Mis piernas temblaban, pero no sabía si era por miedo o por todo el desgaste físico que estaba haciendo. Mi corazón palpitaba más rápido desde que salí de la cocina y podía sentir todo el jaleo que provenía de afuera.
-¡Hey, Liam!- sentí que gritaba una chica. Me detuve en seco.- Si, a ti te estoy hablando, idiota. Louis quiere que tomes el ala oeste, no hay nadie vigilando allí.-
Levanté mi pulgar en señal de que estaba todo okey y salí corriendo. No sabía dónde estaba el ala oeste, pero sabía que allí no había nadie vigilando.
Caminaba ligeramente por el corredor hasta que llegué a una escalera. Dudé en bajarlas, pero cuando me decidí por hacerlo, escuché que se acercaban por ellas. Rápidamente me escondí detrás de unas cortinas y esperé a que no me encontraran.
-¡¿Dónde demonios se metió el idiota de Liam?!- bramó alguien.
-No lo sé.- le contestó una chica.
Se sintieron pasos apresurados por el corredor...
-Se escapó.- jadeó Louis.-Liam está muerto.-
-No sé cómo lo hizo, pero esa maldita zorra me las va a pagar.- bramó el pelirrojo.- ¡Búsquenla! ¡Búsquenla por todos los rincones! ¡Está débil y no puede ir tan lejos!-
Todos se desparramaron y salieron corriendo en distintas direcciones.
Expulsé un largo suspiro y bajé mi cabeza pensando en cómo haría para salir de allí.
Lo que pasó después fue tan repentino y tan rápido que no me dió tiempo a pensar en otro movimiento.
Levanté mi cabeza y me encontré con un chico más grande que yo, con una mano sostenía la cortina y con la otra me sostenía del cuello, levantándome del piso.
-Aquí estas ¿pensaste que te librarías tan fácil de nosotros?- masculló con una horrible sonrisa. Le faltaban algunos dientes y su aliento apestaba.
No lo pensé dos veces y pateé la ventana que tenía detras de mí, provocando que el cristal se rompiera. Tomé su mano, la torcí y lo empujé por la ventana, pero el muy maldito se agarró de mi campera y me tiró junto con él.
Ambos rodamos por las tejas hasta que caímos por ellas y castigamos con la nieve. Me levanté del suelo, ignorando todos los cortes, y caminé a tropezones hasta donde estaba él, saqué los cuchillos y los clavé en su corazón. Agarré su cabeza y la torcí con todas mis fuerzas.
-Te odio.- mascullé mientras me levantaba, pero volví a caer de rodillas sobre la nieve.
Una punzada horrible en mi costilla me hizo caer. Me miré y pude ver un gran vidrio clavado en ellas. Lo tomé con ambas manos y lo saqué lentamente mientras las lágrimas salían sin control y mis gritos eran ahogados en mi boca.
Me levanté y seguí caminando, si se le puede llamar "caminar" el dar dos pasos, caer y seguir arrastrándote por la nieve. Llegué a un gran árbol y me recosté en él, presionando la herida para que no sangrara tan rápido. Me levanté de nuevo y caminé por el bosque rodeando la casa, estaba por abandonar los terrenos, cuando un aullido me interrumpió. Agudice mis oídos y seguí los aullidos.
Lo que ví, en cuanto terminé de caminar los cuatro metros restantes, hizo que mi corazón comenzara a saltar de felicidad.
Lobos y vampiros peleando por entrar a la casa. Traté de visualizarlo pero me era imposible. Un horrible pensamiento se apoderó de mi subconsciente, pero lo espante, hasta que no lo viera con vida no me dejaría llevar por mis pensamientos.
Mi vista se desvió de los lobos cuando ví a dos pelirrojos matando a tres vampiros de un solo movimiento. Los gemelos: Chris y Tom. Después de ellos pude ver a Paulina y a John peleando juntos y más allá de ellos visualice a mi hermano mellizo: Dann.
