capitulo 13

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Hace ya un tiempo que la ama de llaves me estaba pidiendo que contratara a alguien para que la ayudara. Me decía que necesitaba la ayuda de alguna jovencita para encargarse de las labores más trabajosas de la casa. Ella ya no estaba en edad de hacerse caso y la comprendía, después de todo, ella me había visto nacer y había estado junto a mi toda la vida. Había accedido a su petición, pero le encargué a ella misma ese trabajo. No tenía tiempo ni deseos de ponerme yo a buscar a alguien.

Esa tarde llegaba a mi casa. Después de la escuela habíamos estado toda la tarde juntos con Jan Di. Me la había pasado muy bien, pero ya entendía que ella me veía sólo como un amigo ahora, nada más. Podía darme cuenta de que se había enamorado completamente de Jun Pyo.

Al entrar a casa, ya empezaba a caer el sol. Dejé unos libros que traía sobre la mesa y me fui directamente a la sala a sentarme en el sofá, quería descansar un poco. Divisé un bulto en el suelo, al lado de la mesa del comedor. No reparé mayormente. Era una chica de rodillas trapeando el suelo. Llevaba ropa deportiva y un pañuelo en su cabeza. Me imaginé que debía ser la jovencita que había contratado mi nana y no le di más importancia al asunto.

Cerré los ojos mientras descansaba sobre el sofá y comencé a idear un plan para volver a reunir a Jan Di con Jun Pyo… Eso ya era una decisión que había tomado, ya no volver a interferir entre ellos dos. De pronto me sacó de mis pensamientos un dulce tarareo de una canción, abrí los ojos y miré hacía todos lados. Vi a la chica aún en el suelo trapeando de espaldas a mi. Me imaginé que era ella quien cantaba, agudicé mi oído. El tono de su voz me resultaba muy familiar… Dónde lo había escuchado? No lo podía recordar. Después de unos instantes la chica comenzó a cantar, despacio pero yo me quedé muy en silencio para oírla bien. Comencé a reconocer la melodía y las frases de la canción… Me quedé helado! Era la canción que yo le había escrito a Sam. Nadie más que ella tenía esa canción, por lo cual, la chica que estaba en mi casa ahora, no podría ser otra que ella misma. Me puse de pie, estaba entre emocionado y asustado. Caminé lentamente hacia ella, al tiempo que su voz se hacía más clara y conocida.

“Sam!”, dije de pronto. La chica se sobresaltó. De un brinco se puso de pie y me miró con los ojos abiertos de par en par.

“Ji Hoo!!! Qué haces aquí?”, añadió ella realmente sorprendida, mientras retrocedía.

“Yo… vivo aquí? Qué haces tú aquí?”, respondí yo. Ella miró el suelo un tanto avergonzada.

“Yo… yo no sabía que tú vivías aquí. Perdón!”, dijo ella humildemente.

“Mi rebelde pelirroja! Mira tus manos! Por qué estás haciendo esto? No lo necesitas!”, le tomé ambas manos y las sostuve entre las mías por un momento. Ella rápidamente se soltó y levantó la barbilla orgullosamente.

“Tú que sabes? Además, esto es un trabajo y es digno como cualquiera!”, respondió ella altaneramente. En ese instante apareció mi nana, quien comenzó a regañar a Samantha. 

“Pero niña! No me digas que has estado tratando mal al joven Ji Hoo! Quién te crees? Escuché como le respondías! Quieres acaso que te despida, niña insolente?”, dijo la mujer.

“Si, creo que eso es lo mejor!”, respondió un tanto ofuscada Samantha y se retiró rápidamente de la habitación.

“Y esta qué se habrá creído? Es una atrevida!”, continuaba añadiendo de mala gana mi nana.

“No, nana! Lo que sucede es que Sam y yo ya nos conocíamos… Ella era mi mejor amiga!”, respondí escuetamente. 

Después de ese incidente me retiré a mi habitación. Me quedé pensando en lo que había ocurrido con Sam por cerca de una hora, Sabía que ella quería trabajar para irse de su casa y al parecer, lo había estado haciendo honradamente en mi casa, sin ni siquiera enterarme. No era justo que yo arruinara sus planes, nuevamente. 

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora