Levanté mi vista lentamente hasta chocar con esos ojos verdes.
-Ya decía yo que ese lobo nunca te trató como debe ser.- se burló.- ¿O no que te dije, Carl?- le preguntó al otro chico, el mismo que me apuñaló.
-Sí que lo hiciste.- le respondió éste.
Sorbí mi nariz y con el dorso de mi mano limpié las lágrimas que aun salían de mis ojos.
-Por lo que veo están celebrando algo. Eso aligerara las cosas.-
-¿Cómo te llamas?- pregunté con coraje.
Algo de lo que aprendí estando en el ejército es a no demostrar miedo y sacar siempre provecho de este tipo de situaciones.
-Liam, pero eso...-
-¿Por qué quieres matarme?- mi voz salía tranquila y mi cuerpo no tenía ni una sola pizca de sentimientos.
Ya había experimentado ese tipo de sentimiento y sabía perfectamente qué era lo que me pedía mi cuerpo: Matar.
-Veamos... ¿Por dónde empiezo?- dijo tocándose el mentón con su dedo índice.- ¡Ah! Si, remontémonos a la época en que eras solo una adolescente de 20 años...-
-Liam...- lo interrumpió Carl en tono de advertencia.- ¿Por qué le cuentas esto a ella? Matémosla y ya.-
-Sabes que no podemos hacer eso.- le espetó éste.- Louis quiere tener ese honor.-
En cuanto escuché su nombre mi corazón dió un vuelco. ¿Louis? ¿Será el Louis que conozco? ¿El sobrino de Dylan?
-Como te decía, preciosa. Antes de que mi compañero me interrumpa. Hace siete años te encargaste de matar a una gran cantidad de los nuestros: familia, amigos, amantes. Obviamente a mí no me gustó que mataras a mi hermana, a Louis no le gustó que mataras a su familia y a Derek no le gustó que mataras a su prometida. Por eso, ahora, queremos verte morir. Es una ecuación fácil de entender "Causa y efecto"-
-Eso no es una ecuación.- le espeté.
-Callada.-
Pasé mi mano por debajo del tapado y agarré la pistola, como soy ambidiestra no tengo problemas para manejar armash. Estaba a punto de disparar cuando sentí que algo me golpeó el estómago fuertemente, haciéndome volar hacia atrás y terminar estrellandome con el árbol que estaba detrás de mí.
-Desgraciado.- mascullé mientras me levantaba.
-¿Cómo me has llamado?- preguntó Liam acercándose a mí, tomó mi cara entre sus manos con fuerza y me obligó a que lo mirara.- No hagas nada estúpido o...-
-¿O qué?- le escupí.- Vas a matarme.- aseguré.
-Chica lista, pero no, al menos yo no.- acercó su rostro aún más al mío.- Aunque siéndote sincero, me encantaría tenerte en mi poder y así poder divertirme contigo antes de matarte.- susurró para que no lo oyera su compañero.
Le pegué un cabezazo a su nariz, y éste retrocedió tropezando con una rama y cayéndose. Antes de que su compañero reaccionara, saqué las dos pistolas y le disparé dos veces al corazón y su cabeza. Me levanté del suelo, con las pistolas aún en mis manos. Pateé fuertemente las costillas de Liam, luego otra vez. Guardé una de las pistolas en la muslera, me acerqué a él y le partí el labio de un puñetazo, provocando que escupiera una gran cantidad de sangre.
Estaba molesta, pateé su estómago. ¿Quién se creé para ignorarme así? Otra patada. ¡Soy su Luna! Otro golpe. ¿Y me ignora por ese coso raro platinado? Pateé su costilla y sentí como se rompía. En cuanto acabara con este maldito... [Otra patada]... chupasangre, Gale me iba a tener que escuchar.
Miré hacia abajo y el tipo de ojos verdes, Liam, estaba lleno de su propia sangre.
<< ¡Carajo! ¡Lo maté antes de que pudiera matarlo de verdad!>>
Me acerqué a él para revisar su pulso, pero en el momento en que me hinqué en una rodilla comencé a sentir que me faltaba el aire, parecía que mis pulmones estaban siendo prensados.
Jadeante, me tiré al suelo, el dolor era insoportable. Toqué mi cuello, porque sentía una soga alrededor de él, pero no había nada.
Mi cuerpo quedo sin capacidad de moverse. Por el rabillo del ojo pude ver a Liam que se levantaba y me miraba con sus ojos verdes brillando en la oscuridad.
-Me has costado a mi mejor compañero.- masculló con los dientes apretados, mientras miraba el cuerpo sin vida de Carl.- Ni pienses que esta vez vas a salir con vida.-
La presión en mis pulmones aumentó, abrí mi boca para tratar de agarrar algo de aire pero me era imposible. Cerré mis ojos con fuerza y las lágrimas comenzaban a salir de ellos.
La presión en mi pecho provocó que me doliera inmensamente la cabeza. Trataba de gritar pero de mis labios no salía ni un suspiro.
Podía escuchar que los latidos de mi corazón iban descendiendo. Lo peor de todo no era que iba a morir (pensándolo bien eso si era feo) pero lo que más me lastimaba era ver que esto lo soñé y como en mi sueño nadie vendría a rescatarme, aunque en él, Gale estaba en manos de vampiros y no en las manos de esa loba platinada.
Sentí como la pistola se resbalaba de mis manos, las lágrimas cesaban al igual que los latidos de mi corazón.
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Hannah en multimedia.