Todos lo miraban expectantes, inclusive yo.
-Como todos saben, la manada "Claro de Luna" ha sido una gran amiga durante todos estos años...- fijó su mirada en mí y pude ver esa mirada de "lo siento por esto". Negué levemente con la cabeza, esperando a que las palabras correctas salgan de su boca.-... por eso quiero... ofrecer una fiesta en honor a todos estos años de amistad.-
Mis puños se cerraron con tanta fuerza que pude sentir las uñas clavadas en mis palmas, mi mandíbula estaba tan apretada que me dolían las encías y mi respiración se volvió mas agitada.
Todos largaron una gran exclamación de alegría, excepto yo.
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Estaba en mi cuarto, más precisamente en el clóset, mirando qué me iba a poner. No tenía muchos vestidos, la última vez que me puse uno, fue cuando me presentaron como Luna de la manada.
Caí rendida sobre un pequeño sofá, tomé mi cabeza entre mis manos y largué un sonoro suspiro.
¿Por qué me ponía tan loca por un simple vestido? Ni siquiera quería asistir a esa estúpida fiesta, pero tampoco puedo dejar a Gale solo con Jade.
¡Qué más da! ¡Me voy a poner lo que yo quiera ponerme, maldita sea! ¡Al que le guste bien y al que no, también!
Unos golpes a la puerta me hicieron salir de mi estúpida crisis de adolescente.
-Creí que tal vez necesites ayuda.- dijo Ámbar con una tímida sonrisa y un vestido rojo en su mano.
Le dediqué una sonrisa y le cedí el paso.
-¿Ni siquiera sé por qué hago esto?- mascullé mientras trataba de desenredar mi cabello.
-Porque amas a mi hermano y no toleras que esa perra le ande revoloteando alrededor.- me respondió ella.- Bien, es el momento de ponerte el vestido.-
-¿Crees que me quede?- pregunté mirando la cintura del vestido.
-Obvio que sí, medimos lo mismo, además este color en tu piel se verá maravilloso.- exclamó emocionada ella.
-Bien.- susurré.
Me puse el vestido y ella me ayudó a maquillarme, dejé mi pelo suelto y en cuanto ambas estuvimos listas, salimos del cuarto.
Bajé las escaleras y varias personas voltearon a vernos, entre ellos, Gale, quien hablaba amistosamente con Mike, Josh y otras personas, que supuse eran de la manada de Jeremy.
Nuestras miradas se encontraron y él me dedicó una amplia sonrisa. Alejé mi mirada de la de él y caminé hasta donde estaban Eric, Nessy, Hannah y Sue.
-Te ves preciosa.- dijo Eric.
-Gracias.- respondí con una sonrisa.
Estuvimos hablando cinco minutos, cuando sentí un peso sobre mi cintura que me arrastró lejos de Eric.
-Pero ¿qué...?- me interrumpí a mí misma al ver ese para de ojos grises que me miraban algo enojados, indignados y con una pizca de deseo.
-Te ves preciosa.- susurró en mi oído.
Asentí con la cabeza y traté de sonreírle, pero en su lugar creo que solo salió una mueca.
-Ven.- dijo tomándome del brazo y llevándome con él.- Tenemos que hablar.-
Me llevó hasta el estudio y ahí me solté.
-Tú y yo no tenemos nada de qué hablar.- le espeté.
-Te enojas conmigo como si yo tuviera la culpa.-
-¿Debería enojarme conmigo misma por ser tan infantil?-
-Yo nunca te hice estas escenas cuando Eric te mira como acaba de mirarte.-
-Él nunca me habría mirado así de no ser porque los invitaste a todos a una maldita fiesta. Tendrías que haberlos echado cuando te dije.-
-Ya te dije que no es tan fácil. Además...-
No pudo terminar la frase porque Hannah entró al estudio.
-La cena está servida.- dijo mirándonos raro y volviendo en sus pasos.
Comencé a caminar a la puerta cuando Gale me detiene.
-Nosotros dos no terminamos de hablar.- lo miré a los ojos y estos se estaban volviendo turbios
-Yo creo que si.- le respondí.- No quiero que me hables hasta que esta manada de juguete se haya largado ¿entendido?-
Salí del estudio a grandes zancadas hasta llegar al gran comedor. Me senté en mi lugar, a la derecha de Gale, a mi derecha se sentó David y después Sue, y a la izquierda de Gale se sentaba el Beta de la manada, Mike, y así sucesivamente.
La única parte que me aliviaba era que Jade y su familia estaban en la otra punta de la mesa, lejos de Gale.
Durante toda la cena, Gale no me dirigió la palabra, pero podía sentir su mirada sobre mí cuando apuraba las copas de vino y no comía nada.
-¡Ya basta!- me susurró, quitándome la copa de la mano.
-¡No estoy borracha, idiota!- le contesté.
Era la verdad, jamás logré embriagarme, y no lo estaba ahora, pero adoro el sabor del vino.
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La cena ya había terminado, todos se habían ido a sus respectivas casas y yo miraba el crepitar de la leña en el fuego, con una copa de vino en la mano.
-Cualquiera que te viera en esa situación, creería que estas tratando de ahogar tus penas.- comentó él, mientras sus pasos se escuchaban más cerca.
-Eso es algo que nunca voy a sentir.- le contesté, con mi vista fija en el fuego.
Sentí cómo se sentaba a mi lado y me miraba.
-¿Podrías levantar tu ley del hielo? No soporto que estés molesta conmigo.- suplicó él. Mordí mi labio y parpadeé un par de veces.- Por favor...- volvió a suplicar.-... mírame.- bajé mi vista hacia mis pies y lentamente fui virando mi cabeza hasta chocar con esos ojos grises que me provocan tanto sentimientos.- Tus ojos tienen esa magia de tranquilizarme cuando mis pensamientos están abrumados.- sonreí levemente ante sus palabras y él sonrió ante mi sonrisa.- ¡Sonreíste!- exclamó levantando sus brazos victoriosamente.
-¡Shhhhhh! ¡Vas a despertar a todo el mundo!-
-No me importa.- dijo acercándose a mí, hasta quedar a centímetro de mi boca.- ¿Si te beso no me golpearas?- preguntó sobre ellos mientras sus ojos viajaban de mis labios a mis ojos.
Negué con la cabeza y él término con la escasa distancia que nos separaba depositando un casto beso en mis labios. Un beso justo donde nace una sonrisa, un beso lleno de una excelente armonía. La emoción de calor invadió mi cuerpo, un suspiro flotó desde lo más profundo de mi alma. En ese momento, extraviada en un mar sin fronteras ignoré dónde estaba, arrinconé todos los sentimientos de furia, me olvidé de todo y de todos.
-El rojo te sienta muy bien.- susurró sobre ellos y con los ojos cerrados cuando nos separamos.
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En multimedia el vestido que mas le guste.