capitulo 35

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Hace mucho tiempo que no escribía en este cuaderno, casi tres meses. Han pasado demasiadas cosas que ni siquiera me han dado tiempo de escribir.

Me enfoqué totalmente en estudiar para el examen de admisión y califiqué. El próximo año entraré a estudiar para ser doctor. Poco a poco, con la ayuda de Jan Di y los consejos de Sam, fui acercándome nuevamente a mi abuelo. Jan Di ideó un plan para que se viniera a vivir a mi casa. Desde ahí comenzamos a estrechar lazos y a recuperar el tiempo perdido. No negaré que primero fue muy difícil, pero siento que realmente necesitaba su apoyo y compañía. Ahora si siento que estoy empezando a tener una familia.

La vida de mis amigos no ha estado exenta de contratiempos. Jun Pyo estuvo a punto de casarse y dejar para siempre a Jan Di. Afortunadamente, el matrimonio no se concretó. Yi Jeong se enamoró perdidamente de Gaeul, la amiga de Jan Di, pero aún no lo acepta, vive huyendo de ella. No quiere dar su brazo a torcer. Woo Bin ha estado saliendo con Sara, con el permiso de sus padres. Y yo, aún sigo enamorado de Sam. E intentado reconquistarla poco a poco, pero ella se empeña en no involucrarse demasiado conmigo. La entiendo, yo tuve la culpa y probablemente tiene miedo de volver a confiar. La familia de Sam también ha tenido muchos problemas. La madre de Jun Pyo efectivamente sacó a la luz antiguos conflictos que tenía el padre de Sam. Cuando ella era una niña pequeña aún y todavía no nacía Sara, el padre de la familia se apropió de una gran suma de dinero ilegalmente, lo que invirtió en cuentas en su país de origen. La madre de Jun Pyo denunció esto a la justicia, fue investigado y el padre de Sam fue destituido de su cargo de diplomático en Seúl. La familia no se fue de vuelta a Latinoamérica, gracias a que las niñas, Samantha y Sara tenían la nacionalidad coreana y pudieron permanecer en el país. A pesar de eso, la amenaza de la deportación estaba a la vuelta de la esquina. Sam y su familia se mudaron a una casa mucho más humilde, en las afueras de la ciudad. Sus padres tuvieron que conseguir un trabajo, mientras Samantha continuó cantando en el club privado, dinero que utilizaba ya sólo para ayudar a su familia.

Una tarde, me quedé practicando en el auditórium hasta tarde. Sabía que Sam estaría ensayando en la sala de música con el maestro. Quise hacer hora para esperarla y acompañarla a su casa. Ya consideraba que había pasado un tiempo prudente y ahora estaba dispuesto a recuperar a Sam para que volviera a ser mi novia. Hablaría con ella lo antes posible y le declararía nuevamente mi amor.

Cerca de las 20 hrs., decidí caminar en dirección al salón de música para esperar a Sam. Esa noche era lunes y ella no cantaba en el club, por lo que se iría directo a su casa y yo podría ofrecerme en acercarla. Era tarde y la llevaría a su casa a pesar de sus seguras negativas. No me gustaba que anduviera sola y tarde. Me senté en una banca del pasillo que daba al salón. Pasaron 30 minutos. Me intranquilicé, estaba tardando demasiado. Me puse de pie y caminé hacia la puerta, la cual tenía una pequeña ventana superior. Pude ver que el maestro se acercaba risueño a la muchacha. Sam respondía a lo que él le decía. De pronto, el hombre se acercó al equipo de música y subió la canción a un volumen muy alto, ya no podía oír nada de lo que hablaban dentro. Me preocupó la situación, intenté girar la manilla para entrar y ver qué estaba realmente ocurriendo, pero estaba con llave. El hombre se aproximó rápidamente a Sam y la rodeó con ambos brazos por la cintura. El rostro de Sam cambió. Ella abrió los ojos y se quedó quieta sin comprender la situación. Podía ver que estaba incómoda. El maestro rápidamente y sin darle tregua, pegó sus labios a los de Sam y comenzó a besarla descontroladamente mientras sus manos comenzaban a recorrer el cuerpo de mi chica. Sam reaccionó e intentó zafarse de él retirando de inmediato sus labios en un movimiento brusco hacia atrás. El hombre comenzó a gritarle, mientras yo desesperadamente intentaba abrir la puerta. Algo escuché a pesar de la música.

“Y qué crees? Qué todo esto lo he hecho gratis? No!! Tú serás mía!!!... No me digas que aún sigues pensando en ese tonto niñito?”, gritaba el hombre enfurecido. De seguro se refería a mi. Sam también gritaba intentando soltarse de él. De pronto, todo se silenció, cuando el maestro de un solo bofetazo lanzó a Sam contra la pared. La chica se golpeó la cabeza pero se mantuvo de pie apoyándose con la mano de la pared. Su rostro estaba desfigurado de horror. Rápidamente el hombre, aprovechándose de que Sam estaba medio aturdida, la tomó de un brazo y la lanzó sobre un mesón boca arriba. Ahí la sostuvo firmemente y de un solo tirón abrió la blusa de la muchacha, haciendo volar los botones de esta. Sam quedó impávida mirando el techo mientras él rápidamente abrió las piernas de la muchacha y se lanzó sobre ella violentamente.

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora