capitulo 21

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Decidí llevar a Sam a un parque de diversiones. Lo pasamos muy bien, es más, creo que hace muchísimo tiempo no reía tanto. Subimos a los juegos, comimos golosinas y reímos mucho. Era realmente maravilloso tener una novia!

“Vamos a subir a esa montaña rusa! Ven, Ji Hoo!!, me reclamó Sam jalándome de un brazo. Yo estaba ya un poco cansado con tanta emoción, pero parecía que ella no pararía nunca.

“No te da miedo? Es un poco alta!”, respondí intentando frenarla mientras sonreía.

“No! Ya te dije una vez que no le temo a nada! Anda, acompáñame!”, dijo ella tirándome con más fuerza. Sujeté firme su brazo y la jalé contra mi cuerpo. La chica quedó de pie frente a mi, la tomé por la cintura y sostuve su mirada galantemente.

“Eso no es verdad! Hay algo a lo que Samantha si le teme! Lo veo ahora en tus ojos, nuevamente!”, dije muy serio, observándola detenidamente.

“Qué? De qué hablas, Ji Hoo?”, respondió ella un poco incómoda, intentando soltarse.

“Si! Que descubrí a lo único a lo que Samantha le teme en su vida… Al amor!”, añadí seguro. Ella bajó la mirada en señal de derrota.

“Parece que… tú si me conoces!”, respondió un poco avergonzada.

“Si te conozco, mi chica rebelde! Y por eso, de hoy en adelante ya no le temerás nunca más! Yo me voy a encargar de eso!”, dije seguro. Ella levantó la vista y me miró sonriendo. Me besó rápidamente en los labios, como un niño pequeño que hace una travesura. Seguidamente, se soltó de mis brazos. Tomó nuevamente mi mano y me arrastró a la montaña rusa. Yo sólo sonreí.

Cuando se hizo de noche, decidimos que ya era hora de irnos a nuestras casas. La dejé en la puerta de su casa. De pronto, divisé en el pasto, entre todo una pequeña flor color lila. Me agache, la corté y se la di a Sam. Ella me sonrió y me acarició el cabello. Fue extraño, eso ni siquiera lo pensé. Sólo lo hice. Debo aceptar que ella me provocaba hacer eso... Aigoo!! 

“Bueno, es suficiente por hoy! Nos vemos mañana!”, dijo la muchacha.

“Pero… quedémonos un rato más! No te vayas aún! , dije de nuevo sin siquiera pensarlo.

“No puedo… Tú conoces a mi padre! Te llamo antes de dormir, si?”, dijo ella.

“Bueno! Está bien… Pero qué tal si paso ahora mismo y hablo con tus padres?”, añadí de pronto.

“No… aún no! No están muy bien las cosas con mi padre… Dame un poco de tiempo, si?”, añadió Sam.

“OK, como tú digas! Me voy entonces… Nos vemos mañana!”, terminé diciendo. Sam se acercó rápidamente a mi oído y me susurró algo.

“Te amo!”, dijo en secreto y salió corriendo hacia adentro mientras me lanzaba un beso con la mano y sonreía coquetamente. Suspiré profundo y me apoyé en mi auto. No podía borrar la sonrisa de mi rostro. Algo dentro de mi estaba pasando, aún cuando yo me negaba a aceptarlo.

Pasaron un par de semanas y cada día me sentía más feliz. Mi relación con Sam iba viento en popa. Nos complementábamos a la perfección y nos divertíamos demasiado juntos. Además, Sam me provocaba cosas que nunca otra chica me había hecho sentir. Si bien, antes me había enamorado, no se parecía en lo absoluto a lo que ahora sentía por esta chica y eso, a pesar de todo, me confundía. Con Sam era algo más allá que sólo romanticismo. No era sólo pensar y soñar con ella, sino que además, era sentir deseos incontrolables de besar sus labios, de sentirla cerca de mí, de tenerla en mis brazos. Todo eso me hacía dudar de mis sentimientos. No sabía si lo que ella me provocaba era sólo atracción física y deseo… O si eso era realmente estar enamorado. Un par de veces me lo pregunté, pero cuando comenzaba a analizar la situación, sólo lograba confundirme aún más. Indudablemente quería muchísimo a Sam y no quería lastimarla, pero a veces temía de mi mismo.

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora