En todo el camino hacia la mansión no dejé de pensar en John y Danny, además de que Gale no me hablaba y no sabía si estaba molesto, aliviado por haberme encontrado o simplemente iba concentrado en el camino para no toparnos con alguna amenaza.
Llegamos a la mansión, bajé del lomo de Gale y caminé hacia adentro, en donde me esperaban Sue, David y Nessy en el living, caminé hacia ellos y pude ver a los mellizos dormidos en el sofá. Ambos tenían sus párpados hinchados, señal de que habían estado llorando. No lo soporté más y me lancé cuidadosamente sobre ellos llenándole sus caritas de besos.
Cuando me separé y me puse de pie, Nessy me estrujó entre sus brazos.
-Creí que te había pasado algo malo.- sollozó en mi hombro.
-Estoy bien.- susurré.
-¿Dices que despertaste tirada en la nieve en medio del bosque?- preguntó Ámbar.
-Así es. No recuerdo nada. Solo que fui al café con James y Lucy, me subí al auto y después... nada.-
-¿El auto dónde está?- preguntó Josh.
-No lo sé.-
Tomé mi cabeza entre mis manos y el miedo se adueñó de mi cuerpo. Comencé a temblar y no sabía por qué. Es decir, todo lo que contaba no era cierto, había estado con mis hermanos y más murdoks, pero si se los decía a ellos seguramente los matarían y volvería a estar sola.
-Tranquila, cielo.- dijo Gale abrazándome y depositando un beso en mi cabeza.
Me sentía mal por ocultarle algo tan importante para mí y tan importante para el futuro de nuestra familia, pero no podía poner en riesgo la vida de esas personas.
Sabía que no podía confiar en alguien a quien recién conozco, pero y ¿si todo es verdad y los lobos mataron a mis padres?
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Los demás solo sacaban conclusiones de lo que me pudo haber pasado, mientras tanto, yo, solo miraba la leña que se consumía en la chimenea y pensaba en lo feliz que podría haber sido con mis padres a mi lado.
Sentí que Amy se removió a mi lado, miré su carita y parecía asustada. Abrió sus ojos de golpe y me miró, pestañeó un par de veces, asegurándose de que no era un sueño, se sentó en el sillón y enredó sus bracitos alrededor de mi cuello.
-Hola, amor.- susurré.
-Te extrañé.- me respondió ella.
-¿Quieres que vayamos a dormir?- pregunté y ella asintió.- Gale.- lo llamé y volteó a verme.- Nos vamos a dormir.-
-Voy con ustedes.-
Gale, Tyler, Amy y yo nos acostamos los cuatro en la cama matrimonial que compartía con Gale.
Esa noche no soñé con nada. Fue la mejor noche de mi vida. Estaba emocionada por haber encontrado a mi familia, pero por otro lado no podía dejar de pensar en el futuro. Tendría que elegir en qué bando estaría.
Obviamente no podría abandonar a Gale, Amy y Tyler, antes moriría. Pero tampoco podía darle la espalda a los míos.
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-Mataría por saber en qué piensas.- dijo Gale detrás de mí.
Estaba en la biblioteca, sentada en un antiguo sillón frente a la ventana con la mirada perdida en el bosque y con un libro en la mano.
-¿Sigues inquieta por lo que sucedió ayer?- preguntó.
-Sí. Es todo tan extraño.- contesté sin mirarlo.
-¿Quieres hablar sobre eso?- preguntó sentándose en el suelo.
Titubeé unos segundos antes de contestar.
-No.- dije finalmente.
-¿De qué quieres hablar?- preguntó frunciendo el ceño.
-No lo sé.-
-Eres un poco difícil de entender.-
-Tu deber, querido esposo y mate, es amarme y luego entenderme.- dije, simulando ser una señorita sostificada.
-Buen punto. Pero ya te amo demasiado ¿En cuánto tiempo voy a ser capaz de entenderte?-
-No lo sé, amor. Pero lo mejor va a ser que no me entiendas, al menos no por ahora. Ni yo lo hago.- bufé a lo que él largo una sonora carcajada que inundó toda la habitación.- Me gusta el sonido de tu risa.-
-Si me sigues alagando creo que perderé el control de mi lobo y Dios sabe lo que podría pasar aquí.- dijo con una sonrisa coqueta.
Ambos comenzamos a reír hasta que quedamos en silencio, mirándonos, estudiando cada rasgo de nuestra cara. De algo estaba segura y era en que nunca me cansaría de mirar su rostro.
-Prométeme que pase lo que pase nunca me dejaras.- le pedí, provocando en él una mirada confundida y llena de pánico.
-¿Qué?-
-Promételo.- demandé.
-Lo prometo.- dijo rápidamente.- ¿Pero, por qué? ¿Pasa algo de lo que me tenga que enterar?-
-Nada...- dije mirando al suelo, lejos de él.- Solo son cosas de chicas, inseguridades.- mentí nuevamente.
-Te conozco demasiado para ver que hay algo que te inquieta. Y quiero saber qué es.-
-No es nada.-
-¿Segura?-
-Segura.- respondí.
-Está bien.- dijo mirándome de soslayo.- Voy a entrenar. ¿Vienes?- preguntó levantándose del suelo.
Iba a decirle que no, pero creo que no estaría nada mal salir a correr un buen rato.
-Está bien.- acepté.