capitulo 31

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Ya estaba anocheciendo cuando Gaeul llegó aproblemada donde estábamos con los chicos, excepto Jun Pyo. Nos dio una nota que había dejado Jan Di. Decía que había ido a buscar el colgante a la montaña. Todos nos alarmamos mucho. Afuera había empezado a nevar. 

Tomé mi teléfono y llamé a Jun Pyo de inmediato. Le conté sobre Jan Di. Él no tenía la más mínima idea. Me dijo que los guardias de su madre habían llegado hasta donde nosotros estábamos y lo habían metido a un auto, para llevarlo de vuelta a la ciudad, por instrucciones de su madre. Pero me dio a entender que no me preocupara. Que él encontraría algún modo de zafarse de ellos y buscar a Jan Di.

Sara y Sam se unieron a nosotros e intentaron calmar a Gaeul, quien estaba realmente preocupada por Jan Di. Nos quedamos en el mismo salón que estábamos la noche anterior. Sin decir nada, todos decidimos pasar ahí la noche en vela, acompañándonos. Los muchachos no paraban de intentar llamar al teléfono de Jan Di y Jun Pyo pero ninguno de los dos contestaba.

Sara consolaba a Gaeul, quien no paraba de llorar. Sam fue a preparar café y té para todos, para intentar calmarnos y yo me paseaba de un lado a otro. Me acerqué a la ventana. La nieve caía sin tregua, era demasiado espesa. Ya casi no se veía nada hacia afuera. Me di vuelta y tomé mi abrigo, tenía que hacer algo, no me podía quedar sin hacer nada mientras Jan Di debía estar muriendo de frío afuera, por culpa de ese estúpido colgante.

“Voy por Jan Di!”, dije decidido. Sam me dio una sola mirada de reproche. Los chicos de inmediato me detuvieron. Dijeron que no empeorara las cosas. Sam se puso de pie y caminó hacia mi para detener mi camino. Los chicos me soltaron.

“No, Ji Hoo! Tú no vas a ningún lado!… Por favor quédate aquí, conmigo! No nos abandones tú también!”, dijo ella suplicándome mientras me tomaba una mano y la sostenía con fuerza entre las suyas. Bajé la vista, tragué saliva y contuve las ganas de llorar. No dije nada, pero si había algo que no podía contradecir, era una súplica de Sam. Dejé mi abrigo nuevamente en un sofá y me acerque al fuego en silencio. Me senté sobre unos cojines que habían en el suelo.

Así pasaron un par de horas más sin tener noticias de nuestros amigos. Afuera seguía nevando aún más fuerte.

Gaeul y Sara se acomodaron en unos de los tantos cojines que habían en el salón, que era de decoración oriental, lleno de sofás en el suelo y cojines. Ahí se recostaron y se taparon con unas mantas. Sam las arropó y luego se sentó al fuego a mi lado. Woo Bin Y Yi Jeong se habían quedado ya dormidos.

Sam acercó una manta y me cubrió la espalda. Luego me dio una taza con té caliente.

“Bebe esto, te hará bien!”, dijo ella. Yo le obedecí con la vista perdida en las llamas de la hoguera.

“Hey! Tienes que tranquilizarte… Yo se que quieres mucho a Jan Di, pero ella va a estar bien! Te aseguro que Jun Pyo ya la encontró y cuidará de ella!”, continuó diciendo. Yo suspiré profundo.

“Eso espero!”, dije desganado. En ese momento sonó mi teléfono. Lo saqué del bolsillo y lo miré. Era un mensaje de Jun Pyo!!!.

“Encontré a Jan Di. Estamos en un refugio. No se preocupen, estamos bien! Nos vemos mañana! Jun Pyo.”, decía el mensaje. Extendí mi teléfono a Sam.

“Mira!”, dije muy emocionado. Ella lo leyó y comenzó a sonreir.

“Ves? Qué te dije? El amor hace milagros!!!”, añadió ella. Nos abrazamos de felicidad! Al separarnos, nos quedamos mirando a los ojos por algunos segundos. Sin pensarlo, acaricié la mejilla de Sam con mi mano. Ella me sonrió en silencio. Luego se puso de pie y se acomodó sobre unos cojines a un par de metros de Sara, tapándose con una manta. Yo me puse de pie también y fui a despertar a los muchachos. Ellos se alegraron mucho. Conversamos felices por un momento, hasta que decidimos acostarnos a dormir un rato. Los muchachos se taparon con unas cobijas en los mismos sofás donde estaban. 

Yo no, quería estar cerca de Sam. Tomé algunos de los cojines y los acomodé al lado de donde yacía durmiendo ella. Con una manta me tapé y la observé por un par de minutos. Me quedé a un par de centímetros de su rostro. Ella dormía plácidamente. Su rostro se veía casi angelical con el reflejo de las llamas bailando por todos lados y su cabellos brillaban a un más en el mismo tono de la hoguera. Acerqué mi rostro aún más al de ella, mientras la observaba con cara de bobo, estoy seguro. Besé suavemente sus labios para no despertarla y después me quedé mirándola nuevamente. Hace tanto tiempo que no sentía sus labios en los míos! Volví a nacer con ese beso. Sonreí y me quedé nuevamente observándola. Así me quedé dormido.

Al día siguiente desperté con los primeros rayos de sol y con la voz de Sam en mis oídos.

“Ji Hoo!”, dijo ella inquieta intentando soltarse. Estaba durmiendo en mi pecho y yo la tenía abrazada. La miré y le sonreí. Era la primera vez que despertaba con una chica en mis brazos. La noté un poco tensa. Intentó soltarse nuevamente pero yo la sostuve firmemente.

“j aja… No! No te muevas! Quédate sólo un rato más así!”, dije hundiendo mi cabeza en su cuello. Se sentía cálido y suave. Extrañaba tanto el aroma de su piel. Podría haberme quedado abrazado a ella todo el día, la noche siguiente también, e incluso todo lo que me restaba de vida. 

Ella me obedeció y se quedó en silencio, sin moverse. De pronto, se le arrancó un suspiro. Sabía que ella extrañaba mi cercanía tanto como yo la de ella.

“Te extrañaba tanto!”, dije en voz baja para no despertar a nadie. Ella no dijo nada pero con su mano comenzó a juguetear con mi cabello. Me apegué más a ella, ahora abrazándola firmemente. Ella continuó tranquilamente acariciando mi cabello. Yo me dejé querer. Así nos quedamos por unos cuantos minutos. 

“Vamos! A levantarnos! Los chicos deben estar por regresar!”, dijo de pronto Sam echándose hacia adelante y separándose de mi.

“No quiero!! Quiero quedarme así!”, dije intentando parecer un niño pequeño. Ella comenzó a reir. Y luego yo también. “Me perdonas? Se que he sido un tonto! El tonto más grande en todo el mundo!! Pero lo reconozco… Qué quieres que haga para que me perdones? Pídeme lo que quieras!! Te prometo que haré lo que tú quieras!!”, dije mirándola fijamente. Ella sonrió bondadosamente y acarició mi mejilla.

“Bobo, ya te perdoné!”, dijo ella dulcemente. “Amigos?”, dijo ella estirándome la mano. Mi corazón no se contenía con tanta felicidad.

“Sólo amigos?”, dije yo seductoramente. Tenía que empezar a ganarme nuevamente su corazón Ella comenzó a reir a carcajadas.

“Si! Por el momento, sólo amigos! Necesito tiempo aún…”, añadió Sam. Me moría de ganas de besarla pero me contuve, no podía arruinarlo. Ahora tendría que comenzar todo de nuevo, paso a paso. Pero sus palabras me estaban dando una luz de esperanza. Sabía que aún sentía algo por mí.

“Pero… No hay novio, verdad?”, pregunté tímidamente. Ella comenzó a reir nuevamente a carcajadas y me dio un suave empujón en el hombro mientras movía la cabeza. Se acercó a mi, me miró fijo con sus bellos ojos color miel.

“Si, si lo hay, lo había! Pero terminé con él, por bobo, hace ya más de dos meses! Desde ahí no he tenido otro!”, añadió ella y comenzó a revolver mi cabello. Yo comencé a reír también.

En ese momento las chicas despertaron. Sam ya se había puesto de pie. Les contó a las muchachas las noticias que habíamos tenido en la noche sobre Jun Pyo y Jan Di. Después de eso las muchachas se fueron con Sam y nosotros con los chicos nos retiramos a nuestras habitaciones. Nos iríamos a asear y cambiar de ropa para ir a desayunar.

Al encontrarnos nuevamente abajo, llegaron Jun Pyo y Jan Di. Me adelante a los chicos y le entregué a Jan Di el colgante. Había conseguido que las arpías de la escuela, quienes también habían ido a la montaña me lo devolvieran. Ella habían planeado todo, al parecer, para hacer discutir a Jun Pyo y Jan Di.

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora