capitulo 45

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A eso de las 8 de la mañana desperté y me levanté de inmediato. Me vestí rápidamente y luego me acerqué a Sam.

“Pequeña, ya me voy! Sólo quería darte un beso antes de partir.”, dije acercándome a ella. La chica comenzó a revolverse en la cama sin abrir aún los ojos.

“Qué hora es?”, preguntó como una sonámbula.

“Es temprano, son casi las 8! Duerme un rato más!”, le respondí mientras ordenaba su cabello amorosamente con la palma de mi mano.

“Qué? Y por qué te vas? Quédate un rato más… Por favor! No me dejes solita, no todavía!”, comenzó ella a suplicar mientras me jalaba de una mano.

“Tengo algo muy importante que hacer, mi pelirroja rebelde! Debo partir!”, respondí sonriendo mientras le acariciaba la mejilla. 

“Más importante que yo?”, añadió ella haciendo un puchero.

“j aja… No, nada es más importante que tú! Eso nunca lo olvides… Nada ni nadie! No recuerdas que anoche te dije que no te deshacerías de mi tan fácilmente? Pues por eso mismo… Tengo que ir a impedir un matrimonio!”, añadí sonriente mientras me soltaba de ella, me alejaba de la cama y me ponía el abrigo. La chica se sentó de un brinco en la cama.

“Qué? En qué estás pensando?!! Ji, Hoo, respóndeme!!”, dijo alterada la muchacha mientras se paraba de la cama y se envolvía en una sábana. Estaba aún desnuda. Yo caminé con prisa hacia la puerta y ella me siguió. Ya afuera, vi que la chica salía de la casa, tras de mi, semidesnuda. Me di media vuelta y la metí de nuevo a la casa.

“Hace frío… Quieres tomarte un pulmonía? Además, los vecinos pueden verte así y el único que tiene derecho a verte desnuda soy yo, eso nunca lo olvides. Tú eres sólo mía!”, dije determinantemente mientras la chica me miraba embelesada y sólo asentía con la cabeza. Me acerqué y la besé en los labios rápidamente. Luego me retiré cerrando la puerta y dejándola adentro.

Al llegar a mi casa, me duché, me cambié de ropa y desayuné. Después de eso, me iría a la oficina en la cual el padre de Sam, estaba ayudando con unas asesorías. Era mi última carta para jugar y me la jugaría sí o sí.

Salí rápido de mi casa para estar en la oficina no más allá de las 9 AM. Al llegar, me topé con la desagradable sorpresa que era la empresa del padre de Jung Ki. De hecho, en el lobby del edificio me encontré con él. Venía llegando despreocupado y sin prisa. Vestía un abrigo negro y largo, lo que lo hacía parecer aún más alto de lo que era. Al verme, se detuvo delante de mí y me saludo con una venia.

“Buenos días! No esperaba verte aquí…”, me dijo un poco confundido pero educadamente.

“Tienes un minuto?”, dije de pronto mientras me armaba de valor. Si bien no venía a hablar con él, tenía que hacerlo. Tragué saliva.

“Claro… Acompáñame a mi oficina! Sígueme por aquí!”, añadió y se dio media vuelta. Caminé tras él en silencio.

Me hizo pasar a una sala grande e iluminada. Me mostró un asiento. Yo me negué, tenía que estar de pie para sentirme más seguro sobre lo que tenía que decirle.

“Disculpa por venir aquí, Jung Ki… Se que eres un tipo sensato y que al menos me oirás.”, dije un tanto inseguro, no encontraba las palabras apropiadas. Las manos me sudaban.

“Me imagino que vienes a hablarme de Sam.”, añadió él. Su rostro estaba inexpresivo.

“No te equivocas… Verás, desde que conocí a Sam… Me enamoré de ella. Aún cuando me costó tiempo aceptarlo. Ella y yo hemos pasado por muchas cosas juntos. Lamento que te hayas enterado de lo que tuvimos, no de la mejor forma… Pero tengo que ser honesto contigo… Quiero que sepas que yo aún la amo.”, dije aproblemado. Jung Ki guardó silencio por unos minutos.

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora