-Tal vez... fue solo un adolescente que estaba paseando.- me tranquilizó Nessy.
Ambas estábamos en la cocina tomando té. Sue y David habían ido al pueblo con Hannah y los niños y Gale estaba entrenando con los de la manada.
-Tal vez. ¿Pero por qué huyó?-
-Alex, seguro se asustó. Deberías calmarte y salir un poco al pueblo, ver a tus viejos amigos, almorzar en uno de sus restaurant, no lo sé, algo.-
Se levantó de la silla y salió de la cocina. En ese momento me acorde de la propuesta de James.
Marqué su número y esperé a que contestara...
― Aquí James.- contestó.
― Hola ¿estás ocupado?-
― No, no. ¿En la cafetería de Mary?-
― Si.-
― Nos vemos ahí.-
― Nos vemos.- contesté y colgué.
Salí de la casa para avisarle a Gale pero no lo ví, así que le mandé un mensaje a su celular. Cuando sea humano nuevamente lo verá.
Me subí al auto y conduje hasta el pueblo. La verdad me sentía un poco más segura andando por ahí con dagas en mis borcegos y una pistola guardada en la guantera del auto.
Cuando llegué a la cafetería saludé a todo los conocidos y, como James aún no llegaba, me senté en una mesa junto a la ventana.
-¡Alex!- sentí que gritaban desde la puerta, al cabo de un rato.
Levante mi vista y ví a james acompañado de una chica pelirroja. Lucy.
-¡Lucy!- exclamé y me levanté de mi silla para abrazarla.-Cuánto tiempo. ¡Qué grande estas!- era toda una mujercita.
-Y tú sigues igual.-
-Hola, Alex. Espero que no te moleste que haya traído a una acompañante.- dijo James, señalando a su hermana.
-Para nada.-
Nos sentamos y hablamos de todo lo que había pasado los últimos siete años.
James y Lucy se fueron a Londres con su madre, ya que sus padres estaban separados y ella se los llevó a vivir con ella. Ambos estudiaron en el mismo colegio privado. Lucy se graduó el año pasado con honores y con James decidieron venir a vivir con su padre por unos años más.
Por lo que me enteré James tuvo que cortar con su novia porque era la sobrina del marido de su madre y ella lo consideraba incesto, aunque no compartieran lazos de sangre ni nada.
Cuando me tocó a mi ponerlos al tanto de todo, James miró incomodo a Lucy, supongo que era por el estúpido rumor que corría en el pueblo. Como sea, cuando les conté que tenía dos hijos, James casi se cae de la silla y Lucy casi se atora con la tarta que estaba comiendo.
-¡Cómo que mellizos!- exclamó Lucy, provocando que los pocos comensales se voltearan a vernos.
-¿No se enteraron?- pregunté y ambos negaron con la cabeza.- Los mellizos tienen seis años, Tyler y Amy.-
-Ya los quiero conocer.- dijo Lucy.
-¿Fui tío y no me enteré?- preguntó James fingiendo indignación.
-Lo siento es que en cuanto se fueron no supe si los volvería a ver.- me disculpé.- Pero ¡Hey! Pueden conocerlos. Algún día de estos puedo traerlos al pueblo.-
-Seguro. Estamos de vacaciones, así que estamos disponibles todo el tiempo.- dijo James con una sonrisa.
En ese momento comenzó a sonar el celular de Lucy.
-Es papá.- dijo y contesto.- Hola... si... en el café de Mary... ¿Era hoy?- preguntó exaltada.- En cinco estamos allá.- cortó la llamada y miró a su hermano.- Tenemos que irnos. Hoy era la cena con ese empresario y su familia. ¡Mira la hora que es!- exclamó mirando su celular.
Miré la hora en mi reloj y eran las siete de la tarde. Yo también tendría que irme.
-Lo siento, Alex. Nos vemos cualquiera de estos días.- me dió un sonoro beso en la mejilla y salió disparada hacia la puerta, pero a los pocos segundos volvió y...- Te espero en el auto. Por favor no tardes.- le dijo a su hermano.
-Jamás voy a entender a las chicas y su obsesión con los vestidos y lo de verse lindas para una simple cena.- masculló James mirándome mientras caminábamos a la salida.
-¿Qué?- pregunté al notar que me seguía mirando.
-Este es el momento en que sales a defender a las chicas y sus vestidos.-
-Oh no, te equivocaste de chica, amigo. Londres te afectó la cabeza. No todas las chicas piensan en vestidos.-
-Por eso te considero como mi mejor amiga.- dijo abrazándome.- ¿Segura que vas a estar bien?- caminó hasta su auto.
-Si.- dije fingiendo irritación.- Cuídense.- me despedí y ellos se marcharon en su auto.
Me subí al mío y a los pocos segundos de conducir el auto comenzó a avisarme que se estaba quedando sin combustible.
-Perfecto.- susurré para mí misma.
Miré el cielo y ya casi oscurecía. Pasé a una estación de servicio, estacioné el auto, me bajé y comencé a cargar combustible.
Se oyó la campanita de la tienda, volteé y ví salir a un muchacho de pelo negro y ojos marrones. Nunca lo había visto por aquí, tal vez es un nuevo vecino. Se subió a su moto, me miró y me dedicó una sonrisa, se colocó el casco y se fue.
Solté un pesado suspiro mientras se llenaba el tanque. Pasaron unos segundos y cuando por fin casi terminaba comencé a sentir pasos que se acercaban a mí ligeramente. Volteé y no ví nada. Volví mi vista al auto y las luces del autoservicio se apagaron de golpe. No veía nada solo la blanca nieve que era reflejada por la luna.
Otra vez comencé a sentir ligeros pasos que se acercaban a mí. Entré al auto y cuando quise arrancarlo, las llaves no estaban. Salí, nuevamente y con ayuda de mi celular comencé a buscarlas por el suelo, tal vez se me cayeron.
-¿Buscabas esto, preciosa?- preguntó alguien frente a mí.
Levanté mi vista y ví a un chico castaño, quien sostenía mis llaves en la mano.
-Si, son mías. ¿Podrías devolvérmelas?- pregunté cortésmente.
-Temo que eso no será posible.-
-¿Qué?-
-Chicos.-
Inmediatamente aparecieron dos chicos iguales, gemelos, quienes dispararon dos armas, pero en lugar de sentir que me quemaba la bala, sentí dos pinchazos, uno en mi brazo izquierdo y el otro en mi cuello. Con mi mano derecha me saqué el que se clavó en mi cuello y antes de que mi vista se hiciera más borrosa ví que era un dardo tranquilizante.
Alguien me tomó entre sus brazos, traté de gritar y de alcanzar la daga que estaba en mi borcego, pero me fue imposible. Mis fuerzas y mi sentido común comenzaron a abandonarme.
-Perfecto.- susurré antes de caer en un sueño profundo.
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Lucy en multimedia.