tendidos en el piso. Los demás sacaron sus armas y apuntaron alrededor.

— Debemos sacar esos cuerpos del campo —Oí a Pike—. O creerán que lo hicimos nosotros.

Comencé a gruñir tratando de llamar su atención al ver unos cuantos terrestres de Nación Hielo acercarse.

— No, esperen. Hay dos de ellos al frente —Informó Bellamy luego de entender de lo quería decir—. Es Clarke.

Volteé a verle con el ceño fruncido, colgó su arma rápidamente en su hombro para luego comenzar a correr en su dirección pero para su maldita suerte Pike le detuvo.

— ¡Déjame pasar!

— No, no llegarás a tiempo.

— Tiene razón, mira —Vi hacia donde Monty señalaba, otros terrestres se acercaban—. No podríamos cruzar ese campo a tiempo.

— Nos escondemos, dejamos que pasen y luego buscamos a Clarke.

Miré hacia ambos lados sin saber qué hacer, podía ir a esconderme con ellos a esperar a que pasen los de Nación Hielo o podía ir perfectamente por Clarke sin que los terrestres me vieran.

— Malia —Voltee al ver que Bellamy me llamaba.

Le miré y ladee la cabeza para luego darme la vuelta, y correr levemente agachada hacia la dirección en la que Clarke había ido.

••••

Me había tomado un tiempo pasar por aquel descampado tratando de que los terrestres de Nación Hielo no me vieran, una vez luego de haber atravesado todo eso me interné en el bosque siguiendo unas pequeñas gotas de sangre fresca.

De un momento a otro perdí el rastro y me detuve quedando quieta en mi lugar, miré a mi alrededor tratando de encontrar algo o percibir algún aroma pero sin embargo no encontraba nada.

Me acosté en la tierra mirando a mi alrededor y soltando un suspiro dejé que mis huesos se volvieran a romper hasta terminar en mi forma humana, completamente desnuda como ya se hacía costumbre.

Aún sentada en forma de indio en el medio del bosque levanté la cabeza mirando a mi alrededor cuando algo llamó mi atención, una parte alta del tronco de un árbol tenía marcado la palma de una mano en sangre. Fruncí el ceño ante eso y me puse de pie tratando de alcanzarla pero estaba muy alta.

  Para ser un terrestre era malditamente alto.

  Pegando un salto pude tocar un poco de esa sangre que aún no estaba seca, la olfateé un poco para luego seguir con mi camino bajando por unas escaleras que se encontraban a unos metros cubiertas por diferentes tipos de platas.

Baje por ellas quedando en completa oscuridad, solo mis sentidos me guiaban ahora y no tenía miedo de ello. Podía escuchar el sonido de gotas cayendo al piso, uno que otro insecto y el viento mover las hojas del lugar.

Seguía caminando con la esperanza de no chocarme con nada en el camino, podía escuchar un murmullo no tan lejos de donde yo me encontraba así que seguía caminando hacia su dirección. De un momento a otro pegué un brinco en mi lugar al oír el estruendo de algo cayendo al piso, algo como un cuchillo.

La piel se me erizo en el momento en el que me sentí observada, no lograba ver nada a mi alrededor salvo por una apertura un tanto alejada en donde las llamas de una fogata alumbraban. Pero luego de eso, no veía quién estaba acechándome.

Cerré los ojos luego de tomar una bocanada de aire, necesitaba tranquilizarme para poder si quería  salir viva del lugar. Al abrir los ojos me concentré en los sonidos y el aroma.

Al olfatear el aire un aroma a bosque, un poco de sangre, piel quemada y barro llegó a mis fosas nasales provocando que me alarmara. Podía escuchar el sonido de un corazón bombeando sangre de manera tranquila y calmada, la respiración pausada de aquella persona y el leve golpeteo de su pie contra el piso.

En el segundo en el que saqué mis garras un cuerpo se abalanzó tan rápido sobre mi que no tuve ni siquiera el tiempo de reaccionar y cuando lo hice, mi cabeza se encontraba siendo aplastada contra el piso.

Me reprendo mentalmente por estar desnuda.

Un cuerpo que es cuatro veces el mío me tenía arrinconada contra el piso, con una mano en mi cabeza haciendo que comenzara a doler ante la presión. Comencé a forrajear soltando uno que otro gruñido al no poder librarme del agarre.

— Quédate quieta —La piel se me erizo al escuchar la voz, era malditamente gruesa. Fruncí el ceño al no oírlo hablar terrestre—. Si quisiera matarte ya lo hubiera hecho.

Dejé de moverme sin quitar mi ceño fruncido, las palmas de mis manos comenzaron a arder y cuando miré en ellas pude ver que tenía mis garras incrustadas. Solté un jadeo.

— Muy bien —El terrestre sobre mi no se movió, la mano que hacía presión en mi cabeza bajo hasta mi cuello envolviéndolo en su mano—. No eres tan fuerte como dicen que eres, Straiheda.

Gruñí comenzando a forcejear de nuevo tratando de darle manotazos con mi garras pero no podía, era tanta la presión que hacía mi cuerpo contra el piso que al moverme me dolía.

Otro jadeo se escapó de mi boca, se había oído como si un cachorro llorara por su comida. Me sentía agobiada al no poder hacer nada.

— Vendrás conmigo, Straiheda

¿Quién es Straiheda?

𝗠𝗮𝗹𝗶𝗮 |𝖡𝖾𝗅𝗅𝖺𝗆𝗒 𝖡𝗅𝖺𝗄𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora