capitulo 23

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Al día siguiente sería nuestro cumple 100 días. Debo aceptarlo, en todos estos días me había vuelto un tanto dependiente de Sam. Me gustaba muchísimo estar con ella a tal punto que cuando no estábamos juntos, comenzaba a intranquilizarme. De verdad ella me había hechizado.

Quería que esa fecha fuera especial. Estuve maquinando por un par de días algún regalo especial que darle. Sabía que no podía ir y comprarle cualquier regalo caro. Eso no era para mi Sam. Ella valoraba las cosas realizadas por uno y donde no estuviera presente sólo un esfuerzo monetario de por medio, ya varias veces me lo había hecho notar. Por esta razón, decidí invitarla a almorzar a mi casa. Prepararía algo que a ella le gustara. En la escuela decidí hacerle la invitación.

“Sammy! Antes de que te vayas a tu siguiente clase… Espera un poco!”, dije, mientras la detenía en el pasillo y la tomaba de la mano.

“Si? Apuesto a que no soportaste verme pasar y que no te regalara un beso?” respondió ella coquetamente mientras me guiñaba un ojo. Yo le sonreí y la tomé de la mano.

“Ya conoces mis debilidades, pelirroja traviesa!... Pero, además de eso, quería invitarte para que mañana vengas a almorzar a mi casa. Es una fecha muy especial para los dos y quiero cocinar para ti. Quiero hacerte ese regalo!”, añadí cordialmente. Ella sonrió dulcemente. Pude notar su cara de felicidad de inmediato. Se veía tan entusiasmada.

“Me parece estupendo! … Sabes? Estuve pensando algo yo también!!… Y creo que mañana es el día indicado!”, añadió ella en un tono muy seductor, mientras acercaba su rostro al mío. La miré con cara de no entender. “Ay, Ji Hoo!! Cómo no entiendes?... Me refiero a que mañana yo también te daré un regalo muy especial… Si entiendes ahora?”, dijo sonriente mientras me acariciaba el rostro y se mordía el labio. Tragué saliva. Se refería a que al fin… íbamos a intimar!!! No lo podía creer!... Estaba totalmente desconcertado. Mariposas revolotearon descontroladamente en mi estómago, chocando unas contra otras en todas direcciones.

“Te refieres a que tú y yo… vamos a hacerlo?”, pregunté tartamudeando, mientras bajaba la voz.

“Si!!! Ese será mi regalo para ti!! Te gusta??”, preguntó inocentemente ella pasando sus brazos alrededor de mi cintura.

“Emmm”, añadí turbado, sonriendo ampliamente. “Pero… Estás segura? Yo no quiero presionarte…”, dije intentando articular palabra y no parecer ansioso, aún cuando si lo estaba. Sin duda aquello no me lo esperaba, al menos, no tan pronto.

“Aish!! Que no me oyes? SI!!! Estoy absolutamente segura! Si no, no te lo diría…. Claro si, tú estás de acuerdo…”, respondió ella coquetamente pareciendo hacerse la interesante. Yo sostuve de la cintura también y la miré fijamente.

“Mi chica rebelde… eres sencillamente maravillosa!”, dije y luego la besé en los labios. Seguidamente, nos retiramos a nuestras clases. En todo el día no pude olvidar el regalo que Sam me había prometido… No podía sacármelo de la cabeza!

A eso de las 2 de la tarde del día siguiente, Sam llamó a la puerta de mi casa. Yo estaba ansioso esperándola. Había elegido cuidadosamente el vestuario que usaría y me había arreglado muchísimo para verme mejor que de costumbre.

Sam venía bellísima. Llevaba el pelo recogido en un moño. Tenía un sentador top color rosa y jeans negros que pude ver cuando se sacó la chaqueta que traía. Sus labios y sus mejillas se veían encendidos, tal como ese día estaba mi corazón. Entró y dejó el pequeño bolso que traía en la mesita al lado de la puerta de entrada, junto a su abrigo.

“Y?? Cuál será el menú de hoy?”, dijo ella sonriente, mientras se cruzaba de brazos.

“Es sorpresa! Ven a la cocina, serás mi asistente!”, respondí bromeando mientras la jalaba de un brazo.

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora