capitulo 47

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La semana siguiente ayudé a Sam a preparar su equipaje. El viaje sería por un par de meses, a lo sumo tres, por lo que Sam no llevó muchas cosas. El resto de sus pertenencias, permanecerían en el apartamento de Jan Di.

Un día domingo al mediodía, fuimos al aeropuerto, Woo Bin, Jan Di y yo fuimos a dejar a Sam. Fue una triste despedida. Jan Di lloró por un par de minutos, mientras que Sam intentaba contenerse. Woo Bin le mandó algunos regalos a Sara con su hermana. Después de eso, tuvimos unos minutos para los dos despedirnos a solas. Los chicos se quedaron más atrás.

“Te voy a extrañar tanto!!! Prometo escribirte todos los días, así que no dejes de mirar ni un instante tu teléfono!”, amenazó Sam apuntándome con su dedo índice.

“No! No lo haré! Yo también te voy a extrañar mucho! Pero… en cuanto tenga tiempo libre, me tomaré un avión y te iré a visitar!”, dije, intentando animarla.

“Si! Cuando puedas ve!!!”, añadió entusiasmada la chica. Se acercó rápido a mi y me besó tan apasionadamente como ese primer beso que ella me robó, cuando aún estábamos en el instituto.

“Y esto, fue para que te quede claro que tú eres sólo mío! Tus labios son sólo míos! Y pobre de la que se atreva siquiera a mirarlos!!”, añadió la chica coqueta pero sentenciosamente. Mientras yo suspiraba por ella como un tonto enamorado, tal como la primera vez.

“Hey! Chicos!”, gritó de pronto Sam, pidiendo a Woo Bin y Jan Di que se acercaran a nuestro lado. “Vigilenlo de cerca! Y si se acerca mucho una chica a él, ya saben lo que tienen que hacer!”, terminó de decir Sam haciendo una mueca con su dedo índice alrededor de su cuello, intentando parecer sería.

“Déjalo en mis manos!”, dijo Woo Bin sonriendo. “Yo me encargo!!”

“jajajaja… Boba! Cómo crees?”, respondí un poco avergonzado. Mientras Jan Di comenzaba a reir de nosotros.

Después de eso, nos despedimos y Sam abordó. Fue triste verla partir pero comprendí que era lo que ella debía hacer, para sanar las viejas heridas de su corazón y para darle el anhelado perdón a su padre. 

En breve, me enteré que el hombre aún seguía grave hospitalizado. La razón por la cual Sara le había pedido a Sam que regresara a casa, era porque la muchacha aún estaba terminando sus estudios secundarios y no podía ayudar a su madre con los quehaceres de la casa.

Con Sam seguimos en contacto. Nos escribíamos a diario para saber de cada uno. Ella me contaba todo lo que hacía y yo también. No negaré que me celaba. Me preguntaba constantemente sobre otras chicas. Pero, sin embargo, eso me encantaba.

Después de casi dos meses desde que Sam se había ido de mi lado, me enteré sobre el estado de la madre de Sam. No habían querido decírselo antes, pero la mujer había quedado embarazada y estaba sumamente delicada, por lo que necesitaba alguien que la ayudara en casa. Sam se dedicó ese tiempo a apoyarlos en todo. 

El padre de Sam fue mejorando poco a poco y la madre también, aún cuando necesitaba reposo absoluto. Sam estaba feliz de saber que tendría una nueva hermanita y eso la animaba a sacrificarse día a día por el bienestar de su familia. Consiguió un empleo de medio tiempo, como cantante en un café, con lo que ayudaba a su familia. Durante el día se encargaba de hacer las cosas de la casa y a atender a su madre y en las tardes trabajaba.

Yo extrañaba mucho a Sam y me imagino que ella también a mi. Debo confesar que en la facultad habían muchas chicas bellas que se me insinuaban y a veces me invitaban a salir, pero nunca, ninguna de ella cautivó mi atención, eso era algo que sólo mi chica lograba hacer. Mi corazón estaba condenado a tener dueña. Y es que Sam era totalmente distinta a todas las chicas que había conocido en mi vida. Podía ser la chica más dulce del mundo, pero a la vez, tenía una fortaleza interior que podría haber hecho caminar a un inválido. Sabía siempre sobreponerse a los problemas y obstáculos con una sonrisa. Realmente la admiraba.

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora