Pasaron dos semanas y yo me sentía mejor, mucho mejor a decir verdad.
Aunque esas semanas fueron una tortura. Siempre veía como entrenaban Gale con los demás lobos y anhelaba poder estar bien para poder entrenar con ellos, pero traté de aprovechar mi incapacidad física para aprender a preparar todos esos remedios que hacia Nessy. Recuerdo la primera vez que entre a su "laboratorio". Era una habitación oculta entre el tapizado de la pared, la cual había ignorado todo ese tiempo. Adentro había muchas plantas, algunas frescas y otras secas.
-Es para molerlas y así usar sus hojas secas.- me explicó Nessy.
-Nunca ví estas en el bosque.- dije señalando una flor muy rara y muy bella.
-¡No!- gritó Nessy haciéndome pegar un salto e interrumpiendo a mi mano el poder de tocar la flor.- Linda, debes entender que hay ciertos cuidados que debes tener.-
-¿Qué?-
-Hay ciertas especies de plantas y animales que no debes tocar, por más bellos que se vean.- dijo mirando a la exótica flor.
-¿De dónde la sacaste? ¿Para qué sirve? ¿Es venenosa?-
-Me las trajeron de Escocia. Sirve para varias cosas, pero debes manipularla con cierto cuidado. Las plantas pueden sentir.-
-¿Inclusive las muertas?- pregunté.
-Ya, ya, ya. Basta de charla y ven a ver cómo preparo ese jarabe que tanto te gusta.-
En cuanto me mostró todo lo que le ponía casi vomito todo el desayuno, aunque creo que me desmayé debido a los olores que desprendía la poción y todas las cosas que Nessy cocinaba.
En cuanto a las pesadillas ya no las tenía y si las tenía ni me acordaba, debido a que probé hacer un jarabe para poder dormir, el ingrediente clave, la caléndula.
-Esto se ve mejor.- observó Eric mirando mi herida.- ¿Duele?- preguntó presionando cerca de ella.
-No.-
-¿Ahora?- pude sentir cuando presionó la cicatriz.
-Tampoco.-
-Bien, eso es todo. Tiempo récord ¿verdad?- preguntó sacándose los guantes de látex y refiriéndose a mi herida.
-Sí, creo que si.- respondí.
-¿Ahora si podremos ir al bosque?- preguntó Tyler emocionado.
-Claro que si.- le respondí y salimos juntos de la cocina.
Miré m por la ventana y todo se veía tan hermoso cubierto por un fina capa de nieve, que dentro de unas semanas comenzaría a ser más densa. Estábamos entrando al invierno.
-Ya casi es navidad.- dijo Gale abrazándome por atrás y apoyando su mentón en mi hombro.
-Si ¿Qué me vas a regalar?- pregunté con una sonrisa.
-Abrígate. Vamos a salir.- volteé a verlo y él me miraba con un brillo especial en sus ojos.
Subí corriendo las escaleras, me puse un jean negro elastizado, un pulóver verde, mis borcegos y por último mi tapado negro.
Cuando salí de la habitación pude ver Gale al pie de la escalera con una agradable sonrisa.
-¿Lista para su paseo matutino?- preguntó tendiéndome su brazo.
-Lista.- dije con una sonrisa y aceptándolo.
Ambos salimos de la casa, cuando me dí cuenta que él no iba abrigado.