capitulo 49

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Hoy, después de mucho tiempo, me puse a ordenar cosas antiguas que tenía en mi cuarto y me encontré con este cuaderno. Debo aceptar que ya ni me acordaba de su existencia. Ya van casi 5 años de la última vez que escribí en él.

Lo encontré al fondo de un viejo baúl. Al verlo, no pude evitar ojearlo… Cuántos sentimientos encontré dentro!

No negaré que la nostalgia me invadió, al recordar aquellos días en que era sólo un muchacho, que disfrutaba la vida sin mayores preocupaciones.

Cerré mis ojos e instintivamente presioné el cuaderno contra mi pecho, como en un afán de traer a mi presente todas aquellas vivencias, que sin duda, marcaron mi existencia y construyeron al hombre que soy hoy en día. No pude evitar recordar el capítulo más importante de aquella historia, mi historia. Al pasar rápido las páginas, vi que aquel nombre que se repetía con mayor frecuencia en aquel cuaderno, era Sam. Tantos años sin saber nada de ella!

Después de terminar con ella, aquella tarde en el hotel de Sudamérica, no nos volvimos a ver. Si bien, mantuvimos el contacto escrito, nuestra relación fue haciéndose cada vez más distante, en gran parte por la distancia evidente que nos separaba. Seguimos escribiéndonos para saber el uno del otro. Nos mandábamos mensajes afectuosos a menudo y nos contábamos nuestras alegrías y tristezas. Era evidente que el amor no había desaparecido de un día para otro. Mis palabras y las suyas estaban colmadas de afecto e interés mutuo, pero la distancia fue implacable y el tiempo también, y terminó por separar completamente nuestros caminos.

Los últimos años de mi carrera universitaria, fueron realmente intensos. No tenía tiempo absolutamente para nada más, que no fuera estudiar. Además, los dos últimos años me lo llevé de hospital en hospital, en jornadas demasiado extensas de internado. Lo último que supe de Sam, fue que su hermanita nació bien. Que su madre se dedicaría a cuidarla mientras Sam trabajaría media jornada para ayudar a la familia. El resto del día, estudiaría. Ahora si podría entrar a la universidad para estudiar algo relacionado con la música, tal como siempre lo soñó. Su padre mejoró bastante, por lo que comenzó a trabajar en la compañía de un amigo de la familia. Sara terminaría la escuela ese mismo año.

Alrededor de un año atrás, cuando ya había perdido el rastro de Sam, Jan Di me instó para viajar a Sudamérica e ir a buscarla. En el fondo, era lo que yo también anhelaba con toda el alma. Así lo hice. Hace cerca de un año atrás, luego de pasar una extensa temporada en un hospital cerca de la costa, perdí el contacto completo con Sam. Me imagino que cambió su número telefónico, o algo así. Y desde ese momento, no volví a saber nada más de ella. 

Mi viaje a Sudamérica era para ir a visitarla. Si bien ya no éramos novios, siempre seguiríamos siendo grandes amigos.

Al llegar allá, fui a buscar su dirección, pero me encontré con la desagradable sorpresa de que su familia ni ella vivían ya en ese lugar. Por lo que me devolví a Seúl en cuanto conseguí tickets de regreso.

Después de esa última y desafortunada maniobra para reencontrar a Sam, me di por vencido. Al parecer, el destino ya nunca más nos volvería a juntar.

Lo que si me trajo alegrías, fue reencontrarme con mis amigos, los F4. Woo Bin, quien siempre había permanecido a mi lado, fue el más entusiasta en organizar una reunión para volvernos a ver. Jun Pyo regresó de Estados Unidos y Yi Jeong terminó de estudiar y también regresó. Ya no estaríamos más apartados y podríamos volver a ser el grupo inseparable de la secundaria.

Durante ese tiempo, Woo Bin salió con muchas chicas, pero con ninguna llegó a tener algo más serio. Aunque no lo confesaba, aún pesaba el recuerdo de Sara sobre él. Yi Jeong, en cuanto regresó, buscó a Gaeul, a quien había confesado su amor antes de partir a estudiar a fuera y a quien le había pedido esperar por él. Mi amigo Jun Pyo, buscó de inmediato a Jan Di y le propuso matrimonio. Ella aceptó. 

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora