capitulo 27

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Me tuve que resignar a perder a Sam, aún cuando era un esfuerzo sobrehumano. Sentía constantemente un vacío dentro. Esas horas de discusión sobre el mejor arreglo musical de una canción o de la nueva novela publicada por un escritor de nuestro mutuo agrado, o las simples ganas locas de llamarla por teléfono y contarle cualquier tontería que me acababa de ocurrir, o textearla con un simple  , o sencillamente robarle un beso a la mitad de una calle… Ya nada de eso era posible. 

Intenté refugiarme en los estudios para olvidarla. Aunque sabía que sería muy difícil. Me dediqué ese mes entero a estudiar para la prueba de admisión a la facultad de medicina. Si aprobaba, el siguiente año entraría a estudiar medicina, tal como siempre lo había deseado.

Entretanto, Jun Pyo y Jan Di terminaron también, por culpa del nuevo amigo famoso de Jan Di, el modelo. La verdad es que ni siquiera es que recuerdo su nombre. Un día hablé con Jan Di y le advertí de él. No me gustaba, era una cosa de piel. Pero creo que ella no quiso escucharme. Siguió adelante a su lado y todo terminó mal, tal como todos lo esperábamos. No se si ese chico era un loco o qué pero secuestró a Jan Di. Afortunadamente, los chicos, con sus contactos, descubrieron todo y pudimos rescatar a Jan Di, aún cuando Jun Pyo resultó muy malherido. Todo al fin se solucionó y volvimos a la normalidad.

La siguiente semana, la madre de Jun Pyo daría una fiesta en su mansión, para las familias más prestigiosas y acomodadas de Seúl. Desde luego, los F4 estábamos invitados. Ese día nos reuniríamos con los chicos a eso de las 8 de la noche en la mansión de mi amigo.

Al llegar, nos encontramos con Jun Pyo y subimos a su recámara. Mi amigo insistía en no aparecer en la fiesta. Quería que lo cubriéramos para poder fugarse e ir a visitar a Jan Di a escondidas. El plan no dio resultado. La Sra. Kang en persona fue a buscar a Jun Pyo a su habitación. Amablemente nos pidió bajar para participar en el brindis. Obedecimos a su petición, no teníamos otra opción.

La sala estaba adornada elegantemente. Garzones recorrían constantemente el lugar, ofreciendo los manjares más exquisitos, en un cóctel realmente digno de una película. Mi vista se detuvo de pronto en una cabellera cobriza en una esquina. Una muchacha alta y delgada, con un elegante y ceñido vestido color verde azulado en una esquina de la sala. Me pareció conocida. Caminé un poco para verla bien. Mi corazón se aceleró. Era mi Sam! A su lado se encontraban sus padres, quien al verme, comenzaron a hacerme señas para acercarme a ellos. No pude evadirlos y caminé hacia ellos, aún cuando sabía que la reacción de la chica no sería la mejor. Sam volteó y me miró sorprendida.

“Muchacho! Que bueno encontrarte aquí!”, dijo el padre de Sam haciéndome una venia.

“Señor, el placer es mío. No sabía que estaban invitados!”, añadí curioso.

“La Sra. Kang nos invitó. Fue una alegría que nos contactara. La conocimos hace un tiempo atrás.”, respondió el padre.

“No sabes cómo nos costó traer a Samantha a esta fiesta! Por lo menos ahora se divertirá contigo!”, añadió la madre sonriendo. Sam y yo nos miramos seriamente.

En ese instante la madre de Jun Pyo se acercó a nosotros, arrastrando a Jun Pyo de un brazo.

“Buenas noches y bienvenidos! No saben la alegría que me da que hayan aceptado mi invitación!”, dijo la Sra. Kang sonriente. Hasta parecía una persona bondadosa.

“Buenas noches, Sra. Kang! Muchísimas gracias a Ud. por la invitación!”, respondió el padre.

“Desde luego que quería que vinieran! Sobre todo ahora que se que su bella hija está saliendo con mi hijo! Tenemos que empezar a conocernos, a estrechar lazos!”, respondió ella sonriendo complaciente. Todos ahí, excepto la Sra. Kang quedamos estupefactos con sus palabras. Los padres de Sam le dieron una sola mirada a la chica intentando buscar una explicación, que ni ella tenía. El rostro de Sam se descompuso.

“Pero madre! Qué dices?!”, intervino Jun Pyo para intentar suavizar la situación.

“Lo que tú mismo me confesaste, hijo!”, respondió ella muy condescendiente. “Pero sabes? Creo que no pudiste elegir una chica mejor. Viene de una excelente familia, tiene una muy buena educación y es bellísima! Estoy muy feliz con tu elección!”, terminó diciendo la mujer.

“Pero… no! Nosotros con Sam, emmm… Somos sólo amigos! Te dije que habíamos salido, pero me refería, como amigos! Nos estamos conociendo…”, comenzó a balbucear Jun Pyo intentando justificarse.

“j aja ja… Anda! No seas tímido! No es necesario… Bueno… No los presiono más! Así son los jóvenes! Tómense su tiempo para formalizarlo! Ahora si me permiten, debo ir a darle la bienvenida a otra familia! Pero ya saben, Uds. son bienvenidos aquí en mi casa, y sobretodo su bella hija Samantha. Con permiso!”, terminó de decir la mujer y se retiró sonriente. Todos nos quedamos en silencio, sin saber qué decir.

“Es cierto lo que acabamos de oir, Samantha?”, preguntó de pronto tímidamente la madre de Sam.

“No, mamá! Jun Pyo y yo somos sólo amigos! Verdad?”, respondió Sam acongojada buscando con la mirada el apoyo de mi amigo. Jun Pyo aseveró con la cabeza.

“Pero… Cómo? Yo no entiendo nada!”, dijo el padre de Sam encogiéndose de hombros.

Sam se dio media vuelta y nos miró a mi y a Jun Pyo quienes observábamos en una esquina en silencio la escena.

“Todo esto es por su culpa! Se los dije! Sabía que esto no traería nada bueno! No quiero volver a saber nada de los F4 en toda mi vida!!”, dijo finalmente Sam subiendo la voz y salió corriendo de la sala. Sus padres la siguieron.

Jun Pyo me miró en silencio. Ambos nos sentíamos culpables.

“Sabía que algo se traía entre manos la bruja!”, dijo de pronto Jun Pyo molesto.

“Quizás no traiga consecuencias… No te preocupes tanto!”, dije para intentar calmarlo.

“Se nota que no la conoces realmente!”, respondió Jun Pio moviendo la cabeza.

Después de eso, no volvimos a ver a Sam ni a sus padres. Presumo que se retiraron de la fiesta.

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora