capitulo 36

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La tarde siguiente, Sam apareció en mi casa. Venía con mi chaqueta en la mano. No quiso pasar, por lo que le recibí el abrigo y lo dejé a la entrada. Seguidamente la invité a un café cercano para charlar un rato. Ella aceptó.

“Notaron algo extraño anoche en tu casa? Le contaste lo que sucedió a tus padres?”, pregunté preocupado.

“No! No quiero darle más preocupaciones a mis padres! No sería justo para ellos!”, respondió Sam.

“Es verdad… Y qué piensas hacer con el club? Dejarás el empleo?”, pregunté tímidamente.

“Desde luego que sí! De hecho, ahora voy a ir a presentar mi renuncia…”, respondió ella un poco acongojada. Sabía cuanto le gustaba cantar a Sam y la necesidad que su familia tenía en cuanto al dinero.

“Pues yo te acompaño! No quiero que vayas sola nuevamente a ese lugar!”, dije decidido. La muchacha aceptó de inmediato mi propuesta.

“Ay! El problema es que ahora tengo que conseguir nuevamente un empleo! A empezar todo de nuevo!”, añadió ella un poco desanimada.

“Pero ya verás como algo surge! Yo te ayudaré a encontrar algo!”, dije finalmente. Ella sonrió.

“Eso espero!”, respondió ella.

“Hey Sam! Y ya estás preparada para la fiesta de graduación?”, dije intentando animarla.

“No lo se… No tengo ganas de ir! Me quedaría durmiendo en mi casa ahora que estoy desempleada!”, respondió ella desanimada.

“Pero… Esa no es la Sam que yo conozco! La que me alentaba, la que tenía la sonrisa más bella de la escuela. Ánimo! Tienes que ir!”, añadí entusiasmado. Ella sólo se encogió de brazos. “Por cierto… hay un consejo que quiero pedirte.”

“Si? Sobre qué?”, respondió ella curiosa.

“Lo que sucede es que quiero invitar al baile a una chica… Pero parece que ella no tiene intenciones de ir. Crees que debo preguntarle de igual forma?”, dije sonriendo. Al fin la logré sacar de su estado de sopor. Abrió los ojos de par en par y me miró preocupada.

“Una chica? Vas a invitar a una chica al baile?”, preguntó ella aún sin poder creerlo.

“Si, quiero que ella sea mi pareja esa noche. Ella me gusta mucho… Es muy bella, muy especial… Es más, creo que estoy perdidamente enamorado de ella desde el momento en que la vi por primera vez…”, dije. Sam no me dejó terminar la frase, interrumpiéndome con sus palabras.

“Aishhh! No se! Por qué me preguntas a mi? Pues ve y díselo a tu chica perfecta!”, respondió ella subiendo el tono de voz y frunciendo el ceño. Estaba evidentemente celosa. Yo sólo sonreí.

“Bueno… Es verdad! Eso haré! Gracias por tu consejo!”, dije. Ella me miró despreciativamente. Nos quedamos en silencio bebiendo el café. Pasaron cerca de 10 minutos y ninguno pronunciaba una palabra. Decidí interrumpir el silencio.

“Sam, aceptarías ser mi pareja en el baile de graduación?”, dije de improviso. Ella volvió a mirarme con la misma expresión de hace un momento atrás. Sus ojos desorbitados me observaban.

“Yo?”, se atrevió a preguntar tímidamente.

“Ves a otra Sam aquí?”, respondí sonriendo. Ella me devolvió la sonrisa.

“Lo que dijiste… era sobre mi?”, preguntó Sam.

“Por supuesto que sí!”, respondí. Ella bajó la vista y sonrió un poco avergonzada. “Entonces… Qué me vas a responder?”. Ella alzó la vista. Pude reconocer la expresión de aquella chica bella y altanera que causaba estragos en la escuela. Intentó no mirarme a los ojos y comenzó a hablar despreocupadamente.

“No lo se… Tengo una lista larga de chicos que ya me han invitado…”, respondió ella en son de broma. Yo comencé a reír a carcajadas. “Hey! No te burles! Es verdad!”, me desafió ella.

“No lo desmiento! Estoy seguro que es verdad… Pero si ruego y suplico, tendré alguna posibilidad de ser el elegido?”, agregué continuando con el juego.

“Quizás! No pierdes nada con intentarlo de rodillas!...jajajajaja”, comenzó ahora Sam a reír.

“Puedo tomar eso como un sí?”, pregunté aún riendo.

“Sabes que eres al único que no me puedo negar! Lo sabes y por eso te aprovechas de mi!”, respondió ella coquetamente.

Después de eso nos pusimos de pie. Caminamos de vuelta a mi casa. Mientras íbamos de vuelta, uno al lado del otro, me acerqué a la chica y tomé su mano con la mía. Ella me miró y me sonrío pero no dijo nada. Caminamos de la mano hasta llegar a mi casa. Al llegar, saqué la motocicleta para llevar a Sam al club.

El trámite allá no fue muy tedioso. Aceptaron de buena forma la renuncia de Sam. Sin embargo, ella lucía triste. Sabía lo que ese empleo significaba para ella. Después de eso la llevé a su casa.

“Gracias por acompañarme! Creo que necesitaba tu apoyo muchísimo! Muchas gracias!”, dijo finalmente ella al despedirse de mi fuera de su casa.

“No tienes que agradecerme nada! Y recuerda, pasado mañana te paso a buscar a las 8 en punto de la noche!”, dije para alegrarla un poco. Sam sonrió.

“Así será! Nos vemos!”, añadió ella dulcemente.

“Espera!”, dije antes que ella entrar. Me acerqué y rápidamente, le di un pequeño beso en los labios.

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora