capitulo 28

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Al día siguiente, decidí ir a la casa de Sam. Era muy probable que no me recibiera, pero sólo quería disculparme por lo que había sucedido con la madre de Jun Pyo. Además, quería ofrecerle ayuda para intentar zafarla de la situación.

Afortunadamente, me recibió la nana de Sam y me hizo pasar de inmediato a la sala. Seguidamente, fue a buscar a la muchacha a su habitación. Sam apareció por la escalera. Caminaba altivamente.

“Que no oíste lo que dije ayer? No bromeaba! No quiero volver a saber nada más de los F4! Qué haces aquí?”, dijo ella al borde de la escalera. Su expresión era demasiado dura y arrogante. Me puse de pie de inmediato, me di cuenta que no era bienvenido.

“Yo sólo… venía a disculparme por lo que sucedió. Se que fue culpa mía y de Jun Pyo. Sólo te prometo que encontraremos una forma de librarte de esto.”, respondí escuetamente para justificar mi visita.

“No es necesario! Ya lo arruinaron, ahora yo veré como salgo de esto!”, respondió ella orgullosamente.

“Pero…”, alcancé a decir, cuando nos interrumpió la nana de Sam. 

“Niña! La buscan! Es una tal Sra. Kang… Le digo que pase?”, dijo la mujer.

“Qué??!! Ella está aquí?”, preguntó Sam desfigurada y comenzó a pasearse nerviosamente de un lado al otro de la sala.

“Dile que pase! Yo me quedaré a tu lado! Veremos qué quiere?”, dije intentando encontrar una solución rápida.

“Estás loco?! Escóndete ahora!!”, bufó Sam. No quise contrariarla. La nana de Sam me guió a la cocina, era una puerta que quedaba a un costado de la sala. La dejé entreabierta para escuchar y ver algo. La nana de Sam raudamente salió de la sala y fue a hacer pasar a la mujer. Sam continuaba paseándose nerviosamente de un lado a otro.

Por una esquina vi aparecer a la Sra. Kang, venía tan elegante como siempre y con una sonrisa cordial. Saludó a Sam con una venia, a lo que Sam devolvió de la misma forma.

“Hola Samantha! Me tomé la libertad de venir a verte porque quiero hablar un par de cosas contigo.”, dijo de pronto la mujer, sin perder la sonrisa.

“Buenas tardes señora! Usted dirá. Tome asiento por favor!”, contestó nerviosamente Sam.

“No están tus padres?”, preguntó la mujer.

“No, ellos no están. Si gusta esperarlos… Quiere tomar algo?”, respondió Sam. Se veía muy perturbada.

“No! No es necesario, venía a hablar contigo… Sólo quería agradecerte, por haber hecho entrar en razón a mi hijo.”, añadió la mujer.

“Pero… por qué dice eso?”, preguntó Sam muy curiosa.

“Porque al fin mi hijo se fijó en una chica elegante, educada e inteligente… y no como ese esperpento que había estado rondando mi casa!”, respondió la mujer. Su rostro había cambiado drásticamente, se veía una expresión de ira en su cara.

“Ud. lo dice por… Jan Di?”, preguntó tímidamente Sam.

“Ahora compruebo lo que dije. Si que eres inteligente!”, respondió sarcásticamente la mujer.

“Pues… no estoy de acuerdo con Ud. Conozco un poco a Jan Di y me parece que es una excelente persona!”, le rebatió Sam. Apreté los dientes, ese había sido un error de Sam. Nadie podía contradecirle a esa señora.

“Mi pequeña Samantha! Cómo se nota que aún eres muy joven e ingenua. Aún no conoces del mundo, pero eso tiene solución. Eso se gana con la experiencia. Yo antes, era muy parecida a ti. Tú misma lo dijiste, ella te “parece” que es una buena persona… Pero, estás segura qué lo es? Yo no. Ella es una típica niña pobre que para salir adelante, utiliza ciertas artimañas, puso sus ojos en una fuente de dinero, en este caso, mi hijo. Y tú debes comprenderme, una mujer tiene intuición y experiencia en estas cosas. No quiero que él se arruine la vida! Me comprendes?”, terminó diciendo la mujer.

“La comprendo perfectamente, pero pienso que quizás puede estar equivocada con respecto a Jan Di… Qué tal si Jun Pyo está enamorado de ella?”, insistió en contradecirla Sam.

“j aja ja… Mi hijo es joven! Aún no sabe lo que es el amor! Además, en este mundo uno ya no se compromete, ya no se casa por amor. Y esto te lo digo a ti también, para que vayas madurando! Uno debe escoger una persona compatible con uno, que comparta el mismo status, los mismos intereses, el amor se da luego, con el tiempo.”, Añadió segura de si misma la mujer.

“No lo se… Creo que su forma de ver la vida y el amor es algo fría y calculadora.”, agregó Sam en un tono directo pero inocente.

“Si, tienes razón! Suelo ser fría y calculadora, pero si no lo fuera, no habría llegado donde hoy estoy. Como ya te dije, muchacha, tienes mucho que aprender y yo te puedo enseñar. Si tú quieres, podemos llegar a ser grandes amigas… Podría enseñarte como funciona este mundo y como ir subiendo poco a poco. Yo se que mi hijo no es como yo, él parece ser frío y duro, pero no lo es. En el fondo tiene un corazón que se conmueve con lo más mínimo. Se que él necesitará a su lado una mujer fuerte e inteligente, con clase y elegancia y muy astuta y… creo que esa podrías ser tú!”, terminó diciendo la Sra. Kang. Dejando ya sobre la mesa sus intenciones con Sam. Sentí un silencio. No vi el rostro de Sam desde donde yo estaba. Ella se encontraba de espaldas a mi, pero imaginé su cara de horror, tanto que se quedó sin habla. Sam no solía ser una chica que se quedaba callada. Ella prefería ir de frente, aún cuando esto trajera consecuencias. Pero en este caso, su impresión había sido mayor y la había dejado sin palabras.

“Veo que esto te toma por sorpresa, pequeña! Ja j aja… No lo olvides, si aceptas, podrás tener todo lo que tú quieras… Ya se que tú familia es pudiente y podrías tener todo lo que quisieras, pero al lado de mi hijo, tendrás poder, además de dinero. Descuida! Piénsalo, analízalo y cuando hayas tomado la decisión y hayas aceptado, ven a verme. Voy a estar esperándote!”, terminó diciendo la mujer y se puso rápidamente de pie acariciando la barbilla de Sam. Ella aún estaba en silencio. Seguidamente, la Sra. Kang desapareció por la puerta. Sam siguió de pie con la mirada perdida en el inmenso ventanal que daba a la calle. Salí de inmediato de la cocina y me acerqué a ella. La sostuvo con mis dos brazos. Ella pareció reaccionar en ese momento.

“Estás bien?”, le pregunté aún sosteniéndola.

“No… No pensé que esa señora fuera así! Nunca me imaginé el monstruo que podía ser.”, dijo Sam con una expresión de horror.

“Recuerdas? Te lo advertimos!”, dije.

“Si, si lo se! Pero… no te preocupes! Ese ofrecimiento me tomó realmente por sorpresa, nunca me lo imaginé! Mañana mismo, a primera hora, iré a hablar con ella. Le iré a decir que no acepto! Con eso todo se acabará!”, dijo Sam decidida.

“OK, pero… Si necesitas mi ayuda o la de Jun Pyo, por favor dínoslo!”, añadí preocupado.

“No, no lo creo! No es necesario! Ahora, ve a hablar con Jun Pyo y cuéntale lo que sucedió. Él tiene derecho a saberlo. Debe proteger a Jan Di. Esa mujer sería capaz de lo inimaginable por verlos separados!”, terminó diciendo Sam despachándome. Le obedecí, me di media vuelta y me retiré.

Al salir, me dirigí a mi casa y llamé a Jun Pyo. Lo cité en una hora.

Cuando llegó mi amigo, le conté lo sucedido. No podía creerlo. Estaba enfurecido! Tuve que sujetarlo para que no fuera de inmediato a buscar a su madre para discutir con ella. Le hice entender que no podíamos hacerle ver que sabíamos de sus intenciones. Muy por el contrario. Además, Sam mañana iría a rechazar la oferta. A regañadientes, Jun Pyo aceptó y se fue más calmado, prometiendo no decir nada.

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora