Capítulo 37

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El maldito había roto el hielo con mi pistola.

Traté de nadar hacia la superficie, pero mi ropa mojada solo me entorpecía más y más. Desabroché mi campera y dejé que se hunda.

Sentí un golpe en mi boca y cuando me volví era Fred, quien me miraba divertido. Trató de alcanzarme otra vez, pero tomé su mano, lo atraje a mí, levanté las piernas y pateé fuertemente su estómago, que ante la mueca que hizo, deduje que le dolió.

Enredó mi cabello en su mano y con la otra me golpeaba. Traté de inmovilizarlo, pero jamás me gustó luchar bajo el agua, por lo tanto nunca tomé esas clases cuando estaba en la agencia. Además de que el agua helada enfriaba mis sentidos y todos mis músculos.

En un momento de desesperación y falta de aire, atajé el golpe que se dirigía a mi estómago. Lo tomé de las manos, me acerqué a él y junté nuestros labios.

Al parecer él se sorprendió ante mi acción tan repentina, por lo que aflojó su agarre a mi cabello y me atrajo más hacia él, con una mano en mi nuca y la otra en mi espalda baja.

Introdujo su lengua en mi boca y comenzó a atacar la mía. No me sentía bien haciendo esto pero tenía que agarrar aire de algún lado, y la única cosa viva cerca de mí era él.

Me separé de él y nos miramos a los ojos. Toqué su mejilla e hice ademán de querer acercarme de nuevo, en cuanto él cerro sus ojos puse mi otra mano en su nuca y torcí su cuello como si fuera una simple gallina.

Su cuerpo sin vida comenzó a hundirse. Comencé a patalear para llegar a la superficie, perdí una bota y cuando llegue al hielo éste estaba sellado.

Esto no puede estar pasando. Comencé a buscar el hueco por donde nos habíamos caído pero nada. Traté de romper el hielo con mi codo, pero este era muy grueso. El aire en mis pulmones comenzaba a faltar y el miedo que se apoderaba de todo mi cuerpo, comenzaba a paralizarme. Esto no puede estar pasando. No estoy dispuesta a morir, no aquí.

Nadé un poco más abajo para tener una mejor vista panorámica y así encontrar la salida. En cuanto la encontré nadé hacia ella y con la poca fuerza que me quedaba en los brazos me aúpe sobre el hielo, pero éste volvió a romperse y volví a sumergirme en el agua helada. Lo intenté una vez más y finalmente logré salir de ella.

Apoyé mis manos en el hielo y me levanté, dando grandes bocanadas de aire. El crudo frío me dió la bienvenida, la tormenta aun no cesaba y yo estaba sin una bota, sin mi campera y toda mojada, ¡perfecta combinación!

Agarré el cuaderno de mi madre, mire algunas hojas y la minoría se habían arruinado por el agua. Lo metí en la mochila y comencé a caminar a la mansión.

Mis dientes castañeaban cada vez que el viento soplaba contra mí y mi cuerpo se estremecía cuando mi pie descalzo se hundía en la nieve.

¿Dónde están los hermanos cuando se los necesita? Tal vez encontraron a otro Murdok, no lo sé.

Llegué a la mansión y entré por la puerta de adelante. El calor hogareño me dió la bienvenida. Evité el living y justo cuando estaba por poner un pie en el primer peldaño de la escalera....

-¡Alex! ¿Qué te pasó?- exclamó Gale, quien pasaba por ahí, mirándome horrorizado.- Ven...- dijo tomando mi fría mano.-... vamos a la cocina para ver que puede hacer Ness...-

-¡N-n-no!- exclamé, tiritando de frío.- V-v-vamos... vamos a-al cu-cua-cuarto.- no había parte de mi cuerpo que no tiemble.

-Está bien... vamos.- dijo y me cargó entre sus brazos.- Estas helada.- susurró mientras subía las escaleras conmigo entre sus brazos.

Dulce Destino [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora