capitulo 33

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Esperamos un par de días después de la partida de Jan Di y con los F4 partimos tras ella. Sabíamos que en alguna clase de lío se debía haber metido. Afortunadamente llegamos justo a tiempo. Una turba de maleantes estaban a punto de atacarla cuando la encontramos.
Llevamos a Jan Di al hotel donde nos estábamos alojando. Después de eso intentamos contactar a Jun Pyo pero no nos atendió. Estaba muy ocupado, al parecer. Ella tampoco había podido contactarlo. Decidimos subirle un poco el ánimo a Jan Di. Nos dedicamos a salir con ella y mostrarle la ciudad y los espectáculos. En la noche, antes de acostarme a dormir, llamé a Sam.
“Hola! Perdón que llame a estar hora…”, dije tímidamente al teléfono.
“Hola! Quién habla? Ji Hoo?”, dijo ella.
“Si! Acaso esperabas la llamada de alguien más?”, pregunté un poco molesto.
“j aja ja… Si, eres tú!”, respondió ella juguetonamente. Acaso se estaba vengando? “Y qué tal estuvo el viaje?”, preguntó de pronto.
“Bien. Ahora ya me voy a dormir. Pero antes quería saber de ti! Me quedé preocupado hoy…”, dije.
“No tienes nada de que preocuparte por mi! Ya me conoces! Estoy grandecita y ya se me cuidar sola! Y no me gusta que me controles, oiste? Recuerdo que somos sólo amigos!”, respondió ella orgullosamente. Definitivamente se estaba vengando de mi.
“Si lo se… Pero, igual me preocupo por ti!”, respondí.
“Pues no deberías!”, respondió ella altaneramente.
“Pero igual lo haré!”, dije. Ella comenzó a reir.
“La noche es joven! En lugar de ir a dormir, debieras salir a bailar con tus amigos y algunas chicas y pasarlo bien!”, añadió ella.
“No! Tú también me conoces y sabes que no soy así!”, respondí cortante.
“OK, pues bien! Entonces ve a dormir! Yo también lo haré porque estoy extenuada con la función de hoy!”, añadió ella.
“Buenas noches!”, dije.
“Buenas noches! Dulces sueños!”, añadió ella y cortó. Después de cortar yo, también sonreí. Me merecía cada una de las palabras de Sam. Me metí a la cama de inmediato.
Después de mucho buscar a Jun Pyo, logramos encontrado. Aunque creo que eso fue peor que no haberlo hallado. Mi amigo parecía otra persona. Lucía altanero, orgulloso, pero extremadamente triste. Los chicos intentaron convencerlo de que hablara con Jan Di, le explicaron que ella lo había venido a buscar, pero él se negó. Jun Pyo dijo que ya no quería saber más de lla, que ambos eran demasiado distintos y que jamás debieron haber tenido siquiera un romance. Yi Jeong se enfureció. Bueno, creo que todos, pero él si lo demostró. Comenzó a echarle en cara como se estaba comportando. Hasta a los golpes llegaron. Yo me quedé en silencio y Woo Bin también. Creo que ambos sabíamos que lo que nuestro amigo estaba diciendo y haciendo era sólo lo políticamente correcto, pero en el fondo, anhelaba hablar y ver a Jan Di de nuevo. A pesar de esto, no dijimos nada más. Él había preferido convertirse en el gran heredero de su fortuna, no dando lugar para sentimentalismos ni cursilerías, como él lo llamaba, y su madre también.
Después de esto, fuimos a ver a Jan Di. Queríamos prevenirla un poco de lo que se le vendría. Ella escuchó serena e intentó mantener la calma, aunque se que por dentro se moría de pena. A pesar de eso, dijo que quería saber la verdad de la boca de Jun Pyo y que no se rendiría hasta que él se lo dijera a la cara. Muy sabio de su parte, luchar siempre hasta el final. Después de eso, intentamos animar a Jan Di, pero fue imposible. Cuando estábamos solos se largó a llorar desconsoladamente. Después de eso, los chicos decidieron regresar a Seúl. Yo no, resolví quedarme a acompañar a Jan Di, no la podía dejar sola justo en ese momento.
En ese instante fue que comprendí que nuevamente debía intervenir. No podía ver a Jan Di con el corazón destrozado, eso destrozaba el mío también. Me fui directamente al hotel de la familia de Jun Pyo y lo busqué. No sería capaz de despacharme, estaba seguro. Lo esperé al lado de la gran e imponente piscina exterior. 
“Házme un favor!”, le dije en cuanto llegó a mi lado.
“Dime!”, respondió altaneramente, sin siquiera cruzar una mirada conmigo. Sin lugar a dudas, estaba adquiriendo las mismas manías de su madre. Se veía un tipo frío y sin corazón.
“Véanse una vez más!”, le pedí.
“Por qué debería hacerlo?”, respondió él en el mismo tono.
“Te lo suplico por nuestra amistad.”, le imploré. No quería ver llorar de nuevo a Jan Di como la había visto esa tarde. Totalmente destruida.
“Por qué me estás pidiendo este favor?”, respondió Jun Pyo.
“Por el momento es lo único que puedo hacer por ella.”, respondí tristemente. Seguidamente, me despedí de él y me retiré.
Me quedé despierto toda la noche. Fue imposible conciliar el sueño. Jun Pyo era mi mejor amigo, mi hermano y sabía que estaba mal. Y Jan Di, ella lo amaba y la veía sufrir por él. Aún cuando no era mi problema, estaba involucrado en el asunto. Tomé el teéfono y llamé a Jun Pyo nuevamente. Lo cité a primera hora de la mañana y él accedió.
Al amanecer, salí de mi habitación y me fui a la de Jan Di. La desperté y le pedí que me acompañara a caminar. Ella a regañadientes accedió.
Caminamos hasta llegar un puente.
“Desde aquí debes ir sola!”, dije. Ella me miró con cara de sorprendida, de seguro no entendía nada. “Cruzando aquel puente está la razón por la cual estás aquí.”. De inmediato di media vuelta y empecé el camino de regreso. Comenzaba a amanecer.
Me fui a dormir un poco. Al menos ya había hecho parte de mi trabajo.
A eso de las 10 me levanté, desayuné y fui a buscar a Jan Di. La encontré en un a banca de un pequeño mercado a las afueras de donde nos estábamos quedando. Se veía muy triste. De seguro Jun Pyo había replicado exactamente lo que nos había dicho a nosotros. Aquel falso discurso.
Decidimos regresar a Seúl, nos encontramos en el lobby del hotel con Jan Di. Tomaríamos el vuelo de vuelta. Ya no teníamos nada más que hacer ahí. Nos quedamos esperando un momento por el taxi que nos llevaría al aeropuerto. De pronto escuché alguien que gritaba mi nombre a viva voz. Me sorprendí y miré a todos lados. A la distancia vi a un muchacho alto y delgado que corría en dirección nuestro. Era mi viejo amigo Ming. Llegó apresurado a mi lado y se lanzó a mis brazos. Él siempre fue muy expresivo y se notaba que estaba feliz de encontrarme. Yo también lo estaba. Nos conocimos hace un par de años en la Escuela Juilliard y desde ahí forzamos buenos lazos. De vez en cuando él iba a Corea y me pasaba a visitar.
“No voy a dejar que te vayas así! Vamos a mi casa! Allá te quedarás un par de días más, si?”, dijo Ming entusiasmado después de que le mencioné que ya me iba.
“Es imposible! Tengo compañía!”, le respondí. El chico miró de pie a cabeza a Jan Di. Finalmente agregó que no podía creer que tuviera novia. Seguidamente, tomó de un brazo a Jan Di y la arrastró prácticamente a una esquina. No se que le dijo ahí, pero a la vuelta Jan Di estaba convencida de quedarse un día más. 
Las cosas en la casa de Ming no fueron tan bien como me lo imaginaba. A él no le gustaba para nada Jan Di. Es que siempre fue muy celoso conmigo. De hecho, cuando estudiábamos juntos música, se dedicaba a espantarme todas las chicas… Aún lo recuerdo! Ja ja… Y ahora, al parecer, intentaba hacer lo mismo con Jan Di!
A mediodía nos encontramos con Ming en una terraza de su casa. Él comenzó a hablar de Jan Di y no precisamente sobre sus virtudes. Aquello me causaba risa. Ya conocía esa actitud en él!
“Ji Hoo, dime! Esa chica es tu novia?”, me preguntó de pronto.
“Qué piensas tú?”, le respondí evadiendo la pregunta y sonriendo.
“Yo creo que a ti te gusta mucho ella.”, respondió él.
“Por qué?”, dije sonriendo.
“Cuando la miras, sonríes como antes. No lo has notado?”, continuó diciendo Ming.
“Qué?”, respondí un poco alarmado.
“Cuando Seo Hyun estaba cerca tuyo, siempre sonreías”, añadió mi amigo. Respiré profundo… nuevamente estaba un poco confundido.
“Realmente… no lo se. Qué es amar, Ming? Cómo sabes cuando amas a alguien o sólo le tienes cariño y aprecio?”, pregunté de pronto. El chico abrió los ojos de par en par y me miró fijo.
“Qué te pasa amigo? Estás confundido acaso? No me digas que hay otra chica?”, agregó él alarmado. Yo me encogí de hombros y sonreí. “No! No sabía que te habías convertido en un casanova!”, terminó diciendo mientras reía y alardeaba.
“No! Es sólo que el amor es tan complicado... Cómo puedo aprender a diferenciar a quien quiero y a quien amo?”, dije acongojado.
“Querido… Sólo la experiencia te lo irá enseñando!”, respondió él a mi pregunta. “Y cómo se llama la otra chica?”.
“Sam, Samantha!”, respondí escuetamente.
“Ah! Ella es extranjera?”, preguntó curioso Ming.
“Si, o sea no! Sus padres con sudamericanos pero ella nació en Corea. Ella es músico, igual que yo!”, dije sonriendo.
“Wow!! Ahora si se iluminan tus ojitos al hablar de ella!”, dijo mi amigo. Yo sonreí un poco avergonzado.
“Verás… Jan Di es una chica maravillosa. Tiene un inmenso corazón, siempre está dispuesta a ayudar a los demás, a costa incluso de su propia felicidad. Me gusta pasar tardes con ella y conversar y reir. Aún cuando no la encuentres tan agraciada… j aja … Ella es adorable! Además, no soporto verla sufrir. Cada vez que algo le sucede me siento en la necesidad de ayudarla, protegerla y consolarla.”, añadí intentando responder a la pregunta inicial de Ming.
“O sea, ella si te gusta!”, dijo él.
“Pues… eso creo….”, respondí mirando el suelo.
“Y qué tal esa Samantha? Cómo es?”, preguntó intrigado Ming.
“Sam!... Sam es caso aparte!... Ella es la chica más bella y popular de la escuela. Creo que desde la primera vez que la ví, caí en su hechizo, aún cuando me costó mucho aceptarlo…”, respondí melancólico.
“Y… qué sientes por ella?”, dijo él curioso.
“Uff!! Cada vez que la veo, mi corazón se acelera. Cada vez que miro sus labios, me muero por volver a hacerlos míos. Cuando era mi novia y nos besábamos, era lo más maravilloso que he sentido en mi vida. Era tocar el cielo lenta y suavemente… Me gustaba tenerla entre mis brazos y sentir cuando ella jugueteaba con mi cabello. Me gusta su voz como suena cuando dice mi nombre, su figura, su forma de caminar, de hablar, de reir, de llorar, e incluso, la forma en como terminó conmigo hace ya más de dos meses… “, dije finalmente con los ojos húmedos. Ming se acercó a mi y me dio una pequeña palmada en la espalda.
“Ahora si lo tienes claro? La respuesta a tu pregunta?”, dijo Ming. Yo fruncí el ceño, no entendía. “La respuesta es obvia… Jan Di te gusta, y ahora si no me lo puedes negar. Pero de Sam… De Sam estas enamorado… y perdidamente, amigo!”, añadió sentencioso Ming. Yo le devolví al mirada. Es que acaso eso era lo que me estaba pasando?
De pronto apareció Jan Di e interrumpió nuestra plática.
“Y? No íbamos a salir?”, dijo ella.
“Si! Vamos!”, dije caminando hacia ella. Pero antes volteé a ver a mi amigo. “Gracias! Me ayudaste mucho!”, le dije y luego le sonreí. Gracias a él había aclarado muchas dudas que tenía en mi mente y en mi corazón.
Esa tarde salimos con Jan Di. La llevé a conocer los alrededores de la casa de Ming. Lo pasamos muy bien.
Al día siguiente arreglamos nuestras maletas y nos fuimos al aeropuerto. Jan Di se quedó impresionada al ver que había comprado boletos para la primera clase… Esa chica nunca termina de sorprenderme! Antes de reunirme con ella, había ido al centro comercial para comprarle unos zapatos a Jan Di, la noche anterior los suyos se habían roto. En ese instante se los di y le ayudé a ponérselos.
De pronto, vimos a Jun Pyo que estaba de pie al lado de nosotros. Fue una gran impresión. Estoy seguro que ninguno de los dos espera verlo ahí. Mucho menos después de cómo se había comportado con Jan Di.
Debo ser sincero y el hecho de verlo ahí de pie me molestó mucho. No se había comportado como un hombre en todo el último tiempo. Había roto en mil pedazos el corazón de Jan Di y ahora se aparecía como si nada. Decidí enfrentarlo y darle su merecido.
“Por qué viniste?”, dije encarándolo.
“No tengo por qué responderte!”, respondió él altaneramente, sin siquiera dirigirme la mirada. Sólo observaba a Jan Di. “Qué rayos piensas que estás haciendo?”, terminó increpándome él a mi.
“Con qué derecho vienes y me preguntas eso?”, añadí realmente dolido.
“Ji Hoo!!, gritó él enfurecido.
“Porque eres mi amigo la dejé! Ella era la novia de mi mejor amigo, por eso no la busqué más!! Te di muchas oportunidades… Pero ya no lo voy a tolerar!!!”, dije finalmente muy enfadado y también subiendo el tono de voz. Honestamente, creo que lo que dije fue mucho de lo que había guardado dentro por mucho tiempo, pero no todo era tan así. Si bien, estaba seguro que quería proteger a Jan Di y la quería muchísimo, ya no era de la misma forma de antes. Pero sentía que Jun Pyo se merecía que le dijera eso. Había cambiado demasiado este último tiempo y necesitaba que alguien le devolviera nuevamente los pies a la tierra.
En ese momento Jun Pyo se echó hacia atrás y me lanzó un puñetazo. Me lanzó sin piedad al suelo. En ese instante sentí la voz de Jan Di. Yo yacía en el suelo, aún medio atolondrado por el golpe.
“Jun Pyo!!! Por qué viniste?”, dijo Jan Di, interponiéndose. “Tienes acaso algo qué decir?”, continuó ella con lágrimas en los ojos. “No te preocupes, ya me marcho.”
Seguidamente, ella me ayudó a ponerme de pie y me condijo de un brazo a abordar el avión. Caminamos en silencio.
En el camino de regreso, casi no hablamos con Jan Di. Sólo antes de bajar me dirigí a ella.
“Jan Di… Me quería disculpar contigo por lo de hoy, antes de abordar…”, dijo evidentemente acongojado.
“j aja ja… No, no es necesario!”,dijo ella intentando sonreir y hacer menos tensa la situación.
“Si es necesario. Tenía mucha rabia con Jun Pyo! Él se portó pésimo contigo! Alguien tenía que decirle unas cuantas verdades!”, añadí justificándome.
“Gracias!”, dijo ella y suspiró profundo intentando mantener una sonrisa. “Siempre estás a mi lado cuando te necesito… Y eso lo aprecio muchísimo!”.
“Y… siempre lo estaré. No lo dudes!”, añadí intentando también sonreir.
“Si lo se!”, agregó ella. Seguidamente, me armé de valor y continué la conversación que ella había dado por terminada. Se acercó a la ventana y comenzó a mirar el paisaje. Estabamos ya cerca de aterrizar.
“Sobre lo demás que dije…”, añadí tímidamente. Jan Di volteó la cabeza y me miró con cara de pregunta. “Sobre que te había dejado ir, por él… Quiero que sepas que es verdad! Yo también sentí algo muy fuerte por ti! Y como no? Si eres una chica encantadora! Pero… Tú misma me lo dijiste… El destino nos tenía preparados caminos distintos, no crees?”, terminé diciendo un poco melancólico.
“Si, eso es verdad!! Sólo a mi se me ocurre enamorarme perdidamente del ser más egocéntrico de todo el planeta!”, dijo ella en son de broma, pero en verdad su rostro reflejaba una enorme tristeza. Lo intentó disimular con una carcajada. Yo sonreí. “j aja… Y tú! Tú ya has encontrado a la chica más maravillosa del mundo! Estoy segura que ella te hará feliz, pero tienes que ser perseverante y luchar para que ella vuelva a estar a tu lado… Me lo prometes?”, dijo finalmente Jan Di.
“Te lo prometo! Pero tú prométeme a mi que también serás feliz, si? No sabes lo que siento aquí dentro cuando no te veo sonreir.”, añadí.

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora