capitulo 41

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Llegó el momento de empezar en la facultad. Todo fue de maravilla. Conocí a chicos y chicas muy amistosos y con intereses similares a los míos, entre ellos, había una chica que no se despegaba de mi fácilmente. Su nombre era Park Hye Sun. Era una bella chica, alta y delgada, de cabello largo y lacio. Generalmente nos juntábamos a estudiar. A Jan Di, quien también había ingresado a estudiar, no le gustaba la chica, y constantemente la molestaba para que no se acercara tanto a mi.

Un día, Hye Sun me acompañó a la fundación. Quería ver donde practicaba música. Si bien, ella no le interesaba mucho la música, me había insistido mucho en saber sobre mis aficiones, por lo que había accedido a llevarla y mostrarle el lugar.

Cuando llegamos, vi a Sam sentada en una de las bancas de la planta baja. Al verme, de inmediato se puso de pie y me sonrió dulcemente. Llevaba un abrigo corto y ceñido, rojo con negro cuadrillé. Botas negras, que destacaban sus largas y esculturales piernas. No pude evitar voltearme a verla de pie a cabeza, aquella muchacha era realmente un espectáculo para la vista. Al parecer, Hye Sun lo notó y comenzó a hablarme poniéndose delante de mí, para que la mirara a ella. Sam no dio tregua. Caminó con paso firme hacia donde yo estaba.

“Hola! Te estaba esperando… Venía por la propuesta que me habías hecho! Acepto!”, dijo Sam dulce y coquetamente extendiendo una de sus manos, ignorando por completo a la muchacha que había a mi lado. Sin duda Sam sabía que no tenía competencia. Al verla a ella, desparecían todas las demás chicas, inclusive las más bellas. Le sonreí de inmediato y extendí mi mano para tomar la de ella, en señal de que concretábamos el trato.

“Me alegra poder ayudarte… Pasemos a mi despacho, entonces!”, dije animado. En ese instante, escuché alguien que tosía a mi lado. Era Hye Sun, quien me recordaba que estaba ahí. Casi lo olvidaba por completo!

“Lo siento, te molestaría si dejáramos el paseo para otro día?”, dije dirigiéndome a la chica.

“No, no hay problema! Entiendo que siempre los negocios van antes que el placer!”, respondió ella con un dejo de despecho, mientras le daba un desprecio a Sam.

“j aja ja… Es divertida tu amiguita! No sabe cuanto más sabroso es mezclar los negocios con el placer! No crees, Ji Hoo?”, añadió Sam en tono burlón y se dio media vuelta adelantándose a mi despacho. Sabía que había dejado plantada la semilla de los celos en mi acompañante.

Hye Sun me hizo una venia y salió raudamente hacia la calle con las mejillas encendidas. Ya nada más podía hacer por ella. Seguí a Sam al despacho. Ambos entramos.

“No me gusta como te mira!”, dijo ella de pronto. Yo estaba sentándome y buscando unos documentos. La miré fijamente.

“De qué hablas?”, pregunté confundido.

“Ay por favor!!! No te hagas!! De tu amiguita!!”, respondió ella. Se veía un poco molesta.

“Acaso… estás celosa?”, la desafié sonriendo. Nunca había visto actuar de esa forma a Sam y eso realmente me estaba encendiendo. Sam caminó apresuradamente y se sentó sobre el escritorio, dejando a mi alcance sus largas y bien formadas piernas. Definitivamente me estaba provocando!

“Si!!! Estoy celosa!! Muero de celos porque tú eres mío y de nadie más! Me oíste, Ji Hoo?”, dijo la chica en un tono desafiante pero increíblemente sensual mientras que acercaba su rostro peligrosamente al mío. Sentía que en cualquier instante perdería los estribos por ella.

“ja… Y qué hay de ti? Acaso yo no podría decir lo mismo? Que no soporto que vivas bajo el mismo techo de otro hombre! Que me mata la idea de pensar que ahora lo besas a él y no a mi!”, le recriminé. Ella se puso de pie y caminó al otro lado del escritorio. Se sentó calmadamente en una de las sillas y cruzó las piernas.

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora