capitulo 46

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Con Sam, salimos del edificio y nos subimos a mi auto.

“Dónde quieres ir?”, pregunté entusiasmado observándola. Tal como la primera vez que salimos juntos, cuando recién acababa de pedirle que fuera mi novia.

“Donde tú quieras, mi amor! Donde sea que esté a tu lado!!”, sonrió ella al contestar. Se veía realmente feliz. Conduje una hora hasta llegar a una playa. Quería pasar el día entero con mi chica.

Al llegar, nos tendimos sobre la arena. No dejamos de besarnos, ni abrazarnos, ni jurarnos amor eterno en todo el día. La gente nos observaba. A mi ya no me importaba, nadie sabía lo que habíamos pasado todo ese tiempo. Fue una tarde extraordinaria.

“Ya va a caer el sol… Es hora de que te vaya a dejar a tu casa! Vamos!”, dije de pronto.

“Pero sólo si te quedas esta noche conmigo!”, añadió traviesamente la chica.

“No! Esta noche no! Jan Di ya llegó, verdad?”, pregunté tímidamente.

“Si llegó pero ella no dirá nada. Estaremos sólo en mi habitación! Anda, quédate conmigo!”, comenzó a suplicar Sam.

“j aja ja… Tú sabes que me encanta quedarme contigo, pero… Sería la segunda noche que no duermo en mi casa. Mi abuelo también se preocupará!”, dije.

“Es cierto! Debes cuidarlo, él te quiere mucho!”, añadió Sam dulcemente.

“Estaba pensando que… tú y yo deberíamos casarnos, no crees? No tendríamos que estar separados!”, añadí de pronto esperanzado.

“Qué?”, Sam se sentó de un solo brinco. “Te gustaría que yo fuera tu esposa?”, preguntó ilusionada la chica.

“Me encantaría! Por qué crees que te di la sortija de mi madre?”, respondí besándola.

“Acepto entonces tu propuesta de matrimonio! Pero… cuando termines tus estudios, si? Así podré tenerte sólo para mí!”, añadió ella coquetamente.

“Trato hecho! En cuanto me titule de médico, nos casamos! Y no se hable más del asunto! Desde ahora, eres mi prometida!”, dije besándola nuevamente. Ella sonrió. Hace tanto tiempo que no veía a Sam tan feliz. Nuevamente éramos sólo ella y yo.

Ese año entero fue maravilloso! A pesar de que no tenía a mis amigos a mi lado, excepto a Woo Bin, me sentía realmente feliz. Tenía a mi lado a la mujer de mi vida. Cada día nos fuimos conociendo más y madurando juntos. Logramos construir una relación muy sólida, en donde cada uno ponía lo mejor de si para hacer feliz al otro. Si bien yo ponía la pasividad, la calma, la seguridad; Sam ponía algo de locura y pasión. Nos complementábamos a la perfección!

Ahora que miro hacia atrás, no entiendo como no me di cuenta desde el primer momento en que vi a Sam, en la escuela, que ella sería el amor de mi vida. La única mujer por la que incluso daría mi vida.

Sam siguió compartiendo el apartamento con Jan Di. Entre las dos pagaban el alquiler. Sam me ayudaba en la fundación y estudiaba en el conservatorio. Yo me dedicaba plenamente a mis estudios y mis ratos libres se los dedicaba sólo a ella.

Cuando Jan Di no estaba, me quedaba a dormir con Sam. Ella, aún cuando parecía muy liberal, tenía algunos prejuicios. La invité un par de veces a quedarse en mi casa, pero cuando estaba mi abuelo, tampoco aceptaba. En eso si nos parecíamos. 

Yo ansiaba la hora de terminar mis estudios, para así poder casarme con ella y formar una familia. Soñaba con despertar todas las mañanas a su lado y abrazarla cada vez que lo necesitara. Soñaba con ver correr por mi casa pequeñines, hijos de ambos, alegrando cada rincón. Y especialmente, quería que mi abuelo llegara a conocer a sus bisnietos y a mimarlos. Todos esos anhelos, llenaban mi corazón y me hacían esforzarme aún más para estudiar y cuanto antes, cumplir mi objetivo.

Mi abuelo le tomó mucho cariño a Sam. En una ocasión me mencionó que pensaba que era la chica ideal para mí. Que le parecía muy juiciosa, alegre, perseverante y sobre todo, que podía notar que estaba realmente enamorada de mí, tanto como yo de ella. Constantemente insistía en que la invitara a cenar y algunas veces, salíamos de paseo los tres juntos. Sam se divertía mucho con las historias que contaba mi abuelo y constantemente lo hacía reir a carcajadas con sus comentarios. Creo que ella aprendió a quererlo como a un miembro más de su familia. Aquí en Corea, estaba sola y se apoyó en él como la figura paterna que le hacía falta. En ocasiones, cuando se sentía aproblemada por algo, venía a verlo para pedirle un consejo. Él amablemente, la escuchaba y la ayudaba a tomar la mejor decisión.

Después de las fiestas de Navidad, Sam recibió noticias no muy alentadoras sobre su familia, que aún residía en Latinoamérica. Hace más de 1 año que ella no veía a sus padres ni a su hermana.

Una tarde, luego de mis clases, pasé por el apartamento de Sam. Sabía que estaba sola, ya que Jan Di había sido enviada a un hospital fuera de la ciudad por un par de días.

Me recibió mi chica en la puerta. Su rostro estaba triste, no como acostumbraba a ser.

“Qué pasa, mi pelirroja bella?”, pregunté al ver su carita triste.

“Ji Hoo… Mi familia no está bien! Creo que tendré que viajar a Sudamérica”, respondió ella angustiada. Me acerqué a ella y tomé su rostro entre mis manos.

“Qué pasó? Si quieres, yo puedo ir contigo por algunos días?”, pregunté preocupado.

“No! Es que… Esto no será por unos días…”, respondió ella. Estaba aún con el teléfono en la mano.

“Pero… por qué? Qué pasó? Dime!!”, insistí.

“Ay!! Recibí una llamada de Sara! Mi padre tuvo un accidente vascular, fue internado de urgencia… No está muy bien! Necesita cuidado! Sara me pidió que fuera!”, respondió Sam muy abrumada.

“Mi pequeña rebelde! Yo lo entiendo! Se que, talvés la relación con tu padre nunca ha sido de las mejores, pero… Quizás ahora es el momento para que eso cambie!... Ya vez lo que pasó con mi abuelo y yo!”, añadí.

“Pero… te voy a extrañar taaaanto!!”, añadió ella con cara de tristeza mientras enrollaba sus brazos alrededor de mi cintura.

“Y yo a ti! Pero… es tu deber! Yo lo entiendo!”, respondí acariciando su barbilla. También me causaba tristeza, pero sentía que era algo que ella debía hacer.

“Si lo se!”, añadió ella bajando la vista.

Después de eso, Sam me invitó a sentarme a la mesa. Había preparado una rica cena. No hablamos mucho. Podía notar que estaba muy triste. 

Cuando terminamos de comer, nos fuimos a dormir.

“Abrázame fuerte, Ji Hoo!!! Dime que nunca me dejarás de amar, aunque no esté a tu lado! Que nunca pensarás en nadie que no sea yo y que no desearás besar otros labios que no sean los míos!”, susurró Sam a mi oído.

“Te lo juro, mi pelirroja rebelde! Tú eres y serás siempre la única en mi corazón!”, le prometí, cerrando sus labios con un beso. 

“Y… Si antes que te vayas… Nos casamos?”, pregunté tímidamente de pronto, mientras me sentaba bruscamente en la cama. Ella sonrió dulcemente.

“Me encantaría! Pero… de qué serviría que tú y yo estuviéramos casados si no podríamos estar juntos?”, respondió ella mirándome fijo. Tenía toda la razón. Qué es una pareja de recién casados si no están juntos? No tenía sentido.

“Es verdad!... Pero entonces… Nunca! Nunca te quites esta sortija, si aún me amas! Recuerda que este es el símbolo de nuestro compromiso! Tú eres mía y yo soy tuyo!”, añadí señalando la sortija de mi madre, que ahora llevaba Sam en su dedo anular, hace más de un año.

“Jamás!!! Jamás me la quitaré porque jamás te dejaré de amar!”, añadió finalmente y me besó en los labios dulcemente. Se acercó a mi oído y me susurró las palabras más maravillosas del mundo.

“Te amo!”, dijo Sam. Después de eso, nos dormimos abrazados

Diario de un chico enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora